Las mujeres que cargan en su espalda la tradici��n del mate en Argentina

El pueblo guaran�� originario de la selva misionera tomaba el mate desde antes de la colonia, pero la conquista se encarg�� de popularizarlo en todo el virreinato de La Plata. En la provincia de Misiones, donde los jesuitas introdujeron el cultivo en peque?as plantaciones a lo largo de decenas de reducciones ind��genas a orillas del r��o Paran��, a��n se mantiene ese modo de plantaci��n: el ��ltimo censo agropecuario (2018) calcula que la provincia alberga 129.569 hect��reas de explotaci��n a cargo de casi 10.000 organizaciones de producci��n. La distribuci��n de miles de parcelas y la volatilidad de las contrataciones hace que los trabajadores dependan de muchas horas de transporte para llegar desde sus pueblos hasta las plantaciones. Magali Druscovich (EL PA?S)

El mate se toma caliente todo el a?o y fr��o en algunas zonas en verano; amargo por tradici��n y azucarado cuando se busca enga?ar al hambre. La infusi��n se bebe en hogares ricos y pobres, en el campo y la ciudad, en oficinas de Gobierno, entre la ��lite del f��tbol, en universidades y mercados populares. En la imagen, Ana Correa, de 18 a?os, y Daniel Correa, de 10, toman mate en su casa en el barrio rural de Cuatro Bocas en Misiones. Magali Druscovich (EL PA?S)

Lidia Correa comenz�� a trabajar en la cosecha de la hoja de yerba mate cuando ten��a nueve a?os. Hoy tiene 41. En Cuatro Bocas, su barrio del norte de la provincia de Misiones, viven 94 familias. Todas dependen de los seis meses al a?o en los que la cosecha da trabajo. Magal�� Druscovich (EL PA?S)

La zafra dura seis meses, entre abril y septiembre. Los meses restantes, la planta de la yerba mate crece y se atiende poco. Los trabajadores que se dedican a cosecharla quedan parados, aunque algunos tienen un trabajo espor��dico en los yerbales. En la foto, Alejandro, de 17 a?os, Daniel, de cinco, y Ana, de 12, todos hijos de Lidia Correa, vuelven a su casa despu��s de ayudar a su madre en la limpieza de los yerbales durante un d��a de febrero de 2013. Magali Druscovich (EL PA?S)

Patricia, de 27 a?os, pasa la tarde junto a sus tres hijas en su casa en el barrio de Cuatro Bocas. Magali Druscovich (EL PA?S)

Aurelia, de 42 a?os, durante una jornada de trabajo en el yerbal. Comenz�� a trabajar en la zafra cuando era una quincea?era. El trabajo infantil est�� prohibido por ley en Argentina, aunque la Organizaci��n Internacional del Trabajo calcula que al menos uno de cada 10 menores de 15 a?os trabaja en el pa��s. Magal�� Druscovich (EL PA?S)

El trabajo en el yerbal depende de una pir��mide opaca. La mayor��a de los terratenientes forman cooperativas que no contratan a sus trabajadores directamente, sino que tercearizan la b��squeda de jornaleros mediante un capataz que se encarga de llevarlos a la plantaci��n y quien hace de intermediario para negociar los precios cada temporada. Magali Druscovich (EL PA?S)

Algunas trabajadoras juegan a las cartas durante un d��a de lluvia que suspendi�� la cosecha. Magali Druscovich (EL PA?S)

Gonzalo, de siete a?os, nieto de Lidia Correa, hace mandados en su barrio de Cuatro Bocas. Magali Druscovich (EL PA?S)

Sonia Lemos, de 41 a?os, organiza el cobro del subsidio asignado a los trabajadores de la zafra durante los meses en los que no hay cosecha. Lemos, secretaria general del Sindicato de tareferos y representate de Cuatro Bocas, trabaja en la cosecha desde los 12 a?os. Magal�� Druscovich (EL PA?S)

Un trabajador carga un ra��do, una bolsa de yerba reci��n cortada que aguanta hasta 100 kilos durante una jornada de trabajo. Magal�� Druscovich (EL PA?S)

Lidia Correa pasa una tarde junto a tres de sus nietos. La madre de los ni?os dej�� el pueblo y se fue a la ciudad de Buenos Aires en busca de un trabajo que no est�� relacionado con la cosecha ni la limpieza. Los ni?os asisten a la escuela rural y estudian acompa?ados de su abuela. Magal�� Druscovich (EL PA?S)

Dos trabajadores atan un ra��do tras una jornada de cosecha. Cada trabajador tiene a su cargo hasta tres bolsas de 100 kilos por jornada. La hoja de yerba mate se recolecta en el piso y luego debe cerrarse entre dos personas para poder ser transportada. Magali Druscovich (EL PA?S)

Los ra��dos son almacenados en un secadero tras su cosecha. La yerba reci��n cortada en la selva debe ser secada y, antes de su distribuci��n, puede pasar hasta tres a?os en reposo hasta el momento en que est�� lista para la infusi��n. Magal�� Druscovich (EL PA?S)

Luis, de 36 a?os, y Hugo, de 37, trabajan en el yerbal durante una jornada de cosecha. Magali Druscovich (EL PA?S)

Daniel, que en esta imagen de 2013 ten��a 5 a?os, acompa?a a su abuela Lidia Correa durante una jornada de cosecha. Entre el trabajo y el tiempo que toma transportarse hasta las parcelas de cosecha, un trabajador est�� fuera de su casa durante al menos 12 horas. ��Tengo que levantarme a las tres de la ma?ana para subirme a un cami��n para ir a trabajar y volver a las ocho de la noche sin saber si mis hijos fueron a la escuela o si almorzaron��, le cont�� Lidia Correa a la fot��grafa Magal�� Druscovich durante uno de sus viajes a Cuatro Bocas. Magali Druscovich (EL PA?S)

Cintia sostiene a su hijo mientras juega a la loter��a con vecinos en el barrio de Cuatro Bocas.Magal�� Druscovich (EL PA?S)

Daniel limpia su ropa en una laguna de la selva misionera durante un d��a de verano de 2014. La cosecha de la yerba mate no es la ��nica de la regi��n: en la selva tambi��n se cultivan ��rboles de pino, que amenazan los suministros de agua en la zona. La Laguna Escondida en la que los ni?os de Cuatro Bocas pasan sus tardes de verano suele desaparecer cuando el cultivo del pino est�� en auge. Magali Druscovich (EL PA?S)

Lidia Correa comparte unos mates con su familia luego de la jornada laboral.Magal�� Druscovich (EL PA?S)

Samuel, de 18 a?os, trabaja cortando las plantas en el yerbal.Magali Druscovich (EL PA?S)

Celia, de 45 a?os, descansa al finalizar la jornada laboral.Magal�� Druscovich (EL PA?S)

Un ra��do de yerba extendido en el piso mientras Celia comienza una jornada laboral. Magal�� Druscovich (EL PA?S)

El consumo de la yerba mate se ha globalizado, pero su proceso de cultivo siempre ha sido igual. La yerba se corta seis meses al a?o durante el invierno austral y luego se deja secar antes de que est�� lista para el consumo. Un trabajador que corta la yerba hace lo mismo desde hace a?os: corta y quiebra la planta para juntarla en una bolsa que aguanta 100 kilos, de las que puede llegar a llenar tres por d��a. Por cada una recibe 700 pesos argentinos (4,7 d��lares al cambio oficial), casi lo mismo que cuesta el kilo de yerba lista para consumir en el supermercado. Magal�� Druscovich (EL PA?S)