Teatro comunitario e inclusivo en Buenos Aires, la ciudad m¨¢s teatrera de Sudam¨¦rica
En la obra ¡®El casamiento de Anita y Mirko¡¯, que lleva 20 a?os de funciones en Argentina, todos los actores son vecinos. Convoca a cientos de personas en un barrio del sur de la ciudad
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Es una tarde clara en Buenos Aires. Las calles est¨¢n euf¨®ricas despu¨¦s de un triunfo de la selecci¨®n que acaba de suceder. Lejos de esa algarab¨ªa, en un galp¨®n del barrio de Barracas, hay un clima de ansiedad, pero por otras razones. Un grupo de actores se prepara para una funci¨®n de El casamiento de Anita y Mirko, la obra que est¨¢ cumpliendo 20 a?os, con la participaci¨®n de vecinos de la zona sur de la ciudad. Se trata de un teatro hecho por ¡°gente de ac¨¢ a la vuelta¡±, como les gusta decir, que se convirti¨® en referente de teatro comunitario de Argentina.
En los vestuarios, mientras el sal¨®n se prepara para una obra en la que los espectadores son invitados a una boda, todos se maquillan y preparan su vestuario. No es f¨¢cil la log¨ªstica y se necesita mucha armon¨ªa para convivir: en la obra act¨²an unas 80 personas. El n¨²mero no es preciso y todos los actores-vecinos deben ser capaces de interpretar varios papeles por si un compa?ero no puede asistir. Es otra forma de entender el teatro. Y una mirada comunitaria a una actividad que en Buenos Aires est¨¢ ultra profesionalizada.
La obra, que agota entradas todas las semanas, naci¨® en 2001 en un contexto de gran crisis econ¨®mica y social del pa¨ªs. ¡°En aquel momento, convocamos a los vecinos del barrio interesados en participar. No se hac¨ªa casting. Solo se les ped¨ªa que se sumaran a un taller de integraci¨®n. Imaginate el contexto hist¨®rico. Las rondas estaban llenas de gente con cara larga, muchos de ellos reci¨¦n desocupados o desempleados¡±, cuenta Corina Busquiazo, directora y actriz del espect¨¢culo.
Uno de los temas que se plantearon en esas charlas era el de la alegr¨ªa. Surgieron preguntas como las siguientes: ?Por qu¨¦ siempre estaba en otros barrios? ?Por qu¨¦ nos vinculamos cada vez menos? As¨ª naci¨® la idea de una obra de teatro en la que todos participaran y tuviesen un peque?o texto; un espacio para chicos y grandes que recrea la uni¨®n de una mujer de familia italiana -estridente y colorida- y un hombre ruso, con familiares algo parcos y vestidos de negro.
¡°La fiesta de casamiento fue la excusa para vincularnos de otra manera y dejar de mirarnos mal. Durante dos horas, creamos una ficci¨®n que, de alguna forma, dice que hay otra forma de estar juntos y en comunidad. Los vecinos act¨²an con mucha verdad. Juegan con un nivel de inocencia tan grande que nunca dejan de deslumbrarme. No es f¨¢cil sostener dos horas en escena y lo hacen muy bien¡±, agrega la directora.
Los espectadores tambi¨¦n cumplen un rol activo y deben romper algunas barreras. El espacio est¨¢ planteado como una verdadera fiesta de casamiento, con mesas comunitarias en las que comparten bebida y comida. Como si todos fuesen una gran familia invitada a la fiesta.
El casamiento de Anita y Mirko es una de las creaciones del Circuito Cultural Barracas, que lleva 26 a?os de trabajo comunitario en este barrio, una de las zonas postergadas del sur de Buenos Aires. El grupo est¨¢ compuesto por unas 200 personas que participan de forma activa y otros 500 vecinos que colaboran de forma desinteresada. Se paga un peque?o bono de menos de cinco d¨®lares para mantener el espacio y cubrir los gastos y salarios del personal t¨¦cnico.
El modelo de producci¨®n comunitario del circuito llam¨® la atenci¨®n de grupos de Francia y Espa?a, que llegaron a formarse con ellos. Junto al Grupo Catalinas -otro de los hist¨®ricos de la ciudad-, crearon la Red Nacional de Teatro Comunitario y forman parte de asociaciones latinoamericanas que trabajan en la actividad. ¡°El invento del ser humano llamado teatro, con el tiempo, se convirti¨® en un hecho para unos elegidos, que trata tem¨¢ticas individuales. Hacer ficci¨®n es hacer so?ar algo a otra persona¡±, dijo Ricardo Talento, director general del Circuito Cultural Barracas. ¡°Pero esa ficci¨®n siempre se produjo desde el poder. En nuestro caso, la comunidad comenz¨® a hacer ficci¨®n, que se transforma en una forma de vida y pol¨ªtica. Proponemos una manera distinta de organizaci¨®n, que no se basa en la competencia sino en la colaboraci¨®n. Ac¨¢ est¨¢n todas las generaciones juntas construyendo algo en com¨²n. Vienen de otros pa¨ªses a ver lo que hacemos, no porque sea de gran originalidad, sino porque proponemos algo que necesita la humanidad¡±, agrega.
Las generaciones a las que menciona se notan con solo ver los vestuarios. Hay chicos de ocho a?os y personas que rozan los 80. Hay taxistas, ingenieros, docentes, obreros¡ Todos juntos en una obra de teatro que es un peque?o hit en la ciudad m¨¢s teatrera de Sudam¨¦rica.
¡°Esa diversidad que ves en escena tambi¨¦n es corporal. Si vas a ver teatro independiente o comercial en Buenos Aires, todas las corporalidades son iguales. Por ejemplo, no hay gordos. Y los actores trabajan como si fuesen atletas. El teatro incluso adopt¨® una palabra m¨¢s propia del ej¨¦rcito o del deporte que del arte: entrenar¡±, agrega Talento. En la obra, por ejemplo, participan dos personas con movilidad reducida. ¡°En definitiva, el ser humano fue perdiendo los rituales en los que podemos, aunque sea ficcionalmente, jugar a que nos conocemos todos, comer juntos, beber juntos y bailar. ?Qu¨¦ otro lugar conoc¨¦s en el que jueguen una persona de 15 a?os y una de 70? Eso sucede en el teatro comunitario, aunque para algunos no tiene prestigio porque son vecinos. O nos dicen que somos pintorescos, como una forma de sacarnos del mundo del arte¡±, dice.
Una de esas vecinas y actrices es Mar¨ªa Eugenia Lanfranco. Cuenta que el grupo y la obra son ¡°mi calzado c¨®modo¡± y lo que necesitaba en la vida. Habla de otra l¨®gica, otra ideolog¨ªa¡ ¡°Ac¨¢ no hay marquesina y los personajes van rotando. Un d¨ªa pod¨¦s ser la madre de Anita y al otro un familiar del novio. Se domestica mucho el narcisismo, pero principalmente te cambia la mirada del mundo hablar desde el territorio. Y se genera una red muy linda entre los compa?eros¡±, cuenta Lanfranco, que es soci¨®loga y trabaja en una empresa de salud.
Esa red a la que hace referencia va m¨¢s all¨¢ de la actuaci¨®n y teje lazos de solidaridad. Por ejemplo, uno de los actores es f¨ªsico y les da apoyo escolar a los chicos de la obra en los ratos libres. Otro es electricista y cada tanto arregla los desperfectos en la casa de sus compa?eros actores.
¡°Hay una transmisi¨®n horizontal que no se ve en el afuera. Ac¨¢ no se habla de pol¨ªtica: se ejecuta. Es una pol¨ªtica desde el hacer. Yo soy fisioterapeuta y mi trabajo es muy solitario con el paciente. Ac¨¢ ese individualismo se rompe en el espacio esc¨¦nico y en las mesas, cuando el p¨²blico tiene que compartir con desconocidos. Actuar es un juego majestuoso¡±, dice Enrique Aquino, uno de los actores de la obra desde hace 16 a?os.
Marta Peluso se jubil¨® como maestra jardinera. En alguna ocasi¨®n, actu¨® en las obras de fin de a?o junto a los ni?os. Y se convirti¨® en actriz con El casamiento de Anita y Mirko, donde comenz¨® a participar desde el inicio de la obra. ¡°Ac¨¢ podemos estar con nuestros hijos en un mismo espacio compartiendo algo. En el vestuario hay ropa que era m¨ªa y puse cosas para la escenograf¨ªa. Ac¨¢ pod¨¦s actuar por el valor de un bono, que ni siquiera es obligatorio. Es un espacio muy aglutinante¡±, se emociona Peluso.
La historia de Marcos Aurelio Chab¨®n es particular. Jubilado como analista de sistemas, lleg¨® al lugar como espectador. La obra le gust¨® y decidi¨® sumarse al espacio. Interpreta al ¡°Abueloski¡±, el abuelo de la familia rusa, y dice que la obra lo ayud¨® a dejar de ser acartonado. ¡°Cuando llegu¨¦ ac¨¢, estaba iniciando los tr¨¢mites de jubilaci¨®n. Ser¨¢ que me liber¨¦ un poco. Me hace sentir bien. Yo no s¨¦ si supera al psic¨®logo o lo suplanta, pero se transform¨® en mi cable a tierra¡±.
Cuando la obra comienza, el p¨²blico tambi¨¦n va perdiendo el miedo y rompiendo las estructuras. Los actores salen a la calle y juegan. Los tratan como familiares a los que no ven hace a?os. Todos entran en el supuesto teatral. Por dos horas, hay risas, bailes -de actores y espectadores-, comida y una copa de vino. Todos juntos en una fiesta de casamiento que se inventaron para encontrarse. ¡°El ser humano se desarrolla y aprende jugando. Los chicos lo hacen todo el tiempo, pero cuando crecemos dejamos de hacerlo. Tambi¨¦n fuimos perdiendo los rituales comunitarios. El teatro es uno de los pocos que sobrevive. Por m¨¢s tecnolog¨ªa que haya, necesit¨¢s a otro ser humano. Es lo ¨²nico que nos queda¡±, finaliza Talento, impulsor de un teatro comunitario que crece y sigue convocando a centenares de vecinos.
Las familias de Anita y Mirko van dejando la sala. El clima es de fiesta. Entre el p¨²blico, los que no se conoc¨ªan terminan compartiendo los n¨²meros telef¨®nicos. La magia del encuentro comienza a suceder. Antes de irse, el grupo comienza a entonar una canci¨®n que los define y dice as¨ª: ¡°Todo vale en esta fiesta. Los invitados, p¨²blico en ella. Y los actores son de ac¨¢ a la vuelta. Todos vecinos. No se sorprenda¡±.