Un manual de mujeres con saberes centenarios para conservar el agua
Chilenas de distintos or¨ªgenes comparten el conocimiento adquirido de generaci¨®n en generaci¨®n para promover la autogesti¨®n en zonas que dependen de camiones aljibe como Petorca
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Cuando Zoila Quiroz mira el paisaje, el amplio terreno que rodea su casa, revisa de memoria los nombres de cada uno de los ¨¢rboles que durante a?os dieron frutos para alimentar a toda su familia y ser una fuente de trabajo. Hoy apenas sobreviven un limonero y unos damascos. El resto son esqueletos de ramas secas que contrastan con el suelo verde que cubre las colinas de Petorca, en la regi¨®n de Valpara¨ªso, a unos 220 kil¨®metros de Santiago.
Su caso no es aislado en Petorca, que se ha convertido en una comuna emblem¨¢tica de la desigualdad h¨ªdrica. En contexto de cambio clim¨¢tico, las comunidades han debido organizarse y buscar soluciones realistas en un lugar en que las familias comenzaron a depender de camiones aljibe y agua embotellada para tener acceso para su uso dom¨¦stico y cotidiano.
Conscientes de c¨®mo este problema tiene tambi¨¦n una brecha de g¨¦nero, un grupo de expertas del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia CR2 se preguntaron qu¨¦ ocurre en la vida cotidiana de las mujeres cuando el agua no es suficiente para cubrir las necesidades m¨¢s b¨¢sicas y c¨®mo desarrollar estrategias para enfrentar estos problemas. Para ello, crearon el libro Guardianas del agua: (in)seguridad h¨ªdrica en la vida cotidiana de las mujeres, donde las investigadoras exploran la realidad en zonas rurales de Chile central, entre las regiones de Coquimbo y el Maule, con familias que no cuentan con agua segura en 16 comunas del pa¨ªs.
All¨ª identificaron c¨®mo se repet¨ªan problemas que ten¨ªan un impacto significativo en la vida diaria de las mujeres: dolores musculares y problemas en la piel debido al proceso de transporte, almacenamiento y reutilizaci¨®n del agua. La responsabilidad asociada a esta tarea tambi¨¦n influye en que experimenten estr¨¦s, tristeza y rabia al no tener acceso a agua segura para sus familias y comunidades. Adem¨¢s, limita la agricultura familiar, dificultando el autoabastecimiento de alimentos, lo que conlleva a una reducci¨®n en la cantidad, calidad y variedad en la alimentaci¨®n. ¡°Esto obliga a recurrir a nuevos mercados, lo que aumenta los gastos econ¨®micos y afecta los ingresos familiares. Adem¨¢s, los emprendimientos locales que dependen de huertas y ¨¢rboles sufren un impacto negativo¡±, se lee en el texto.
Zoila Quiroz confirma las dolencias y dificultades que experimenta en su d¨ªa a d¨ªa, pero tambi¨¦n destaca la importancia de haberse organizado con su comunidad. Vecinas y amigas de toda la vida con quienes ha tejido lazos y estrategias para aprender a sortear las consecuencias del poco acceso al agua.
¡°En esa sede, organizamos los almuerzos que vendimos¡±, dice Quiroz se?alando una casona que funciona como sede vecinal. All¨ª se re¨²nen para realizar diversas actividades con las que re¨²nen dinero y trabajan en la log¨ªstica necesaria para que todas tengan acceso al agua. Mingas por el Agua es una de las iniciativas con las que buscan soluciones colectivas ante la falta de apoyo estatal, desempe?ando un papel protag¨®nico.
Conocimientos t¨¦cnicos, administrativos y legales en torno a la gesti¨®n del agua son parte de los procesos que comienzan a desarrollar las mujeres que deben asumir el liderazgo y que participan activamente en lugares como Petorca.
Quiroz reconoce que es agotador. Lleva m¨¢s de 30 a?os participando de reuniones, talleres y actividades comunitarias sin dejar de lado su trabajo dom¨¦stico y de cuidado en su familia. Con apenas 50 litros de agua por persona al d¨ªa ¡ªla mitad de lo que, seg¨²n la Organizaci¨®n Mundial de la Salud, requiere una persona para satisfacer sus necesidades¡ª , ha debido ingeni¨¢rselas para utilizar hasta la ¨²ltima gota y reutilizar el recurso. ¡°Lavaba ropa blanca. Luego el enjuague lo volv¨ªa a juntar y lo vaciaba a la lavadora para poder lavar la ropa oscura. Son t¨¦cnicas que inventamos por la escasez y la desesperaci¨®n¡±, dice la mujer, que tambi¨¦n particip¨® compartiendo sus conocimientos para Nuestra casa, nuestro cauce: Manual para la autogesti¨®n del agua dom¨¦stica.
Una mirada feminista
Magdalena Morgan es ge¨®grafa y gestora comunitaria del agua en varios proyectos. En 2020, junto a la colectiva feminista La gota negra, conformada por un grupo de ge¨®grafas, principalmente feministas, estudi¨® el tema del agua desde la ecolog¨ªa pol¨ªtica. ¡°Comprendimos que los problemas ambientales no tienen un origen natural, sino completamente social, y responden a un modelo econ¨®mico, social y patriarcal¡±, explica. ¡°La distribuci¨®n del suelo y del agua est¨¢n asociados directamente a la ¨¦poca de la hacienda y a los patrones, y eso se ve todav¨ªa en el territorio¡±. Las mujeres decidieron darle forma al manual pues vieron la necesidad de buscar soluciones en materia h¨ªdrica, pero tambi¨¦n identificar las condiciones de acceso al agua, pues las medidas de mitigaci¨®n del Estado replicaban y creaban nuevas formas de precarizaci¨®n. ¡°Quisimos entregar herramientas de gasfiter¨ªa (fontaner¨ªa), cosa de que nadie dependa de un g¨¢sfiter que vive muy lejos, porque ac¨¢ tambi¨¦n las localidades est¨¢n muy aisladas. Petorca tiene m¨¢s ¨ªndice de aislamiento que Isla de Pascua dentro de la regi¨®n¡±, explica Morgan.
Mar¨ªa Cristina Fragkou, acad¨¦mica e investigadora de la Facultad de Geograf¨ªa de la Universidad de Chile, cree que la importancia de la perspectiva de g¨¦nero va m¨¢s all¨¢ de pensar solo en las mujeres. ¡°La mirada feminista tambi¨¦n abre una ventana a todos los grupos sociales que son m¨¢s marginalizados, que son m¨¢s expuestos al cambio clim¨¢tico y a peligros ambientales. Y estas no son s¨®lo las mujeres, sino tambi¨¦n son las ni?as, personas de tercera edad que viven solas, la gente que vive en la calle o en asentamientos informales, los grupos sociales m¨¢s pobres en las grandes ciudades¡±.
Fragkou fue una de las mujeres que lider¨® el manual que cuenta con 21 autoras que desde distintas disciplinas y experiencias aportan sus conocimientos. Si bien se basa en la situaci¨®n espec¨ªfica de Petorca, las creadoras dicen que es replicable y posible de adaptar, seg¨²n el contexto de cada territorio.
¡°Creo que es s¨²per relevante esa vinculaci¨®n con el medio, de manera que los estudios cient¨ªficos, los esfuerzos que se realicen, tengan relaci¨®n directa con las problem¨¢ticas que aquejan a los territorios. Ese es uno de los aspectos principales, porque esto se construy¨® con las organizaciones territoriales, organizaciones sociales y el Comit¨¦ de Agua Potable Rural¡±, explica Macarena Salinas, quien desde la Universidad de Chile fue parte del equipo que realiz¨® el manual y tambi¨¦n una de las autoras del libro Guardianas del Agua.
Esta tarde de lunes, el cauce del r¨ªo Petorca lleva m¨¢s agua que en los ¨²ltimos inviernos, en los que la sequ¨ªa ha afectado de manera considerable esta regi¨®n agr¨ªcola que abastec¨ªa de paltas (aguacates) tanto a los mercados nacionales como internacionales. La lluvia de las ¨²ltimas semanas alegr¨® a sus habitantes y gener¨® optimismo al ver nuevamente c¨®mo los ciclos de la naturaleza se cumplen y recuerdan aquellos a?os en que este valle era sin¨®nimo de abundancia.
¡°En el agro, la disponibilidad de agua tambi¨¦n es desigual. Hay sectores que tienen mayor acceso al recurso h¨ªdrico, situaci¨®n que est¨¢ en directa relaci¨®n con la capacidad econ¨®mica del agricultor¡±, se lee en el libro El negocio del agua de las periodistas Tania Tamayo y Alejandra Carmona.
Zoila Quiroz no disimula su alegr¨ªa por los d¨ªas de lluvia en el fr¨ªo mes de julio austral. Recuerda su infancia y la cosecha de palta chilena que era el orgullo local. Hace apenas unas d¨¦cadas, el ¨¢rbol end¨¦mico fue reemplazado por una palta m¨¢s solicitada en el mercado internacional: la Hass. Desde el terreno junto a su casa, se pueden ver las plantaciones hasta que se pierde la mirada.
Magdalena Morgan dice que el manual busca reafirmar la idea de la autonom¨ªa h¨ªdrica en los hogares y de la autonom¨ªa del cuerpo. ¡°Yo en mi hogar gestiono el agua de una forma tal que no precarice mi acceso a ella, sino que me ayude a tener m¨¢s agua y decidir para qu¨¦ la voy a ocupar. Es como cuando aprendemos a tener autonom¨ªa financiera, pero con el agua¡±, dice la ge¨®grafa.
Salinas destaca el esfuerzo mancomunado que hay detr¨¢s de este proyecto en que se encontraron varios mundos trabajando en un objetivo com¨²n. ¡°Se recogieron las tem¨¢ticas m¨¢s relevantes para la comunidad, las problem¨¢ticas que los aquejan y de esta manera se construy¨®. Creo que el esfuerzo que se realiz¨® es algo s¨²per relevante¡±, dice Salinas.
Adem¨¢s, Salinas destaca las costumbres locales, festividades y oficios que se han ido perdiendo y que el manual recoge como parte de la herencia cultural de las mujeres de Petorca. ¡°Pude participar de una ceremonia de canto al agua, que en el fondo son plegarias y se les hace una ofrenda para que llueva. No s¨¦ si habr¨¢ sido coincidencia o no, pero al d¨ªa siguiente llovi¨®¡±, dice Salinas, para quien fue muy significativo darse cuenta de todas esas dimensiones de identidad cultural, de historia.
Dentro de esa dimensi¨®n, tambi¨¦n hay un cap¨ªtulo dedicado al rol de las plantas medicinales y la posibilidad que ofrecen de adaptarse al cambio clim¨¢tico. ¡°No s¨®lo tenemos que ir rescatando ese conocimiento, sino que aprender y verlo como una oportunidad para adaptarse, en donde estos grupos no han sido muy considerados en la toma de decisiones de las pol¨ªticas p¨²blicas¡±.
Un territorio heterog¨¦neo
Zoila Quiroz fue durante muchos a?os presidenta del Comit¨¦ Quebrada de Castro. Hoy contin¨²a en la directiva, pero como tesorera. Cuando reci¨¦n comenzaron a organizarse a¨²n ten¨ªan agua. ¡°?ramos 12 vecinos y tom¨¢bamos agua de canal¡±, recuerda de aquella ¨¦poca a finales de los a?os 90 cuando decidieron acceder a la vertiente de Quebrada de Castro y as¨ª obtener agua limpia para el uso dom¨¦stico. As¨ª gestionaron las primeras mangueras y los materiales que necesitaban para abastecerse. En aquellos a?os a¨²n no se hablaba de la escasez h¨ªdrica. ¡°Ten¨ªamos agua en los canales, en los r¨ªos y gracias a eso nos adelantamos a lo que vino despu¨¦s¡±, dice Quiroz refiri¨¦ndose a los a?os de sequ¨ªa y a la falta de abastecimiento actual. Luego se sec¨® la vertiente y desde entonces comenzaron a llegar los camiones aljibes. Hoy Quiroz muestra las distintas fuentes y contenedores de agua con los que cuenta para tener siempre una alternativa dispuesta. Todo ha sido autogesti¨®n. Junto a sus vecinas han buscado opciones y han ido a golpear todas las puertas necesarias para que las autoridades e instituciones respondan a sus necesidades. Cuando no han encontrado respuestas, ellas mismas han armado una piscina para juntar agua de lluvia, han comprado agua embotellada o han solicitado camiones para llenar los estanques. La comunidad ha podido salir adelante pese a la falta de pol¨ªticas p¨²blicas o a las recomendaciones alejadas de su realidad.
¡°Cuando hablamos de agua, comunidad y territorio es muy importante separar y hablar sobre las aguas y hablar sobre las comunidades y los territorios. No podemos tener una mirada homog¨¦nea¡±, explica Maria Cristina Fragkou, al resaltar que no se puede tener la misma pol¨ªtica para peque?os agricultores, asociaciones rurales o grandes empresas. Y pone como ejemplo que los comit¨¦s de agua potable rural en Petorca, que ten¨ªan una uni¨®n comunal, parec¨ªan mucho m¨¢s resilientes a la sequ¨ªa que quienes intentaban enfrentar esta falta de agua solas. ¡°El trabajo en grupo es algo que hemos visto y que da muchos frutos y solo trae impactos positivos¡±.