Los presos de Ecuador pasan hambre
La empresa que alimentaba a 11.000 internos deja de prestar su servicio por una deuda de 30 millones contra¨ªda con el Gobierno, a lo que se suman las denuncias por torturas
Los presos de Ecuador est¨¢n pasando hambre. La empresa que alimentaba a 11.000 internos de 20 c¨¢rceles ha abandonado las cocinas de las prisiones por una deuda del Gobierno de Daniel Noboa de 30 millones de d¨®lares que todav¨ªa no ha sido saldada. Ese monto tambi¨¦n incluye la comida escolar de un mill¨®n y medio de ni?os. La primera alerta de que los presos no estaban recibiendo la comida fue el 26 de abril. El Servicio de Atenci¨®n de Personas Privadas de Libertad, SNAI, neg¨® a trav¨¦s de un bolet¨ªn en redes sociales que se hubiese suspendido la alimentaci¨®n y asegur¨® que hab¨ªan ¡°garantizado el servicio con normalidad¡±, seg¨²n informaron en un escueto comunicado. Despu¨¦s de la emisi¨®n de ese documento guardaron silencio. Una semana despu¨¦s, el presidente Noboa escribi¨® en la red social X, sin dar mayores detalles: ¡°Jam¨¢s favoreceremos a proveedores del Estado que tengan v¨ªnculos con el crimen organizado¡±. La crisis, sin embargo, no ha sido atajada y los familiares de los presos se agolpan en la puerta de la Penitenciar¨ªa del Litoral, situada en Guayaquil, por miedo a que los suyos mueran de hambre.
La situaci¨®n de los internos se agrava por las continuas denuncias de maltrato que las organizaciones de derechos humanos est¨¢n documentando desde que Noboa decret¨® el estado de conmoci¨®n interno y permiti¨® la entrada de los militares en las prisiones. Los t¨ªos, las hermanas, las madres, las abuelas han acudido este viernes con globos blancos con mensajes como ¡°No al maltrato¡± y fotograf¨ªas en carteles gigantes de los cuerpos heridos y ensangrentados de los presos. El familiar de Araceli est¨¢ recluido en la c¨¢rcel de Latacunga y el relato es similar: ¡°No hay comida, no hay medicinas, los est¨¢n maltratando. No estoy de acuerdo que los militares hagan eso, ellos ya est¨¢n pagando por sus delitos. El presidente est¨¢ haciendo mal¡±, dice la mujer.
En algunas c¨¢rceles, el SNAI ha permitido que los familiares lleven la comida a los presos. Para eso, se han organizado en los barrios para recoger donaciones de familiares, vecinos y amigos. ¡°A nosotros ya no nos alcanza el dinero y nos tenemos que apoyar en las personas¡±, dice Araceli. El juez fall¨® a favor de los presos y orden¨® que en 15 d¨ªas el Ministerio de Finanzas entregue los fondos al SNAI para que pueda garantizar la alimentaci¨®n de los presos. ¡°El SNAI no tendr¨¢ excusa para solucionar este problema y tendr¨¢ que gestionar con donaciones, instituciones p¨²blicas y privadas la comida de los presos¡±, explica Fernando Bastias, del Comit¨¦ Permanente de Derechos Humanos de Guayaquil (CDH).
Esa organizaci¨®n ha recibido cerca de 105 denuncias sobre tortura y tratos crueles, inhumanos y degradantes desde hace cuatro meses, cuando entr¨® en vigor el estado de excepci¨®n. La mayor¨ªa de las acusaciones provienen de la Penitenciar¨ªa del Litoral. Todas coinciden en que los presos est¨¢n incomunicados de sus familiares y que requer¨ªan de atenci¨®n m¨¦dica resultado de heridas causadas por golpes o por alguna enfermedad preexistente. Una de las pr¨¢cticas de tortura que ha identificado el CDH es tambi¨¦n a trav¨¦s de la alimentaci¨®n. ¡°Las Fuerzas Armadas retienen el alimento, dejan que se pudra y de ah¨ª se las dan a las personas privadas de libertad¡±, a?ade Bastias. Las denuncias tambi¨¦n detallan que ¡°los militares les dan la comida, los obligan a comer en un minuto, mientras les echan gas¡±, a?ade.
El Gobierno asegura que envi¨® una notitia criminis a la Fiscal¨ªa por un informe ¡°secreto¡±, del Centro de Inteligencia Estrat¨¦gica, en el que revela presuntos actos il¨ªcitos de car¨¢cter penal en la que estar¨ªa implicada la empresa Lafattoria S.A, el proveedor de alimentos de las 20 c¨¢rceles. ¡°Los gobiernos anteriores entregaron el Ecuador a estos delincuentes por a?os, acostumbr¨¢ndolos a otro tipo de pol¨ªtica. Hoy se sienten amenazados y se empe?an en obstaculizar el progreso de este Gobierno que, al fin, los llama por lo que son: narcopol¨ªticos¡±, dijo Noboa. El representante legal de la empresa le respondi¨® tambi¨¦n en X al mandatario dici¨¦ndole que le han dado informaci¨®n errada, y que ¡°parece una justificaci¨®n para no pagar los casi 30 millones de d¨®lares¡±. Adem¨¢s, dijo que ¡°la insinuaci¨®n de corrupci¨®n sin evidencia constituye una difamaci¨®n¡±. Asegura que su empresa ha sido auditada por la Contralor¨ªa del Estado y reporta a la Unidad de An¨¢lisis Financiero contra el lavado de activos.
El Gobierno realiza esta denuncia seis meses despu¨¦s de haber llegado al poder y sin una soluci¨®n al problema. Mientras tanto, familiares de los presos presionan al Estado con una protesta en las calles para que solucione el servicio de alimentos en las c¨¢rceles. Un grupo de personas sali¨® a manifestarse en los exteriores del Consejo de la Judicatura en Quito, donde se realizaba una audiencia de solicitud de medidas cautelares por falta de alimentaci¨®n en las prisiones que realiz¨® el CDH.
El ambiente est¨¢ enrarecido y envenenado. Hay una preocupaci¨®n evidente. Sandra mira un v¨ªdeo que resulta la ¨²ltima prueba de vida de su hijo recluido en el Litoral. En la imagen el joven est¨¢ sentado en el piso de su celda con una crisis de asfixia. Otro preso sostiene su cabeza para que intente respirar mientras un tercero lo graba. El v¨ªdeo lo recibi¨® hace una semana y es de las pocas evidencias que tiene de que su hijo sigue vivo. Los familiares de los presos poco saben de lo que ocurre dentro de los muros de las c¨¢rceles desde enero, cuando Daniel Noboa firm¨® un decreto de conflicto armado interno para que los militares entrasen a las c¨¢rceles del pa¨ªs. Desde entonces las visitas est¨¢n prohibidas. Luis, el hijo de Sandra, tiene 21 a?os y est¨¢ recluido desde hace tres a?os en esa c¨¢rcel en la que han ocurrido cerca de una decena de masacres carcelarias. Pero su madre no est¨¢ segura de que sobreviva a las torturas a las que est¨¢ siendo sometido. ¡°El d¨ªa que se grab¨® ese v¨ªdeo, hab¨ªamos pedido un habeas corpus para que reciba atenci¨®n m¨¦dica y los militares fueron a buscarlo a la celda para torturarlo con gas¡±, relata la madre, mientras mira el v¨ªdeo en el que su hijo balbuceaba que se iba a morir.
El cuerpo de Sandra tiembla contenida de la preocupaci¨®n y la rabia al ver las im¨¢genes, y rompe a llorar para decir que Luis sufre de asma y que lo ha visto mucho m¨¢s delgado. ¡°?l era gordito¡±, asegura, y en el v¨ªdeo se ve a un muchacho delgado, con el rostro marcado por los huesos y los ojos hundidos. ¡°Sabemos que no les est¨¢n entregando las tres comidas¡±, dice Sandra y junto ella se quejan en coro otras mujeres que est¨¢n en la puerta de la penitenciar¨ªa con una bolsa transparente con medicamentos en un intento de tener informaci¨®n sobre sus hijos, esposos o hermanos. Pero en la puerta los encargados de la c¨¢rcel guardan silencio.
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