Los combates en la frontera desbordan a Petro: ¡°Puede ser uno de los hechos m¨¢s dram¨¢ticos de la historia contempor¨¢nea¡±
El presidente env¨ªa 600 efectivos militares m¨¢s a la zona horas despu¨¦s de decretar el estado de excepci¨®n en un intento por frenar esta ola de violencia
La guerra que se libra estos d¨ªas en la frontera entre Colombia y Venezuela genera escenas de terror. Los combatientes han mostrado pilas de cad¨¢veres amontonados en una carrerilla y cuerpos mutilados tirados en mitad de la selva, agujerados por balas y amarrados con alambres de p¨²as, como si los acabaran de ajusticiar. Los combates entre grupos armados no se han producido solo a campo abierto, sino tambi¨¦n casa por casa. Al enfrentamiento directo se ha sumado una serie de asesinatos selectivos. Cabecillas de algunas bandas se han entregado a las autoridades para no caer en manos del enemigo. La morgue de una ciudad se llen¨® al punto de no poder refrigerar m¨¢s difuntos. La poblaci¨®n huye despavorida con sus casas a la espalda, como hac¨ªa tiempo que no pasaba. Gustavo Petro, que 24 horas antes anunci¨® el estado de excepci¨®n, le ha dado a lo ocurrido car¨¢cter tr¨¢gico: ¡°Este puede ser uno de los hechos m¨¢s dram¨¢ticos de la historia contempor¨¢nea desde los hechos de La Violencia¡±.
El presidente se refiere al tiempo, entre los 40 y los 50, en el que en Colombia se libr¨® una guerra brutal entre liberadores y conservadores. Una furia homicida arras¨® entonces con el pa¨ªs. El conflicto est¨¢ ahora mucho m¨¢s localizado, en concreto en el Catatumbo, la regi¨®n con mayor concentraci¨®n de plantas de coca del planeta. El ELN, la guerrilla a la que Petro ha tratado de convencer de que abandone las armas, ha concentrado tropas de otros lugares en este departamento para lanzar una ofensiva contra una disidencia de las FARC, en concreto el Frente 33. Los c¨¢lculos oficiales m¨¢s conservadores hablan de al menos 80 muertos. Petro dice que todav¨ªa no se tienen ¡°los datos concretos¡± que ayuden a poner en perspectiva la cat¨¢strofe. ¡°La situaci¨®n del Catatumbo ense?a (...). Uno aprende tambi¨¦n de los fracasos y all¨ª hay un fracaso de la naci¨®n¡±, ha reconocido. Pese a que ¨¦l mismo ha verbalizado la gravedad de la situaci¨®n, mantiene para este mi¨¦rcoles su visita a Haiti.
El presidente, adem¨¢s del decreto de conmoci¨®n interior, ha enviado al Catatumbo m¨¢s de 600 nuevos efectivos militares. Por ahora, los soldados no han intervenido en el combate, sino que se han dedicado a asegurar zonas y sacar a personas del fuego cruzado. La ONU tambi¨¦n coopera en operaciones de rescate. La Defensor¨ªa del Pueblo cifra en 32.000 las personas desplazadas que se han visto obligadas a dejar sus casas. A muchas de ellas se las ha visto cruzando con carretas, camiones y mulas a Venezuela, donde esperan encontrarse a salvo de la violencia. Aunque el grueso, unas 15.000, permanecen en la ciudad colombiana de C¨²cuta, la capital departamental, que se encuentra en el borde entre las dos naciones.
En algunos municipios se le proh¨ªbe a los vecinos salir a la calle. Se ha visto a combatientes del ELN buscando a civiles y a activistas puerta a puerta. Se han rescatado 35 cad¨¢veres del territorio, al que cuesta mucho acceder. Han sido asesinados al menos cinco firmantes de paz, que son los exguerrilleros que en 2016 se desmovilizaron por el acuerdo entre el Gobierno y las FARC. Desde entonces le han dado muerte a m¨¢s de 400 de ellos. Este es un aspecto central que impide que el Gobierno de Petro pueda alcanzar acuerdo con estos grupos armados. Entre los negocios de narcotr¨¢fico que manejan y la imposibilidad de que el Estado pueda asegurarles la vida una vez que dejen las armas, no sienten que haya demasiados motivos para abandonar sus actividades criminales.
Petro quer¨ªa dejar una naci¨®n en paz cuando abandonase dentro de a?o y medio la Casa de Nari?o, la residencia presidencial. Pero ha subestimado el conflicto a pesar llevar 30 a?os de vida pol¨ªtica enfocado en el asunto. Su idea de negociar en paralelo con los cabecillas de todas las organizaciones parece m¨¢s lejana que nunca. Ni siquiera ha conseguido lograr avances con los jefes del ELN, con los que comparte muchos de los diagn¨®sticos del pa¨ªs. El senador Iv¨¢n Cepeda, uno de los alfiles del presidente, lo ha intentado de todas las maneras, pero le ha sido imposible pese a toda la buena disposici¨®n. Esa v¨ªa parece cada vez m¨¢s cerrada. Petro ha dicho que si quieren guerra, ¡°tendr¨¢n guerra¡±.
No se trata de un enfrentamiento sencillo sobre el terreno. El ELN puede considerarse una guerrilla binacional, al mismo tiempo colombiana y venezolana. El Ej¨¦rcito bolivariano, poco presente en la frontera, convive con ella en una especie de pacto de no agresi¨®n. Su ej¨¦rcito tiene la capacidad de moverse de un lado de la l¨ªnea a otro, en funci¨®n de sus intereses. Las fuerzas armadas colombianas se encuentran con la dificultad de no poder perseguirlos en ese l¨ªmite invisible. Los analistas piensan que, en este momento, no se dan las condiciones para lograr una victoria de las tropas estatales.
Uno de los motivos por los que Petro no ha querido romper relaciones con el chavismo, pese a que tiene claro que Nicol¨¢s Maduro perpetr¨® un fraude en las elecciones presidenciales, es este. Siente que necesita del Gobierno venezolano para obtener una victoria militar, o al menos para arrinconarles de tal manera que no tengan otra salida que la negociaci¨®n. As¨ª lo hizo el presidente Juan Manuel Santos. El presidente Petro hasta ahora hab¨ªa enarbolado la bandera de la paz. Ahora quiere mostrar su capacidad como comandante en jefe de las fuerzas armadas.
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