?Qu¨¦ hacemos con la verdad?
Dice Vivian Neuman que estamos ante la tensi¨®n de la verdad que conoce la sociedad, la que establecen los jueces y la espera de esa verdad extrajudicial que nos consuela
La pregunta me surge en momentos en que la justicia no da las respuestas, las acusaciones surgen multiplic¨¢ndose en ¨¦poca electoral y la filosof¨ªa se me queda escasa para responder responsablemente. Vaya herej¨ªa. Me explico en las preguntas: ?c¨®mo sabemos qu¨¦ es verdad cuando la justicia tarda 20 a?os, m¨ªnimo, para validar los testimonios de los acusadores y cuando los que acusan terminan en muchos casos siendo victimarios de quienes se?alan?
?Y a¨²n m¨¢s grave, cuando dentro del sistema judicial hay quienes se dejan corromper con los dineros del investigado o el juez ha sido elegido para cuidar los pecados de su elector?
C¨®mo construir una ¨¦tica de lo p¨²blico cuando quienes son se?alados acuden al ¡°es una persecuci¨®n pol¨ªtica¡± y se mantienen ah¨ª en sus pedestales para recibir el favor del voto porque solo somos culpables hasta que un juez lo dictamine. La presunci¨®n de inocencia se impone. M¨¢s no la virtud.
Dice Vivian Neuman que estamos ante la tensi¨®n de la verdad que conoce la sociedad, la que establecen los jueces y la espera de esa verdad extrajudicial que nos consuela. Y pienso en la Comisi¨®n de la Verdad a cargo del padre Francisco de Roux, en la b¨²squeda de esa que necesita tiempo, mucho tiempo para ser decantada, explorada, investigada y que no busca necesariamente el castigo. Es la verdad que se vuelve el relato en el que nos encontramos porque nos confesamos y nos reconocemos para entonces caminar por una ruta sin hipocres¨ªas. Vaya idealismo, pero del bueno.
Menciona Neuman el trabajo de Rodrigo Uprimny y Mar¨ªa Paula Saffon en Colombia, ¡°Verdad Judicial y verdades extrajudiciales: la b¨²squeda de una complementariedad din¨¢mica¡±, para dar respuesta a la pregunta que me trasnocha por estos d¨ªas cuando desde el periodismo me niego al activismo e insisto en darle a nuestras audiencias lectoras u oyentes, alg¨²n elemento que los aparte de los extremos fan¨¢ticos que desde la izquierda y la derecha validan el delito peque?o y de lesa humanidad, entregando el alma que se enfermar¨¢ poco a poco hasta acabar con sus familias y comunidades por no ser capaces de racionar.
Pero aterrizo en el hoy y me planteo en esta semana lo ocurrido: Andr¨¦s V¨¢squez ex asesor de Piedad C¨®rdoba, declara en la Corte Suprema de Justicia de Colombia que alias Teodora, como se ¡°dice¡± se le conoc¨ªa en los computadores del fallecido ex jefe de la guerrilla de las FARC, al¨ªas Ra¨²l Reyes, hac¨ªa m¨¢s que labores humanitarias y pr¨¢cticamente traficaba con los secuestrados determinando los tiempos en que deb¨ªan ser liberados. Lo dijo en el caso de Ingrid Betancourt, quien estuvo secuestrada por 6 a?os. ?La ahora candidata presidencial resulta revictimizada y la candidata al senado, acusada, deber¨ªa renunciar a su pretensi¨®n de ser elegida senadora en una lista del pacto hist¨®rico, el partido de Gustavo Petro? Posiblemente en lo relativo a la responsabilidad pol¨ªtica, s¨ª, pero no desde la presunci¨®n de inocencia. El escenario para el ciudadano que va a votar el pr¨®ximo 13 de marzo para renovar el congreso, es ejercer su derecho en un escenario de duda, si acaso. ?Qu¨¦ hacemos con la verdad? Nuevamente.
Aida Merlano, la operadora sexual y electoral de dos pol¨ªticos de Barranquilla, habla desde Venezuela, protegida por el r¨¦gimen de Maduro, luego de haberse fugado de las autoridades colombianas saltando por la ventana de un consultorio odontol¨®gico, violada seg¨²n dice en su historia, reproducida una y otra vez por los medios, y casi asesinada por matones a sueldo, que, en Barranquilla, la ciudad donde naci¨®, nunca le pareci¨® delito la compra de votos porque creci¨® en eso, compraban votos. Vaya generalidad tan asquerosa donde hay hogares humildes en esa que tambi¨¦n es mi ciudad, donde jam¨¢s un hogar ha pagado ni recibido una coima.
Grab¨® a sus amantes de quienes dice recibi¨® la plata para llegar al congreso. Los afectados dicen que miente. Sus amantes se declaran arrepentidos de haber ca¨ªdo en las redes del amor de la ex senadora que ellos se inventaron. Su hija anda por el mundo hablando de la necesidad de romper los esquemas sociales para validar el comportamiento materno y ser visible en los mismos medios. ?Y para cu¨¢ndo la justicia nos dir¨¢ la verdad? ?Nos quedamos con su testimonio y la reacci¨®n de los se?alados y su ¨²nico reconocimiento de que la carne es d¨¦bil pero no hasta entregarse al diablo?
Por a?os hemos asistido a las investigaciones en contra del expresidente ?lvaro Uribe. Una y otra vez acusado de manipulaci¨®n de testigos, de paramilitar. Testimonios ciertos, otros cambiantes de acuerdo con el bolsillo del extorsionador. Y Uribe ah¨ª v¨ªctima y victimario sin un fallo final, jugando aun en el escenario de la pol¨ªtica, cada vez menos, pero ah¨ª.
Y as¨ª vamos sin saber qu¨¦ hacer con la verdad, porque suponemos una verdad que no judicial, una verdad de pasillos, que no una verdad social ni hist¨®rica que necesita tiempo, porque los operadores judiciales se entregaron tambi¨¦n a los corruptos, al sistema con el que son elegidos y aparentan una pulcritud que ya no convence a nadie mientras la ciudadan¨ªa refugiada en el asco de tanta impunidad se vuelve fan¨¢tica y, por lo tanto, incapaz de escoger bien, de votar bien. Y as¨ª seguimos asumiendo culpables a quienes pueden ser inocentes solo porque se acomoda a lo que queremos creer. O declarando inocentes a los peores porque al final alguien tiene que declarar qu¨¦ es verdad para reconstruir una ruta digna por la cual movernos.
Pero mientras las declara un juez hay verdades que hemos visto, que hemos documentado y sobre esas debe moverse nuestra conciencia y nuestro voto. O es que acaso necesitamos que alguien falle contra los sacerdotes que abusaron por a?os de menores en la iglesia espa?ola. Los castigos muchas veces dependen de que nosotros mismos, seamos capaces de mirar al delincuente a los ojos y negarle la complacencia de la que se alimenta.
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