Ser hijo y alumno. Ser madre y maestra
Ser hijo de una maestra no es f¨¢cil, pero tambi¨¦n es un regalo extraordinario de la vida que nos hace ver el mundo con otros ojos. Tres hijos de distintas maestras y la madre de uno de ellos nos hablan sobre lo que representa ser mam¨¢ y maestra a partes (a veces) desiguales.
Independientemente del nivel escolar y su carga horaria, en promedio un maestro puede pasarse entre 15 y hasta 48 horas a la semana trabajando antes, durante y despu¨¦s de impartir clase. Si tomamos en cuenta que la estimaci¨®n mundial del 40% de los maestros son tambi¨¦n madres de familia, la perspectiva trae ciertos cuestionamientos puntuales a la luz.
Si ser madre es en s¨ª misma una labor compleja y demandante, y adem¨¢s comparte ciertos elementos en com¨²n con la profesi¨®n docente como la impartici¨®n de conocimientos, el cuidado e incluso el cultivo de ciertos valores, o la formaci¨®n misma de individuos sensibles ante las problem¨¢ticas del mundo, el desaf¨ªo de ser madre y maestra se presenta como uno mayor. Uno en donde la vocaci¨®n, la profesi¨®n y la disposici¨®n se enfrentan con dilemas ¨¦ticos, la administraci¨®n ¨®ptima del tiempo y, s¨ª¡el amor de mam¨¢.
As¨ª como no todas las madres ni los hijos son iguales entre s¨ª o se enfrentan ante el mismo contexto, tener una mam¨¢ que se dedica a la ense?anza puede influir de maneras distintas en la formaci¨®n de profesionales y seres humanos emp¨¢ticos, o con cierta propensi¨®n a los conocimientos y la ense?anza. Aunque esto no necesariamente sea una regla.
¡°Tu mam¨¢ te hace la tarea¡±
Uno de los lugares comunes en torno a los hijos de maestras es que suele pensarse que poseen cierta ventaja acad¨¦mica e incluso cognitiva, al tener a un experto educativo en casa. O a su vez, que en casa y en el ¨¢mbito profesional habita una exigencia por la excelencia, derivada de un posible prestigio o el peso preexistente de la figura docente.
Para Ana Mar¨ªa Palacios Boix, mejor conocida como Miss Ana, docente privada con una trayectoria de m¨¢s de 30 a?os y madre de dos hijos, Alberto y Mar¨ªa Fernanda, esto no es cierto por default, pero bien podr¨ªa ser tambi¨¦n un tema de percepci¨®n y matices.
¡°Ambos hijos m¨ªos estudiaron donde yo trabaj¨¦ y mi intenci¨®n con ello era por el alto grado acad¨¦mico de la instituci¨®n, y yo quer¨ªa darles eso. Yo no me met¨ªa con su situaci¨®n escolar, a menos que me citaran o me mandaran llamar. Y s¨ª, es una gran ventaja conocer el sistema pero eso no significa que les des ventajas a tus hijos, s¨®lo sabes por d¨®nde ayudarles y si tienen un problema para que desarrollen sus propias habilidades¡±, asegura Miss Ana, quien considera que la educaci¨®n es lo m¨¢s importante en la vida, lo que saca adelante a una naci¨®n.
Desde la visi¨®n del hijo de Miss Ana, Alberto, los beneficios de tener una profesora como madre se encontraban equilibrados, y en caso de que hubiera algo en cierto sentido inc¨®modo o perceptiblemente adverso de esa relaci¨®n, al final del d¨ªa tambi¨¦n formaba parte de una experiencia positiva.
¡°Crecer con una mam¨¢ maestra es tener a alguien que de caj¨®n est¨¢ interesada en tu desarrollo, que tiene empat¨ªa por default, sobre todo si esa es su vocaci¨®n. De eso se trata, porque la profesi¨®n es moldear personas, y eso conlleva una responsabilidad, trabajo y estr¨¦s importantes. Y eso demanda una inteligencia emocional notable, que te lleva m¨¢s all¨¢ de si algo est¨¢ s¨®lo bien o mal, desarrollas un sentido muy humano de empat¨ªa y de ponerse en la situaci¨®n del otro, de construir y aprender a apreciar a los dem¨¢s. Por el contrario, como hijo de maestra viv¨ª que las malas decisiones que tomaba sonaban m¨¢s fuerte, porque eran en la escuela y en la casa. Como que no te deja estar eso, siempre te va a ¡®rascar¡¯, tus maestros y tu mam¨¢ te lo recuerdan; las alertas son m¨¢s ruidosas, digamos¡±, cuenta Alberto.
Amor, conocimiento y reconocimiento
Pese a que ser hijo de una profesora o pertenecer a un linaje de excelencia acad¨¦mica no garantiza un mejor rendimiento escolar, lo que s¨ª suele existir es una estimulaci¨®n y sensibilizaci¨®n mucho m¨¢s cercanas por tem¨¢ticas y din¨¢micas del aprendizaje y el conocimiento.
Para Israel Ram¨ªrez, cantautor e hijo de la maestra de espa?ol Jovita, como se le conoce afectuosamente a su mam¨¢ tanto en la colonia donde viven como en las dos escuelas p¨²blicas de educaci¨®n b¨¢sica en donde imparti¨® clase su mam¨¢, la influencia de su madre fue vital para comprender las inclinaciones, intereses y pasiones de Israel en la actualidad.
¡°Mi madre influy¨® mucho en las cosas que ahora me gustan; me gustaban los libros, la m¨²sica y el baile. Eran cosas que ella foment¨® en mi tanto como madre como maestra. La ortograf¨ªa me la inculc¨® desde peque?o, por ejemplo. Y otro privilegio que tuve fue que eleg¨ª estudiar secundaria en un colegio donde ella dio clases, y en esa escuela (Rep¨²blica de Venezuela No. 86, en Iztapalapa) ella fue muy respetada. Me toc¨® conocer a muchos compa?eros de ella, conocerla tambi¨¦n a trav¨¦s de esos profesores. Un motivo de orgullo y de poner un est¨¢ndar muy alto, tambi¨¦n; en donde trabaj¨® siempre dej¨® huella por ser una persona proactiva, exigente y muy buena maestra. Y todos esperaban de m¨ª lo mismo, pero yo era un poco flojo, la verdad¡±, confiesa Israel.
Por otra parte, esta supuesta ¡°absorci¨®n¡± temprana de referentes, informaci¨®n y contraste de visiones, muchas veces compleja y distinta al resto de los compa?eros, tampoco es obligatoria o consciente en todos los casos. As¨ª lo confiesa Bartolom¨¦ Delmar Huerta, mago y consultor empresarial, para quien los roles y las din¨¢micas entre su madre maestra, Milagros Huerta, y ¨¦l se encontraban perfectamente delimitadas y constre?idas al espacio privado vital de cada uno.
¡°Si yo compart¨ªa algo con mi madre era por placer, y ah¨ª s¨ª hab¨ªa conversaciones, informaci¨®n, datos, apuntes que no ten¨ªan que ver con la tarea en s¨ª, pero de cosas que ella sab¨ªa: de pol¨ªtica, de arte, de lo que estudiaba y profesaba. Esas conversaciones, todo ese contenido s¨ª llegaba a aplicarlo en algunos momentos escolares y me paraba el cuello. Nadie m¨¢s ten¨ªa esas referencias. Y hab¨ªa un grupo de compa?eros con los que me fui acercando con esos referentes en com¨²n¡±, apunta Bartolom¨¦.
Pese a las etapas naturales del crecimiento, en donde los hijos de maestras pudieran sentirse extra?os o apenados porque su mam¨¢ pertenece al ecosistema acad¨¦mico al que pertenecen y con el que comparten amigos-alumnos ¨ªntimos, el ser maestro es una labor respetada y crucial para la formaci¨®n de individuos, no siempre retribuida en su justa medida, pero que en suma tiene mucho en com¨²n con las figuras maternas al ser las primeras en transmitir informaci¨®n, conocimientos o valores aunque, como apunta Miss Ana, esto ¨²ltimo comienza en el hogar de cada familia.
¡°Las maestras podemos ser figuras maternas pero de ninguna manera suplantamos a las madres. Lo primero es la casa. A veces se nos exige a las docentes transmitir valores. Podemos coadyuvar a desarrollarlos, pero es algo que debe surgir en casa, indudablemente¡±, apunta esta profesional educativa con m¨¢s de 35 a?os de trayectoria con diferentes cargos, entre maestra de grupo, coordinadora y directora en distintos niveles.
Orgullo, cari?o y respeto rebasan incluso los linderos de las aulas y el hogar, para habitar en la cotidianeidad de una comunidad que sigue viendo en el profesor una figura esencial formativa, pese a la evoluci¨®n tecnol¨®gica o las nuevas formas de adquirir conocimiento, como apunta el hijo de Miss Ana, Alberto: ¡°La transferencia de conocimientos en t¨¦rminos focalizados y humanos es muy importante. S¨ª habr¨¢ mejores herramientas, pero para m¨ª siempre tiene que estar el rol del profesor, porque es un referente vital de la relaci¨®n humana, aquella adem¨¢s que no se limita a tu familia nada m¨¢s, sino una m¨¢s grande que te ayudar¨¢ a crecer de forma mutua. Ellos se desarrollan contigo¡±, sentencia Alberto.
Israel Ram¨ªrez subraya tambi¨¦n el respeto, cari?o y reconocimiento a trav¨¦s del tiempo, en donde los otros generan v¨ªnculos afectivos y de correspondencia humana, gracias al camino labrado por la mam¨¢ propia que fue maestra de muchos.
¡°Mi madre era querida por los pap¨¢s, porque se preocupaba porque los ni?os tuvieran calidad de vida. Si llegaban maltratados o mal alimentados, ella hablaba con los padres. Esa parte humana fuera de las aulas me parece importante. Ese compromiso. Y otra satisfacci¨®n es que en el barrio la reconocen a la maestra Jovita, me llegan a hacer descuentos en los negocios por ser su hijo; es un tema de respeto, tambi¨¦n¡±.