¡°La distancia me ayud¨® a conocer mejor a mi mam¨¢¡±
Trabajo, situaciones complejas y decisiones de vida alejan de forma f¨ªsica a algunas madres de sus hijos. Sin embargo, esa misma distancia puede convertirse tambi¨¦n en una oportunidad de conocerse y vincularse de forma distinta. Estas tres historias nos hablan de un amor que la lejan¨ªa s¨®lo ha hecho m¨¢s fuerte.
Uno de los momentos m¨¢s dif¨ªciles y dolorosos se ubica en el momento irremediable en el que los hijos tienen que dejar el nido, como com¨²nmente se le refiere al hogar, para volar por cuenta propia. Esa experiencia, dif¨ªcil y necesaria, a veces llega de una forma intempestiva y m¨¢s temprano a lo esperado, ya sea por un tema de crecimiento y desarrollo, madurez o por alguna situaci¨®n extrema que orilla a la separaci¨®n del seno materno. Sin embargo, a veces la distancia y el tiempo de por medio ayudan a querernos mejor y crecer mutuamente desde el reenfoque de los afectos.
Para Maribella Aguilar, ahora tambi¨¦n madre de 63 a?os de edad, la partida de casa fue en cierto modo pronta y necesaria, al vislumbrar un mejor nivel de vida en la ciudad. Ella recuerda lo dif¨ªcil que fue y c¨®mo su partida, en contra de la opini¨®n de su mam¨¢ y la aprobaci¨®n de su pap¨¢, gener¨® cierta distancia e incomodidad con Francisca, su madre.
¡°Me fui de casa a los 14 a?os, de Guerrero al entonces Distrito Federal. Al principio el tema fue r¨ªspido de ella hacia m¨ª. Lloraba mucho y la sent¨ªa diferente conmigo, un tanto resentida tal vez, aunque nunca me lo extern¨®. Jam¨¢s nos dejamos de hablar pero se sent¨ªa extra?o. Ya cuando naci¨® mi primer hijo en 1977, cinco a?os despu¨¦s de que me sal¨ª de casa, esa relaci¨®n cambi¨® un poco m¨¢s¡±, recuerda Maribella.
Por su parte, para Eduardo Luis Hern¨¢ndez, venezolano afincado en M¨¦xico e hijo de padres divorciados, las distancias intermitentes a nivel local entre la casa paterna y materna debido a las oportunidades de estudio, en cierto modo prepararon el terreno para la partida definitiva del pa¨ªs.
¡°Me separ¨¦ de mi mam¨¢ y me fui a los once a?os a casa de mi padre para estudiar en otra escuela. Mi relaci¨®n con ella siempre ha sido bastante buena. Y en Nirgua (donde estudiaba) yo le hablaba todos los d¨ªas por tel¨¦fono, la comunicaci¨®n era constante. Y yo rescato mucho eso porque pese a que ya no es as¨ª ahora, es algo que nos ayud¨® a comunicarnos mejor. Yo sent¨ªa la relaci¨®n con ella como la de una amiga¡±, cuenta Eduardo.
Por otra parte, y tambi¨¦n de forma muy temprana, aunque en sentido inverso, la decisi¨®n de separaci¨®n de Francisco de Pablo con su mam¨¢ y el resto de su familia fue prematura, fuerte, pero necesaria para su futuro profesional. ¡°Hace poco m¨¢s de diez a?os surgi¨® una oportunidad laboral para mi pap¨¢ y se fueron con mi hermano, quien a¨²n no terminaba la preparatoria, pero yo ya estaba en la universidad y decid¨ª quedarme. Me encargu¨¦ de solucionar mi estad¨ªa, lo cual quiz¨¢s me mostr¨® m¨¢s maduro y solucion¨® ese temor. Se fueron en 2010. Y desde entonces nuestra relaci¨®n es buena, somos cercanos, yo s¨¦ que cost¨® trabajo la separaci¨®n, pero en ese entonces yo ya estaba inmerso en Internet, as¨ª que cuando pudimos hacer el primer chat familiar en 2013, esa comunicaci¨®n fue a¨²n m¨¢s constante¡±, cuenta Francisco.
Lo que nos contamos y lo que sentimos
En muchos de los casos en donde existe una relaci¨®n a distancia con mam¨¢, la evoluci¨®n en las telecomunicaciones nos ha hecho ser m¨¢s sint¨¦ticos al hablar, o francos tal vez, quiz¨¢s m¨¢s pr¨¢cticos o claros a la hora de contar an¨¦cdotas, pero tambi¨¦n ha contribuido a expresar y sentir de formas diversas nuestros afectos. As¨ª, los rega?os, las lecciones de vida o los recordatorios dan paso a una preocupaci¨®n por la alimentaci¨®n, la seguridad y el monitoreo de la vida del otro.
Para Maribella Aguilar, la distancia de m¨¢s de tres d¨¦cadas con su madre ha pasado por varios formatos de comunicaci¨®n y evoluci¨®n. ¡°Al principio mis padres ven¨ªan de repente y yo iba tambi¨¦n, nos ve¨ªamos unas cinco veces al a?o. En ese entonces no hab¨ªa manera de comunicarse por tel¨¦fono, era mediante cartas que tardaban un mes en llegar. Con la llegada de las casetas telef¨®nicas al pueblo comenzamos a hablarnos cada 15 d¨ªas en promedio y las cartas desaparecieron. Luego, tras el fallecimiento de mi padre a inicios de los noventa por fin tuvimos tel¨¦fono ac¨¢ en la ciudad y habl¨¢bamos a¨²n m¨¢s. Hoy, con internet y el tel¨¦fono estamos m¨¢s en contacto, si no nos vemos nos hablamos o luego le marco diario o hacemos videollamada¡±, precisa Maribella.
Sin embargo, Eduardo Luis sabe que muchas veces, pese a que las llamadas sean afectuosas, prolongadas y frecuentes, siguen habiendo cosas en el tintero, cosas que antes estaban y puede extra?ar que ya no est¨¦n presentes, o bien que no se consideran necesarias para la conversaci¨®n. Confiesa que la distancia tambi¨¦n ¡°hace de forma inevitable que se pierda cierto aspecto de la relaci¨®n que yo creo es necesaria en el d¨ªa a d¨ªa, esta continuidad, digamos. Luego las llamadas semanales, al final pueden decir o no decir mucho, entonces hay cosas que quiz¨¢s no te cuenta porque no te quiere preocupar. Como t¨² no ves su vida de cerca te puedes perder cosas¡±, afirma.
Algo cambia, menos el amor
Pese a que siempre habr¨¢ cosas que extra?en de los d¨ªas con mam¨¢ y que en cierto modo ya no regresar¨¢n, la distancia ha cultivado tambi¨¦n una relaci¨®n madura y contribuido a ver a la figura materna desde una visi¨®n m¨¢s emp¨¢tica, humana y madura, en donde lo ¨²nico que se fortalece son los afectos y la preocupaci¨®n por el bienestar del otro.
Francisco de Pablo cuenta que incluso las discrepancias pueden ser un tanto m¨¢s arm¨®nicas a lo lejos. ¡°Siempre he podido ser abierto con mi mam¨¢, pero conforme soy m¨¢s adulto lo soy m¨¢s. Me queda claro que hay cosas que no tenemos en com¨²n o en las que no coincidimos, pero tambi¨¦n entiendo que eso no nos tiene que distanciar necesariamente¡±, afirma.
¡°Lo que disfruto ahora es explorar y profundizar en cosas de antes o la personalidad de ella, sin meterme ni juzgarla mucho. Es un poco entenderla, entrar en sus pensamientos sobre cosas nuevas. Me gusta indagar sobre su perspectiva, y a veces no nos metemos demasiado pero me gusta la idea de que se puede tener ese tipo de conversaciones con ella¡±, confiesa Eduardo Luis.
Por su parte, Maribella afirma que hoy incluso los roles se han invertido un poco, y que la edad y la salud de su mam¨¢ la invitan no s¨®lo a estar m¨¢s en comunicaci¨®n con ella, sino a verla de forma f¨ªsica con frecuencia. ¡°Al salirme de la casa entend¨ª m¨¢s a mi madre como persona, por los tratos que recib¨ªa en un r¨¦gimen patriarcal, me pon¨ªa en sus zapatos. Ahora la relaci¨®n es buena, pero el trato es m¨¢s dependiente por la edad y la salud, pero eso me ha hecho ubicar y valorar la independencia y responsabilidad para con cada una, aunque sea mi mam¨¢. Cuando s¨¦ que est¨¢ enferma siento que debo estar ah¨ª, la distancia a veces me hace sentir que me quedar¨¦ con algo guardado y eso no me gusta. Siento una necesidad mayor de acercamiento, de estar ah¨ª¡±.