La par¨¢bola del pimiento y la pasi¨®n de Judea: ¡°Cuando trabajamos juntos, crecemos juntos¡±
Hace m¨¢s de dos d¨¦cadas, Mobile Loaves & Fishes respondi¨® en Austin, Texas, al llamado de no solo ¡°amar al pr¨®jimo¡±, sino de alimentarlo ¡°como a ti mismo¡±. Dentro de la organizaci¨®n, Judea Atarji se encarga de garantizarlo
Es uno de los episodios neotestamentarios m¨¢s narrados ¡ªde hecho no hay otro, con excepci¨®n de la resurrecci¨®n de Jes¨²s, al que se haga referencia en los cuatro Evangelios. Es, adem¨¢s, el ¨²nico milagro que Jesucristo repite dos veces. Lo conocemos tradicionalmente como la Multiplicaci¨®n de los panes y los peces y relata ese acto portentoso en el que alimenta a una multitud con muy poco: cinco panes y dos peces. Mobile Loaves & Fishes (MLF) ¡ªque puede traducirse al espa?ol como Ministerio m¨®vil de los Panes y los Peces¡ª se fund¨® en 1998 inspirado en este pasaje b¨ªblico de solidaridad fraternal y compasi¨®n comunitaria. Desde entonces, la organizaci¨®n ha estado empoderando a los desamparados a trav¨¦s de sus tres programas pilares: un ministerio motorizado de camiones que distribuyen comida a las personas sin hogar de Austin; la villa Community First!, que alberga a desamparados; y la granja Genesis Garden que administra Judea Atarji, donde se cosechan los vegetales y frutas que se distribuyen gratuitamente a las personas vulnerables de la comunidad.
Nacida en California, tras vivir en varios estados de la costa del Pac¨ªfico, desde hace unos cinco a?os Atarji vive en Austin, Texas. ¡°Trabajaba para otra empresa que ten¨ªan una granja sin fines de lucro, en la que era su agricultor principal, y distribu¨ªa la comida de otra organizaci¨®n llamada Casa Marianella que ayuda a reubicar a los inmigrantes, cuando fui reclutada [por MLF]¡±, cuenta. Lo que inspira a la joven agricultora y trabajadora social es la agronom¨ªa sostenible dirigida a garantizar alimentaci¨®n asequible en los desiertos alimentarios. ¡°Siempre estoy tratando de encontrar una manera de cultivar alimentos y distribuirlos de manera gratuita y aun as¨ª tener un techo sobre mi cabeza y ganar dinero¡±, a?ade riendo.
Esta pasi¨®n de Atarji de garantizar que las personas m¨¢s vulnerables se alimenten de una manera digna, con productos frescos y saludables ¡ªambos coincidimos en que los bancos de alimentos hacen una gran labor pero est¨¢n demasiado enfocados en enlatados y productos no perecederos¡ª, y cultivados de una manera sostenible, se alinea con la misi¨®n de MLF. ¡°Nuestra organizaci¨®n recibe financiaci¨®n a trav¨¦s de donaciones, subvenciones... De hecho, recientemente ganamos una subvenci¨®n a trav¨¦s del programa Community First Grant de Whole Foods, lo cual es realmente genial¡±, explica. ¡°Recibimos financiamientos a trav¨¦s de muchas v¨ªas. Tambi¨¦n terminamos de construir un nuevo invernadero¡±.
Para David Goujon, el arquitecto que junto a constructora Albarez Constructions trabaj¨® en el proyecto del nuevo invernadero, el fundador de MLF, Alan Graham, ¡°es un santo caminando entre nosotros. Una persona con un coraz¨®n de oro¡±. Atarji coincide con esa descripci¨®n. ¡°Es un ser humano incre¨ªble. Comenz¨® todo esto distribuyendo comida desde la cama de su cami¨®n a los desamparados que viv¨ªan debajo de los puentes¡±, cuenta.
El humanismo cristiano de Graham explica el esp¨ªritu solidario que anima esta microcomunidad de unas 350 casitas y terrenos de cultivo en una propiedad de 51 acres, en la que se les ofrece vivienda asequible y permanente, trabajo con remuneraci¨®n digna en las labores agr¨ªcolas y una red de apoyo a los desamparados cr¨®nicos de la regi¨®n central de Texas, algunos de ellos de origen latinoamericano. Atarji se encarga de administrar unos 15 acres cultivables que tiene la propiedad. ¡°Destinamos alrededor de siete acres a la cr¨ªa de gallinas ponedoras y pollos, tenemos 88 ¨¢rboles frutales, una huerta de papas, una huerta de melones de cultivo permacultural, dos acres de jard¨ªn, una c¨²pula geod¨¦sica para cultivos tropicales, un invernadero hidrop¨®nico acuap¨®nico de 2000 pies cuadrados y tenemos colmenas de abejas y un estanque natura¡±, describe con la rapidez y seguridad de quien lo tiene todo bajo control. A?adiendo inmediatamente, con un dejo de orgullo en la voz: ¡°Producimos cada mes entre 10 y $12,000 d¨®lares de alimentos, en t¨¦rminos de valor de mercado, que distribuimos gratuitamente¡±.
Gracias a la eficiencia del proyecto y el apoyo de los contribuyentes, la comunidad de MLF contin¨²a creciendo y tiene grandes planes de expansi¨®n. ¡°Acabamos de comprar otros 51 acres y otros 71 acres. Con estos 127 nuevos acres podremos construir 1400 hogares adicionales para realojar a las personas¡±, explica Atarji. ¡°Cuando alguien se muda a nuestra comunidad se convierte en parte de nuestra familia. Les recordamos que son seres dignos de una familia, de recibir amor, de generar ingresos, de tener un hogar y de ser tratados con dignidad y respeto. ?Sabes c¨®mo mucha gente trata a las personas sin hogar? Hay un estigma; nosotros estamos aqu¨ª arriba y ellos all¨¢ abajo. Esa no es la realidad. Estoy segura de que una de las razones por las que Susanna y Gisela quer¨ªan que hablara contigo es porque les cont¨¦ la historia del pimiento. ?Te hablaron de esto?¡±, pregunta Atarji.
¡°Es una de las historias m¨¢s importantes que le cuento a la gente¡±, responde cuando niego curioso. ¡°Si pones un pimiento en una maceta solo, el rendimiento ser¨¢ mucho menor que si siembras varios pimientos diferentes en un cantero junto con diferentes tipos de albahaca y de flores cosmo (mirasol). Me gusta especialmente la especie klondike porque tiene un sabor c¨ªtrico a lim¨®n¡±, dice. ¡°Las tres plantas son comestibles, lo cual es genial. Pero lo verdaderamente maravilloso es que, a pesar de que todas son diferentes, trabajan en simbiosis para mitigar los insectos, dar sombra y nitrogenarse. Al trabajar juntas la floraci¨®n y el rendimiento son mayores. Siempre le digo a la gente, yo ser¨¦ el pimiento, los voluntarios pueden ser las flores y los vecinos que est¨¢n trabajando con nosotros la albahaca. Estamos todos juntos en el mismo terreno. Y cuando trabajamos juntos, crecemos juntos¡±, enfatiza haciendo una pausa. ¡°Y no es solo una hermosa analog¨ªa de c¨®mo cultivar alimentos, sino de c¨®mo ser miembro de una comunidad y amarla y cuidarla. Todo comienza a partir de una semilla, ?sabes? C¨®mo vamos a crecer y c¨®mo vamos a florecer en nuestras propias vidas depende de c¨®mo nos nutrimos y c¨®mo nos cuidamos unos a otros¡±.
Atarji conoce en carne propia de las tribulaciones que sufren las personas sin hogar. ¡°Cuando ten¨ªa quince a?os y era b¨¢sicamente una adolescente homeless, mi cu?ada Miriam, que es chilena, la mam¨¢ de mi sobrina, me dio refugio en su hogar. Yo no era m¨¢s que la hermana peque?a de su exmarido, pero ella dijo: ¡®No, t¨² eres mi familia, eres mi gente¡¯. Luego otra esposa de mi hermano, Melissa, que es mexicana, igual. Estas dos mujeres, esa chilena y esa mexicana, son mi sangre. Ellas son mi alma, son mi gente. Hasta el d¨ªa de hoy hablamos, y nos consideramos tan cercanas como si hubi¨¦ramos nacido del mismo vientre¡±, dice conmovida. ¡°Toda la cultura latinoamericana se deriva de estas mujeres latinoamericanas fuertes, brillantes, asombrosas, amorosas y solidarias que me acogieron y me cuidaron. Puedo decir que fui salvada por mujeres hispanas¡±.