Secuestro y desaparici¨®n del cad¨¢ver de Eva Per¨®n
A 70 a?os de su muerte, el destino que los militares golpistas dieron al cuerpo de Evita es a¨²n evidencia de la barbarie pol¨ªtica en Argentina
Como se sabe, la ¡°vida¡± de Evita no termin¨® con su muerte. No s¨®lo por la notable persistencia de la memoria, sino porque su cuerpo embalsamado fue secuestrado en el primer piso de la Confederaci¨®n General del Trabajo (CGT) por un comando de la llamada Revoluci¨®n Libertadora. La decisi¨®n se tom¨® tras arduos debates sobre qu¨¦ deb¨ªa hacerse con el cad¨¢ver que incluyeron proposiciones premonitorias, ...
Como se sabe, la ¡°vida¡± de Evita no termin¨® con su muerte. No s¨®lo por la notable persistencia de la memoria, sino porque su cuerpo embalsamado fue secuestrado en el primer piso de la Confederaci¨®n General del Trabajo (CGT) por un comando de la llamada Revoluci¨®n Libertadora. La decisi¨®n se tom¨® tras arduos debates sobre qu¨¦ deb¨ªa hacerse con el cad¨¢ver que incluyeron proposiciones premonitorias, como arrojarla al mar desde un avi¨®n de la Marina o incinerar el cad¨¢ver. Finalmente se decidi¨® que, ante todo, deb¨ªa sac¨¢rsela de la CGT para evitar que el edificio de la calle Azopardo, en el centro de Buenos Aires, se transformara en un lugar de culto y por lo tanto de reuni¨®n de sus fervientes partidarios. Como se le escuch¨® decir al subsecretario de Trabajo del Gobierno golpista: ¡°Mi problema no son los obreros. Mi problema es eso que est¨¢ en el segundo piso de la CGT¡±.
En la noche del 22 de noviembre de 1955, el teniente coronel Carlos Eugenio Moori Koenig ¨Csu apellido significa rey de la ci¨¦naga¨C, jefe del Servicio de Inteligencia del Ej¨¦rcito (SIE), y su lugarteniente, el mayor Eduardo Antonio Arand¨ªa, ordenaron a los capitanes Lupano, Alem¨¢n y Gotten que abandonaran sus puestos de guardia en la CGT sobre la puerta que separaba al cad¨¢ver de Eva Per¨®n del mundo exterior. El coronel, el mayor y la patota que los acompa?aba tra¨ªan la orden emanada de las m¨¢s altas autoridades de la llamada Revoluci¨®n Libertadora de secuestrar el cad¨¢ver de la mujer m¨¢s amada y m¨¢s odiada ¨Caunque no en las mismas proporciones¨C de la Argentina. Y as¨ª, por aquellas cosas de la ¡°obediencia debida¡± y del propio odio de clase, cumplieron acabadamente con su misi¨®n ante la mirada at¨®nita del doctor Pedro Ara, que ve¨ªa c¨®mo se llevaban junto con Evita a su obra m¨¢s perfecta.
Las ¨®rdenes dadas por los jefes golpistas, curiosamente denominados ¡°libertadores¡±, al teniente coronel y su grupo eran muy precisas: hab¨ªa que darle al cuerpo ¡°cristiana sepultura¡±, lo cual no pod¨ªa significar otra cosa que un entierro clandestino. Pero el rey de la ci¨¦naga no era s¨®lo el jefe de aquel servicio de inteligencia, era un fan¨¢tico antiperonista que sent¨ªa un particular odio por Evita.
Ese odio se fue convirtiendo en una necr¨®fila obsesi¨®n que lo llev¨® a desobedecer al propio presidente Pedro Aramburu y a someter el cuerpo a ins¨®litos paseos por la ciudad de Buenos Aires en una furgoneta de florer¨ªa. Intent¨® depositarlo en una unidad de la Marina y finalmente lo dej¨® en el altillo de la casa de su compa?ero y confidente, el mayor Arand¨ªa. A pesar del hermetismo de la operaci¨®n, la resistencia peronista parec¨ªa seguir la pista del cad¨¢ver y, por donde pasaba, a las pocas horas aparec¨ªan velas y flores. La paranoia no dejaba dormir al mayor Arand¨ªa. Una noche, escuch¨® ruidos en su casa de la avenida General Paz, al 500 y, creyendo que se trataba de un comando peronista que ven¨ªa a rescatar a su abanderada, tom¨® su nueve mil¨ªmetros y vaci¨® el cargador sobre un bulto que se mov¨ªa en la oscuridad: era su mujer embarazada, quien cay¨® muerta en el acto.
Moori Koenig intent¨® llevar el cuerpo a su casa, pero su esposa, Mar¨ªa, se opuso terminantemente. Hace unos a?os, la hija de ambos, Susana Moori Koenig, lo recordaba en un documental: ¡°Pap¨¢ lo iba a traer a nuestra casa, pero mam¨¢ se puso celosa¡±. Y su madre la interrump¨ªa: ¡°Cuando lo quiso traer, yo dije no, en casa el cad¨¢ver no. Todo tiene un l¨ªmite¡±.
El hombre ten¨ªa una pasi¨®n enfermiza por el cad¨¢ver. Los testimonios coinciden en afirmar que colocaba el cuerpo ¨Cguardado dentro de una caja de madera que originalmente conten¨ªa material para radiotransmisiones¨C en posici¨®n vertical en su despacho del SIE; que manoseaba y vejaba al cad¨¢ver y que exhib¨ªa el cuerpo de Evita a sus amigos como un trofeo. Una de sus desprevenidas visitantes, la futura cineasta Mar¨ªa Luisa Bemberg, no pudo creer lo que vio; azorada por el desparpajo de Moori Koenig, corri¨® espantada a comentarle el hecho al amigo de la familia y jefe de la Casa Militar, el capit¨¢n de nav¨ªo Francisco Manrique.
Enterado Aramburu del asunto, dispuso el relevo de Moori Koenig, su traslado a Comodoro Rivadavia y su reemplazo por el coronel H¨¦ctor Cabanillas, quien propuso sacar el cuerpo del pa¨ªs y organizar un ¡°Operativo Traslado¡±. All¨ª entr¨® en la historia el futuro presidente de facto y entonces jefe del Regimiento de Granaderos a caballo, teniente coronel Alejandro Lanusse, quien pidi¨® ayuda a su amigo, el capell¨¢n Francisco Paco Rotger. El plan consist¨ªa en trasladar el cuerpo a Italia y enterrarlo en un cementerio de Mil¨¢n con nombre falso. La clave era la participaci¨®n de la Compa?¨ªa de San Pablo, comunidad religiosa de Rotger, que se encargar¨ªa de custodiar la tumba. El desaf¨ªo para Rotger era comprometer la ayuda del superior general de los paulinos, el padre Giovanni Penco, y del propio papa P¨ªo XII.
El entierro en Mil¨¢n
Rotger viaj¨® a Italia y finalmente logr¨® su cometido. A su regreso, Cabanillas puso en pr¨¢ctica el Operativo Traslado. Embarcaron el f¨¦retro en el buque Conte Biancamano con destino a G¨¦nova; acompa?aban la misi¨®n el oficial Hamilton D¨ªaz y el suboficial Manuel Sorolla. En G¨¦nova los esperaba el propio Penco. El cuerpo de Evita fue sacado del pa¨ªs bajo el nombre de Mar¨ªa Maggi de Magistris.
Evita fue inhumada en el Cementerio Mayor de Mil¨¢n en presencia de Hamilton D¨ªaz y Sorolla, quien hizo las veces de Carlo Maggi, hermano de la fallecida. Una laica consagrada de la orden de San Pablo, llamada Giuseppina Airoldi, conocida como la T¨ªa Pina, fue la encargada de llevarle flores durante los 14 a?os que el cuerpo permaneci¨® sepultado en Mil¨¢n. Pina nunca supo que le estaba llevando flores a Eva Per¨®n.
La operaci¨®n eclesi¨¢stico-militar fue un ¨¦xito y uno de los secretos de la historia argentina mejor guardados.
El asunto volvi¨® a los primeros planos cuando en 1970 el grupo Montoneros secuestr¨® a Pedro Aramburu y exigi¨® el cuerpo de Evita. En los interrogatorios se le pregunt¨® insistentemente por el destino del cad¨¢ver de Evita. Seg¨²n declaraciones de Mario Firmenich, l¨ªder de Montoneros: ¡°Nosotros le pregunt¨¢bamos a Aramburu por el cad¨¢ver de Evita. Dijo que estaba en Italia y que la documentaci¨®n estaba guardada en una caja de seguridad del Banco Naci¨®n, y despu¨¦s de dar muchas vueltas y no querer decir las cosas, finalmente dijo que el cad¨¢ver de Evita ten¨ªa cristiana sepultura y que estaba toda la documentaci¨®n del caso en manos del coronel Cabanillas. Adem¨¢s, se comprometi¨® a que si nosotros lo dej¨¢bamos en libertad, ¨¦l har¨ªa aparecer el cad¨¢ver de Evita. Pero nosotros dec¨ªamos que esto no era una negociaci¨®n, que era un juicio. Para nosotros no estaba en discusi¨®n la pena [de muerte]. Pero adem¨¢s nos interesaba averiguar sobre el cad¨¢ver de Eva Per¨®n. Por eso, no planificamos un simple atentado callejero, sino una acci¨®n de m¨¢s envergadura, de m¨¢s audacia, que era como decir: ¡®Nos vamos a jugar, vamos a hacer lo que el pueblo ha sentenciado¡±.
El Comunicado N¨²mero 3 de Montoneros, fechado el 31 de mayo de 1970, dice que Aramburu se declar¨® responsable ¡°de la profanaci¨®n del lugar donde descansaban los restos de la compa?era Evita y la posterior desaparici¨®n de los mismos para quitarle al pueblo hasta el ¨²ltimo resto material de quien fuera su abanderada¡±.
En 1971, durante la presidencia de Lanusse y en plena formaci¨®n del Gran Acuerdo Nacional, como gesto de reconocimiento, se devolvi¨® el cuerpo a Per¨®n. Rotger viaj¨® a Mil¨¢n y obtuvo el cad¨¢ver. Cabanillas y Sorolla viajaron a Italia para cumplir con el Operativo Devoluci¨®n. El cuerpo fue exhumado el 1 de septiembre de 1971, llevado a Espa?a y entregado a Per¨®n en Puerta de Hierro, Madrid, dos d¨ªas despu¨¦s, por el embajador Rojas Silveyra.
Por pedido de Per¨®n, Pedro Ara revis¨® el cad¨¢ver y lo encontr¨® intacto; pero para las hermanas de Eva y el doctor Tellechea, que lo restaur¨® en 1974, estaba muy deteriorado. Per¨®n regres¨® al pa¨ªs con Isabel y el brujo Jos¨¦ L¨®pez Rega, pero sin los restos de Evita. Ya muerto Per¨®n, la organizaci¨®n Montoneros secuestr¨® el 15 de octubre de 1974 el cad¨¢ver de Aramburu para exigir la repatriaci¨®n del de Eva. Isabel accedi¨® al canje y dispuso el traslado, que se concret¨® el 17 de noviembre (d¨ªa del militante peronista). El cuerpo de Evita fue depositado junto al de Per¨®n en una cripta dise?ada especialmente en la Quinta de Olivos para que el p¨²blico pudiera visitarla. Tras el golpe de marzo de 1976, los jerarcas de la dictadura tuvieron largos concili¨¢bulos sobre qu¨¦ hacer al respecto.
El almirante Emilio Massera, siguiendo su costumbre, propuso arrojar el cuerpo de Evita al mar, sum¨¢ndolo a los de tantos detenidos-desaparecidos. Finalmente, los dictadores decidieron acceder al pedido de las hermanas de Eva y trasladar los restos a la b¨®veda de la familia Duarte en la Recoleta. En la nota citada, Mar¨ªa Seoane y Silvana Boschi le preguntaron a un alto jefe de la represi¨®n ilegal, muy cercano a Videla, testigo de aquellos concili¨¢bulos: ¡°?Por qu¨¦ urg¨ªa m¨¢s a la Junta trasladar el cad¨¢ver de Evita que el de Per¨®n?¡±. La respuesta del militar no se hizo esperar: ¡°Tal vez porque a ella es a la ¨²nica que siempre, aun despu¨¦s de muerta, le tuvimos miedo¡±.
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