Medio siglo sin Pizarnik, la poeta que escrib¨ªa contra el miedo
Argentina homenajea a la autora de ¡®?rbol de Diana¡¯ a 50 a?os de su muerte con muestras, charlas y nuevas biograf¨ªas
¡°No quiero ir/ nada m¨¢s/ que hasta el fondo¡±, escribi¨® Alejandra Pizarnik en su pizarra antes de ingerir 50 pastillas de barbit¨²ricos. La gran poeta argentina se suicid¨® a los 36 a?os, el 25 de septiembre de 1972, con una sobredosis de seconal. Pizarnik se abalanz¨® esa noche a los brazos de la muerte, a la que hab¨ªa observado durante a?os con fascinaci¨®n infantil y la hab¨ªa bautizado con innumerables nombres.
A 50 a?os de su deceso, Argentina rinde homenaje a una de sus leyendas literarias con exposiciones, presentaciones y lecturas de esa poes¨ªa que cautiv¨® a lectores como Octavio Paz, Julio Cort¨¢zar, Olga Orozco y Silvina Ocampo. Su mito sigue en expansi¨®n, alimentado con material in¨¦dito que hace que la poeta tr¨¢gica mude de piel y pueda verse tambi¨¦n como una mujer ir¨®nica, irreverente, amante de las artes pl¨¢sticas y feminista.
¡°?Qui¨¦n fue realmente Pizarnik? ?La pol¨ªgrafa de ¡°palabras puras¡± y forjadora de su propia leyenda??O la escritora existencial, pornogr¨¢fica, tremendista, que se las ingeni¨® para enga?ar y ocultar determinados aspectos de su vida-obra?¡±, se cuestiona Patricia Venti en Alejandra Pizarnik. Biograf¨ªa de un mito (Lumen, 2021), el libro m¨¢s completo hasta la fecha sobre su vida. Para encontrar respuestas, Venti y Cristina Pi?a bucearon en los Papeles Pizarnik que se conservan de la poeta en la Universidad de Princeton y entrevistaron a amigos y familiares. ¡°Pizarnik oscil¨® entre un destino literario relegado a lo privado y otro expuesto a la vida p¨²blica que contrasta intensamente con aquel primer registro¡±, contin¨²a Venti.
Flora Pizarnik, la futura Alejandra, naci¨® en Avellaneda, a las afueras de Buenos Aires, el 29 de abril de 1936. Era la segunda hija de un matrimonio de jud¨ªos rusos que hab¨ªa huido de Europa dos a?os antes. Emigrar les salv¨® la vida. Las dos familias fueron masacradas primero por los nazis y despu¨¦s por los sovi¨¦ticos. Pizarnik era muy peque?a para entender el horror del Holocausto que angustiaba a sus padres al otro lado del Atl¨¢ntico, pero esa oscuridad hogare?a marc¨® sus primeros a?os. La infancia se convirti¨® despu¨¦s en uno de los ejes centrales de su poes¨ªa, a la que regresaba siempre.
¡°Yo no s¨¦ de la infancia / m¨¢s que un miedo luminoso / y una mano que me arrastra a mi otra orilla. // Mi infancia y su perfume / a p¨¢jaro acariciado¡±, escribi¨® en Tiempo, poema dedicado a Olga Orozco, una de las poetas en las que m¨¢s confiaba. En sus ¨²ltimos a?os, Pizarnik la llamaba de madrugada, desamparada, para confesarle sus miedos. Con el fin de alejarlos, Orozco le exped¨ªa ¡°certificados de bruja blanca¡± que la proteg¨ªan de cualquier fuerza del mal.
Casi dos d¨¦cadas antes, una Pizarnik adolescente dudaba sobre el camino a seguir. Comenz¨® la carrera de Filosof¨ªa, se pas¨® a la de Periodismo, despu¨¦s a la de Letras y prob¨® tambi¨¦n con la pintura en el taller del catal¨¢n Juan Batlle Planas. No progres¨® en ninguno de esos estudios y abandonados todos ellos se dedic¨® de pleno a la tarea de escribir. Hab¨ªa descubierto ya su afici¨®n a las pastillas. Las primeras fueron para adelgazar, pero descubri¨® poco despu¨¦s que tambi¨¦n le daban lucidez en las noches entregadas a sus cuadernos y no las dej¨® m¨¢s. ¡°Pizarnik tomaba pastillas para todo. Para dormir, para despertarse. A partir de cierto momento de su vida ella es un c¨®ctel viviente y, evidentemente, hay un deterioro que se profundiza¡±, dice Pi?a, su principal bi¨®grafa.
Ten¨ªa 19 a?os cuando public¨® La tierra m¨¢s ajena (1955), su primer libro de poemas, del que luego reneg¨®. Le siguieron Un signo en tu sombra (1955), La ¨²ltima inocencia (1956) y Las aventuras perdidas (1958). Era una poeta emergente cuando en 1960 se fue en barco a Par¨ªs, donde vivi¨® los a?os m¨¢s felices de su vida, rodeada de escritores latinoamericanos y entregada a los versos de su obra cumbre, ?rbol de Diana. Fue publicada en 1962 con un elogioso pr¨®logo de Octavio Paz.
Quienes la conocieron recuerdan que Pizarnik batallaba cuerpo a cuerpo con el lenguaje hasta encontrar la palabra exacta. ¡°No hab¨ªa conocido a nadie capaz de hacer lo que ella hac¨ªa con el castellano: la sonoridad que le encontr¨® a la lengua es ¨²nica. Yo creo que Alejandra es la Rimbaud del espa?ol: llev¨® el lenguaje a lugares donde nadie m¨¢s lleg¨®¡±, la describe su amiga Ivonne Bordelois en el perfil escrito por Mariana Enr¨ªquez en Malditos (Universidad Diego Portales).
Sus papeles permiten conocer de cerca su m¨¦todo de trabajo. ¡°En cuanto a la inspiraci¨®n, creo en ella ortodoxamente, lo que no me impide, sino todo lo contrario, concentrarme mucho tiempo en un solo poema. Y lo hago de una manera que recuerda, tal vez, el gesto de los artistas pl¨¢sticos: adhiero la hoja de papel a un muro y la CONTEMPLO; cambio palabras, suprimo versos. A veces al suprimir una palabra, imagino otra en su lugar, pero sin saber a¨²n su nombre. Entonces a la espera de la deseada, hago en su vac¨ªo un dibujo que la alude¡±, escribi¨® Pizarnik en un fragmento de sus cuadernos reproducido en las paredes de la Biblioteca Nacional, que alberga la muestra Alejandra Pizarnik, entre la imagen y la palabra.
¡°Su manera de trabajar recurre al corte y al pegado, a la extracci¨®n y en muchos casos a la mutilaci¨®n. Era muy irreverente con el libro objeto, ya fuera de ella o de otros¡±, cuenta Evelyn Galazo, curadora de la muestra y una de las grandes investigadoras de Pizarnik. En la sala dedicada a la exposici¨®n puede verse su cuaderno verde, plagado de recortes y palabras subrayadas, tachadas, traducidas y copiadas de otros autores de las que despu¨¦s se apropiar¨ªa.
Dibujos ¡°cat¨¢rticos¡±
Entreg¨® su vida a la escritura, pero nunca dej¨® de dibujar. En papeles, en los m¨¢rgenes de los libros realiza dibujos ¡°elementales y cat¨¢rticos, ¡°infantiles y torpes¡± ¡ªen sus propias palabras¡ª de los que se sent¨ªa orgullosa. ¡°El material se organiz¨® buscando que la imagen tomara la palabra para sacar de la invisibilidad la faceta menos conocida de Pizarnik, la de artista pl¨¢stica, y para dar cuenta de la plasticidad de su escritura, que convoca al dibujo y al collage como declaraci¨®n de principios¡±, agrega Galazo.
Los visitantes pueden apreciar algunas de las pocas obras pict¨®ricas que se conservan de Pizarnik y reproducciones de cuadros que le entusiasmaban, como El jard¨ªn de las delicias, de El Bosco. Uno de los poemarios tard¨ªos de Pizarnik, Infierno musical (1971), hace referencia al lado derecho del c¨¦lebre tr¨ªptico del pintor holandes. Otro de ellos, Extracci¨®n de la piedra de la locura (1968), coincide con el t¨ªtulo de una de sus obras.
La Biblioteca Nacional cuenta con 800 vol¨²menes de su colecci¨®n personal y la Biblioteca Nacional de Maestras y Maestros, otros 400. All¨ª se puede visitar la muestra Flora Alejandra: Los jardines de Pizarnik, creada a partir de las intervenciones que la poeta hizo en sus libros.
¡°Lo que m¨¢s contin¨²a vigente y vivo, que es algo que hace pocas d¨¦cadas que se empez¨® a trabajar, es el tema de la iron¨ªa y el humor de Pizarnik que es el reverso del mito tr¨¢gico¡±, se?ala Galazo.
Su humor aparece de forma recurrente en el testimonio de sus amigos. ¡°Nuestra amistad pasaba porque yo hablaba siempre en serio y ella hablaba siempre en broma. Lo que ella dec¨ªa en broma me gustaba, y lo que yo dec¨ªa en serio le gustaba a ella¡±, recordaba en el citado perfil de Malditos la escritora argentina Elvira Orphe¨¦ sobre los a?os que compartieron en Par¨ªs. Entre las an¨¦cdotas m¨¢s conocidas de la amistad que la uni¨® a Fernando Noy est¨¢ su primer encuentro. ¡°Te confund¨ª con un Rolling Stone, con Brian Jones¡±, le dijo Noy. ¡°Yo te confund¨ª con una prostituta alemana¡±, le respondi¨® ella, entre carcajadas. Los dos estaban muy drogados y los espejos del vest¨ªbulo de su departamento hac¨ªan un aleph caleidoscopial.
En su obra po¨¦tica, en cambio, el humor est¨¢ soterrado bajo capas de miedos y angustia. ¡ª¡±Escribo contra el miedo. Contra el viento con garras / que se aloja en mi respiraci¨®n¡±, dice en Ojos primitivos¡ª . Aflora de forma mucho m¨¢s expl¨ªcita al final de su vida, en textos p¨®stumos como La bucanera de Pernambuco o Hilda la pol¨ªgrafa. ¡°Felicite en fellatio¡±, ¡°?Basta de malentendidos, pedazo de Wittgenstein¡±, ¡°la coja no se amendrent¨® por unas pinceladas supercul¨ªferas y otras nietzchedades¡± son algunos de los juegos de palabras que aparecen en ese texto. Revela un costado m¨¢s salvaje y sexual, pero a la vez muestra tambi¨¦n su derrumbe ps¨ªquico con una experimentaci¨®n del lenguaje llevada al m¨¢ximo. ¡°Le hac¨ªa mal, por algo no public¨® ninguno¡±, opina Pi?a.
Una poeta bisexual
Entre los aspectos m¨¢s desconocidos de Pizarnik est¨¢n sus relaciones amorosas. Aunque algunas se mantienen a¨²n en un claroscuro, la biograf¨ªa de Pi?a y Venti se extiende sobre su bisexualidad. Mantuvo una relaci¨®n adolescente con el abogado y escritor Juan Jacobo Bajarl¨ªa y un romance parisino con el poeta colombiano Jorge Gait¨¢n Dur¨¢n, que qued¨® trunco por su muerte en un accidente de avi¨®n en 1962. Pero estuvo tambi¨¦n en pareja con la fot¨®grafa y traductora Marta Moia y su ¨²ltima gran pasi¨®n fue la menor de las hermanas Ocampo, Silvina, con la que pasaba horas enganchada al tel¨¦fono.
Sus diarios revelan que afront¨® un aborto clandestino fruto de una relaci¨®n ¡°con C. en perfecto estado de ebriedad¡±, seg¨²n una entrada de septiembre de 1963. ¡°Haber buscado y haber encontrado la manera m¨¢s s¨®rdida, la m¨¢s dolorosa¡±, contin¨²a en referencia a la interrupci¨®n voluntaria del embarazo a la que se someti¨® en la capital francesa. ¡°Cada uno es due?o de su propio cuerpo, cada uno lo controla como quiere y como puede¡±, respondi¨® en una entrevista publicada en la Revista Sur en 1970 al ser cuestionada sobre el aborto.
La muerte de su padre en 1966 y el breve regreso a?os m¨¢s tarde a un Par¨ªs que ya no era la ciudad de la luz que conoci¨® tuvieron un duro impacto en Pizarnik. Intent¨® suicidarse en 1970 y volvi¨® a probarlo en 1971, cuando qued¨® internada en el ala psiqui¨¢trica del Hospital Pirovano durante varios meses. ¡°y como soy tan inteligente que ya no sirvo para nada / y como he so?ado tanto que ya no soy de este mundo / aqu¨ª estoy, entre las inocentes almas de la sala 18, / persuadi¨¦ndome d¨ªa a d¨ªa / de que la sala, las almas puras y yo tenemos sentido, tenemos des- /tino¡±, dice el poema Sala de psicopatolog¨ªa que escribi¨® all¨ª en 1972.
El 25 de septiembre, desde su casa, llam¨® a varios amigos ¨ªntimos e incluso hizo planes con Orozco para ir juntas al cine al d¨ªa siguiente. A la hora acordada, la poeta la llam¨® una y otra vez sin obtener respuesta. ¡°La noche soy yo y hemos perdido /as¨ª hablo yo, cobardes. / La noche ha ca¨ªdo y ya se ha pensado en todo¡±, escribi¨® en uno de sus ¨²ltimos poemas. Poco despu¨¦s, descendi¨® hasta el fondo.
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