El lento pero persistente declive del kirchnerismo
Argentina conmemora los 20 a?os de la llegada al poder de N¨¦stor Kirchner envuelto en una grave crisis econ¨®mica y con un peronismo sin liderazgos claros
El kirchnerismo es hijo de un fracaso. En diciembre de 2001, con la huida en helic¨®ptero del presidente Fernando de la R¨²a, se hund¨ªa el modelo econ¨®mico ultraliberal iniciado por Carlos Sa¨²l Menem diez a?os antes. Cinco presidentes se sucedieron en una semana, la pobreza de dispar¨® y la anarqu¨ªa amenaz¨® con destruirlo todo. El peronismo, encarnado en ...
El kirchnerismo es hijo de un fracaso. En diciembre de 2001, con la huida en helic¨®ptero del presidente Fernando de la R¨²a, se hund¨ªa el modelo econ¨®mico ultraliberal iniciado por Carlos Sa¨²l Menem diez a?os antes. Cinco presidentes se sucedieron en una semana, la pobreza de dispar¨® y la anarqu¨ªa amenaz¨® con destruirlo todo. El peronismo, encarnado en Eduardo Duhalde, abraz¨® la papa caliente. Devalu¨® la moneda, ajust¨® la econom¨ªa y reparti¨® dinero entre los m¨¢s golpeados. Mientras tanto, una figura desconocida emerg¨ªa desde el extremo sur de Argentina. El gobernador de la provincia de Santa Cruz, N¨¦stor Kirchner, hab¨ªa forjado un estado provincial fuerte estructurado alrededor de su figura y financiado por las regal¨ªas petroleras. Cuando Duhalde debi¨® elegir en 2003 un nombre para terminar de una vez por todas con su enemigo Carlos Menem, se encontr¨® con Kirchner.
El peronismo lo acaparaba todo. Era tan poderoso, que en aquellas elecciones, las primeras tras la crisis del corralito, present¨® tres candidatos diferentes que sumaron m¨¢s del 60% de los votos. N¨¦stor Kirchner qued¨® segundo, con el 22%. Pero Carlos Menem, el ganador de la primera vuelta, ten¨ªa reservada una sorpresa: convencido de la derrota en un desempate, se baj¨® de la carrera y cedi¨® la presidencia sin competir a ese gobernador patag¨®nico casi desconocido y sin votos. El 25 de mayo de 2003, hace exactamente 20 a?os, Kirchner juraba como presidente, se mezclaba entre la multitud, recib¨ªa un corte en el rostro producto de un golpe fortuito con una c¨¢mara de fotos y se proclamaba el timonel de una nueva Argentina. Nac¨ªa el kirchnerismo.
El 24 de marzo de 2004, fecha de conmemoraci¨®n del golpe militar de 1976, N¨¦stor Kirchner hizo descolgar del Colegio Militar el cuadro de unos de sus directores, el dictador Jorge Rafael Videla. Abraz¨® as¨ª la bandera de los derechos humanos, olvidada por el presidente Carlos Menem tras los indultos a los jerarcas de la dictadura, y se gan¨® el respeto de la izquierda. La dimensi¨®n pol¨ªtica que tuvo esa estrategia a¨²n perdura: las organizaciones de derechos humanos hicieron suyo el proyecto kirchnerista, celebraron la anulaci¨®n de las leyes del perd¨®n gestionada por Kirchner y apoyaron sin matices al nuevo presidente. Kirchner hab¨ªa logrado instalarse como el referente de un peronismo de izquierda nost¨¢lgico de los a?os setenta, que hab¨ªa sido v¨ªctima de la dictadura primero y de las pol¨ªticas neoliberales de otro peronismo, el de derecha, representada por Menem. El kirchnerismo ya hab¨ªa logrado el poder f¨¢ctico en 2003 y solo un a?o despu¨¦s ten¨ªa tambi¨¦n ¨¦pica y relato.
Es com¨²n en la pol¨ªtica argentina decir que el peronismo gobierna con viento de cola y la oposici¨®n de frente. Kirchner no pudo tener mejores vientos. Hered¨® de Duhalde una econom¨ªa que emerg¨ªa de los escombros con super¨¢vit paralelos, una moneda competitiva producto de la devaluaci¨®n y un incipiente crecimiento. El PIB de Argentina pronto creci¨® al 7% anual, la pobreza pas¨® del 50% a poco m¨¢s del 30% y el dinero p¨²blico flu¨ªa en grandes cantidades hacia planes de ayuda a los m¨¢s pobres. El Gobierno bas¨® su modelo de crecimiento en los incentivos al consumo interno, emisi¨®n monetaria para financiar el d¨¦ficit y una f¨¦rrea pol¨ªtica de desendeudamiento externo. En enero de 2006, el presidente anunciaba la cancelaci¨®n, en un solo pago y con reservas del Banco Central, de la deuda por 9.800 millones de d¨®lares que Argentina manten¨ªa con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Fuera de las fronteras, la regi¨®n ya percib¨ªa los beneficios de la voracidad China por las materias primas. Kirchner pronto se subi¨® a la ola del progresismo sudamericano, que en una conjunci¨®n de fuerzas sin precedentes ten¨ªa protagonistas en Brasil, Venezuela, Bolivia, Ecuador y Uruguay. Fueron los tiempos del ¡°alca, al carajo¡± que Hugo Ch¨¢vez vociferaba en la Cumbre de las Am¨¦rica de Mar del Plata, en 2005, aquella que George Bush debi¨® abanador antes de tiempo sin poder imponer su idea de un bloque comercial continental.
Argentina viv¨ªa buenos tiempos. El presidente y su esposa, la senadora Cristina Fern¨¢ndez de Kirchner, aseguraron una transici¨®n de alcoba que se consum¨® en las urnas en las generales de 2007 con el doble de los votos obtenidos en 2003. Pero el mundo cambiaba poco a poco. El kirchnerismo perdi¨® en 2008 su primera gran batalla pol¨ªtica contra un enemigo poderoso. ¡°La pelea contra el campo¡±, como se la conoci¨®, fue un intento fallido por aplicar retenciones m¨®viles a las exportaciones de soja. De la derrota parlamentaria, que cont¨® con el voto negativo del vicepresidente, Julio Cobos, emergi¨® un kirchnerismo m¨¢s confrontativo, con enemigos claros: los grandes medios de comunicaci¨®n, los grupos econ¨®micos concentrados en el sector exportador y los empresarios.
Aquella ¨¦pica confrontativa a¨²n perdura. N¨¦stor Kirchner muri¨® sorpresivamente en 2010 y su viuda obtuvo la reelecci¨®n un a?o despu¨¦s con m¨¢s del 54% de los votos. El modelo econ¨®mico ya daba muestras de agotamiento. La inflaci¨®n crec¨ªa mes a mes producto de la financiaci¨®n del d¨¦ficit con emisi¨®n monetaria, el bum de los commodities se apagaba y el escenario pol¨ªtico internacional se volv¨ªa cada vez m¨¢s adverso. Los ¨²ltimos a?os del segundo mandato de Cristina Kirchner fueron de resistencia: hab¨ªa que llegar a las elecciones de 2015 con la econom¨ªa a flote. El Gobierno aplic¨® un cepo sobre el mercado de divisas, devalu¨® la moneda, congel¨® tarifas de servicios p¨²blicos y renegoci¨® parte de la deuda externa, mientras dibujaba creativamente los ¨ªndices de inflaci¨®n para ocultar la gravedad de la situaci¨®n. Cristina Kirchner entreg¨® finalmente el poder a un liberal, Mauricio Macri, y desde el llano elabor¨® el operativo retorno.
En 2019, consciente de sus limitaciones electorales, Kirchner deleg¨® la candidatura del peronismo a Alberto Fern¨¢ndez, el exjefe de ministros de su marido con el que llevaba a?os de enfrentamiento. Su popularidad declinaba, pero nadie dudaba hace cuatro a?os de que era ella y solo ella quien deb¨ªa elegir al representante del movimiento en las urnas. Fern¨¢ndez se convirti¨® en presidente con ella como vice, en un engendro pol¨ªtico que pronto padeci¨® sus pecados de origen y estall¨® por los aires. Este 25 de mayo, el kirchnerismo celebra su llegada a la Casa Rosada y Fern¨¢ndez ni siquiera est¨¢ invitado a la fiesta en la Plaza de Mayo, frente a la Casa Rosada.
Kirchner reclama a¨²n para s¨ª el derecho a ordenar la interna partidaria, pero enfrenta cada vez m¨¢s voces cr¨ªticas por el fracaso evidente de su apuesta por Fern¨¢ndez. La vicepresidenta est¨¢ en una compleja encerrona, obligada a hacer campa?a electoral contra un Gobierno que es obra suya y a¨²n integra. En una entrevista reciente, incluso acept¨® que pelea por mantener con vida el tercio del electoral que le es totalmente fiel. No es el escenario que ella y su marido imaginaban hace 20 a?os.
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