El realismo infiel de Cecilia Mangini
La cineasta de 93 a?os, decana del documental italiano que colabor¨® con Pasolini y retrat¨® un pa¨ªs que dejaba atr¨¢s el fascismo y la guerra, recibe un homenaje en el Festival de Sevilla
En la segunda mitad de los cincuenta, con las heridas de la guerra todav¨ªa pendientes de cicatrizar, una joven cineasta italiana quiso observar, con el mismo esp¨ªritu cr¨ªtico que la llev¨® a dejar atr¨¢s su educaci¨®n fascista para acercarse al anarquismo, la profunda transformaci¨®n de un pa¨ªs que renunciaba a sus ra¨ªces campesinas para abrazar el dogma de la industrializaci¨®n y el consumismo. Cecilia Mangini reflej¨® en sus pel¨ªculas, cortometrajes de 10 minu...
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En la segunda mitad de los cincuenta, con las heridas de la guerra todav¨ªa pendientes de cicatrizar, una joven cineasta italiana quiso observar, con el mismo esp¨ªritu cr¨ªtico que la llev¨® a dejar atr¨¢s su educaci¨®n fascista para acercarse al anarquismo, la profunda transformaci¨®n de un pa¨ªs que renunciaba a sus ra¨ªces campesinas para abrazar el dogma de la industrializaci¨®n y el consumismo. Cecilia Mangini reflej¨® en sus pel¨ªculas, cortometrajes de 10 minutos que se proyectaban por ley antes de los largos en las salas de estreno, la parad¨®jica modernidad dictada por la democracia cristiana, en un tiempo marcado por la construcci¨®n de los suburbios y la llegada de la lavadora a los hogares, sobre el fondo de la conversi¨®n gradual de la naci¨®n en futura potencia del G7.
El Festival de Sevilla dedica un homenaje a esta directora de 93 a?os, consistente en la proyecci¨®n de una docena de sus cortos; el estreno del documental Due scatole dimenticate, sobre el proyecto abortado de rodar en el Vietnam de 1965 junto a su marido, el tambi¨¦n director Lino Del Fra, y una exposici¨®n virtual que re¨²ne su obra fotogr¨¢fica. El denominador com¨²n de su trabajo, heterog¨¦neo y desigual, pero siempre ambicioso, es su mezcla voluntaria de lenguajes, en la que el registro documental nunca renuncia a la licencia po¨¦tica. Una hibridaci¨®n que parece anunciar la de ciertas escuelas del cine europeo de las d¨¦cadas posteriores, pero que tambi¨¦n recuerda al cine primigenio, con su reflejo de la realidad social tamizado por la puesta en escena naciente y la injerencia de los resortes narrativos. ¡°Para m¨ª, un documental puede ser una puesta en escena de la realidad y, a la vez, requerir una actuaci¨®n o un texto po¨¦tico para ser m¨¢s eficaz¡±, precisa la directora en un correo electr¨®nico. ¡°Creo poder afirmar que mi realismo siempre ha sido m¨¢s bien infiel a la realidad¡±, a?ade esta autodidacta que, pese a formarse bajo el influjo del neorrealismo, nunca atendi¨® a ¡°reglas ni prejuicios¡±, salvo tal vez a la voluntad de que ¡°¨¦tica y est¨¦tica tuvieran el mismo valor¡±.
A Mangini siempre le interesaron las vidas marginales, las de quienes viv¨ªan siguiendo tradiciones campesinas y otras supersticiones provocadas por el yugo de la religi¨®n. ¡°La familia toscana de mi madre se consideraba noble y rica, pero estaba replegada sobre s¨ª misma y era incapaz de comprender lo que suced¨ªa en el mundo que la rodeaba¡±, relata Mangini, que siempre se sinti¨® m¨¢s a gusto en la Apulia de sus ancestros paternos. ¡°Todos los veranos regresaba al sur y me fascinaban sus lugares y sus gentes, pese a que vivieran en una pobreza atroz. Cuando comenc¨¦ a filmar, sent¨ª que quer¨ªa contar ese mundo popular, aunque sin idealizarlo, observando luces y sombras¡±. A la hora de rodar su primer documental, Ignoti alla citt¨¤ (1958), abri¨® el list¨ªn telef¨®nico y encontr¨® el n¨²mero de su ¨ªdolo, Pier Paolo Pasolini. Le pidi¨® que escribiera un texto para acompa?ar su cr¨®nica sobre la vida en los barrios romanos de la posguerra, que captur¨® recorriendo vertederos, mercadillos y ferias pobladas por esos ragazzi di vita que combat¨ªan la indigencia prest¨¢ndose a la prostituci¨®n ocasional. El escritor, que a¨²n no hab¨ªa debutado en el cine con Accattone, accedi¨®. Le regal¨® otros dos textos que sirvieron de hilo conductor de sus siguientes cortometrajes: Stendal¨¬ (suonano ancora) (1960), sobre un rito funerario en la llamada Grecia salentina, y La canta delle marane (1962), retrato de un grupo de ni?os que parece adelantar la esencia del cine pasoliniano.
La religi¨®n como secta
Su trabajo de los sesenta adquiri¨®, con el paso de los a?os, un cariz m¨¢s cr¨ªtico y experimental. En Divino amore (1964), Mangini observ¨® a hordas de aldeanos en una procesi¨®n nocturna y luego mont¨® el metraje como si fuera un thriller, apoy¨¢ndose en la m¨²sica inquietante del compositor Egisto Macchi, miembro del colectivo Nuova Consonanza, del que tambi¨¦n form¨® parte Ennio Morricone. El resultado deja entrever un catolicismo pernicioso con los humildes, alienados por una religi¨®n que Mangini retrata como si fuera una secta. Otras veces, su mirada fue m¨¢s tierna. En La passione del grano (1963), reflej¨® otro extra?o ritual, con el que los campesinos de la Basilicata mataban simb¨®licamente a una cabra interpretada por un paisano del pueblo para que la cosecha fuera buena. Mangini rod¨® con una cercan¨ªa y una fantas¨ªa emparentadas con las de Agn¨¨s Varda, con quien desarrollar¨ªa una amistad tard¨ªa. M¨¢s que denunciar un retraso cultural, Mangini parec¨ªa lamentar la desaparici¨®n de una tradici¨®n incompatible con el supuesto progreso. ¡°La industrializaci¨®n dio dignidad y trabajo a muchos hombres y mujeres del sur, pero tambi¨¦n les hizo perder el contacto con la tierra y la naturaleza¡±, zanja hoy.
La desconfianza respecto a ese modelo de desarrollo se fue volviendo cada vez m¨¢s expl¨ªcita. En Essere donne (1965), tal vez su trabajo m¨¢s interesante, Mangini convirti¨® el encargo de varias empresas deseosas de mostrar a sus empleadas en pantalla en un alegato contra las condiciones de vida de las mujeres. El documental empieza con fotos en color de la prensa femenina, que Mangini denuncia como ideales inalcanzables de belleza. ¡°?Qui¨¦n se reconoce en estas im¨¢genes? Desde luego, no las adolescentes que trabajan en esta f¨¢brica de pasta¡±, arranca la voz en off. A continuaci¨®n, la directora recorre las cadenas de montaje para proponer a sus operarias que reciten testimonios teatrales sobre su experiencia, le¨ªdos con un artificio asumido, en un nuevo ejemplo de su trabajo dram¨¢tico con amateurs, tambi¨¦n avanzado a su tiempo. La l¨ªnea entre realidad y ficci¨®n se volvi¨® a¨²n m¨¢s delgada en La scelta (1967), corto sobre la eutanasia que ilustr¨®, en un cr¨ªptico paralelismo, con exhibiciones de artes marciales; y La briglia sul collo (1974), retrato de un ni?o incorregiblemente travieso frente a una sociedad en la que no parece tener encaje. A ratos, no cuesta distinguir en ¨¦l a un evidente alter ego.
Foco Cecilia Mangini. Festival de Cine Europeo de Sevilla. Del 8 al 13 de noviembre.