¡°Siempre he estado del lado de los marginados y los forajidos¡±
La cineasta Agn¨¨s Varda presenta su ¨²ltimo documental, ¡®Visages Villages¡¯, codirigido con el fot¨®grafo JR
Agn¨¨s Varda (Bruselas, 1928) saluda al forastero en un castellano perfecto. ¡°Lo entiendo bien y lo hablo un poco. Me lo ense?¨® Bienvenida, una refugiada espa?ola que lleg¨® a Par¨ªs en los 50 con un fardo a cuestas, sin marido y con un beb¨¦. La acog¨ª en mi casa y le ense?¨¦ a revelar y ampliar negativos. Fue ella quien me hizo las copias durante d¨¦cadas¡±, empieza a relatar desde una terraza del puerto de Cannes, antes de someter a su interlocutor a un aut¨¦ntico interrogatorio. Nombre y apellidos, ciudad de nacimiento, medio de comunicaci¨®n que lo env¨ªa y otras cuestiones de orden existencial. ?nica directora de la Nouvelle Vague, en un tiempo en que las mujeres eran poco m¨¢s que musas sin derecho a la palabra, la filmograf¨ªa de Varda refleja una modernidad constante y, sobre todo, una curiosidad inagotable por las vidas ajenas.
Su ¨²ltima iniciativa no es ninguna excepci¨®n: el documental Visages Villages, que ha dirigido junto al joven fot¨®grafo JR (Par¨ªs, 1983), estrella francesa del street art eternamente protegido tras unas gafas oscuras, que accede a quitarse en la intimidad de esta entrevista. ¡°?Verdad que est¨¢ m¨¢s guapo sin ellas? No s¨¦ por qu¨¦ se empe?a en pon¨¦rselas siempre¡¡±, dice Varda, como una abuela rega?ando a su nieto. La pel¨ªcula, presentada fuera de competici¨®n en el Festival de Cannes, ha sido una de las m¨¢s aplaudidas del certamen. El documental es el primer proyecto que Varda codirige en su larga carrera. Describe su viaje conjunto con JR por la Francia profunda, a bordo de una furgoneta con un peculiar fotomat¨®n en el interior. Esta extra?a pareja ¨C¡°somos como Laurel y Hardy, un joven flaco y una vieja gorda¡±, bromea Varda¨C recorre la geograf¨ªa del pa¨ªs vecino para establecer contacto con mineros, carteros, camareras y marinos, de los que obtendr¨¢n retratos en gran formato que colgar¨¢n de las fachadas de sus lugares de residencia. A menudo, localidades aisladas o en estado de abandono.
Ella cumplir¨¢ 89 a?os la semana que viene. ?l acaba de estrenar los 34. Han tenido vidas distintas y escogido medios de expresi¨®n diferentes, pero parecen estar hechos el uno para el otro. ¡°Nos present¨® mi hija, aunque sin la intenci¨®n de hacer de alcahueta¡±, ironiza Varda. ¡°Le sorprendi¨® que no nos conoci¨¦ramos, porque nuestro trabajo tiene muchas cosas en com¨²n. Para empezar, nos une el amor por la gente. Pese a nuestra diferencia de edad, compartimos un m¨¦todo y una visi¨®n¡±, afirma la directora. ¡°Su obra es muy personal, pero siempre habla del otro y no de ella misma. Es una idea que me ha influido mucho. Siempre me sent¨ª m¨¢s cerca de su cine que del de Godard¡±, la secunda JR. Precisamente, el responsable de Al final de la escapada protagoniza el desenlace de la pel¨ªcula, cuando planta al equipo del documental en una escena de antolog¨ªa.
Tambi¨¦n hay alguna diferencia entre ambos. ¡°Para empezar, yo no tengo 120 a?os¡±, dice ¨¦l, prolongando el teatrillo que hace las delicias de sus interlocutores en la pel¨ªcula. ¡°Este chaval se ha cre¨ªdo que a las ancianas se les puede hablar as¨ª¡±, le responde ella con sequedad sobreactuada. ¡°Dir¨ªa que JR es m¨¢s espont¨¢neo, que vive m¨¢s en el presente. Yo soy m¨¢s reflexiva, tal vez por la edad. M¨¢s all¨¢ de una cara, quiero que haya un di¨¢logo. No para suscitar una confesi¨®n, pero s¨ª una expresi¨®n. A m¨ª no me interesa hacer reportajes, sino establecer conversaciones¡±, asegura Varda. ¡°Con los a?os, he entendido que cada persona merece ser escuchada. Hay que estar atento y ser amigable. No hay que ser inquisidor¡±, a?ade la cineasta. Para ella, la hostilidad es una arma inservible. ¡°En otros contextos puede ser necesario, pero no en este. Nunca he hecho pel¨ªculas sobre la gran burgues¨ªa, porque no me interesa filmarla. Siempre he estado del lado de los marginados, los forajidos y los arruinados. Siento m¨¢s ternura por ellos¡±, confiesa Varda. En cambio, JR no atiende a cuestiones de clase social. ¡°Viajando con mis proyectos, he entendido que todo el mundo tiene la misma necesidad de reconocimiento y dignidad¡±, responde. ¡°En Brasil me di cuenta de que, dentro de una misma favela, coexist¨ªan clases sociales distintas. En realidad, todo es relativo¡±.
Los dos decidieron desde el primer momento abandonar la ciudad y dirigirse a las zonas rurales. ¡°Somos personas muy urbanas, pero quer¨ªamos ir a ver otros mundos. Yo no he conocido la dureza de la vida rural, pero me fascina¡±, explica Varda, que ya se meti¨® en el tema en su celebrado documental Los espigadores y la espigadora. ¡°En las grandes ciudades ya casi no hay vida. Todo transcurre, cada vez m¨¢s, en las redes sociales. La interacci¨®n con los dem¨¢s se produce sin contacto f¨ªsico. Esta pel¨ªcula quiere restablecer ese contacto¡±, asegura su compa?ero de fatigas.
El resultado es algo parecido a una radiograf¨ªa alternativa de Francia. ¡°No es representativa de la totalidad del pa¨ªs, pero quer¨ªamos demostrar que Francia tambi¨¦n es eso, en un momento marcado por el caos, los atentados y los movimientos pol¨ªticos¡±, explica Varda. ¡°Hemos querido crear una plataforma de entendimiento entre la gente, a partir del humor, la indulgencia y la capacidad de aceptar la diferencia del otro¡±, a?ade. Para romper ese momento de solemnidad, una palabra que no le pega nada, Varda se quita los zapatos y coloca sus pies, min¨²sculos y desnudos, sobre la mesa. Y a?ade entonces una ¨²ltima apostilla: ¡°En realidad, no somos pretenciosos. Todo lo que hicimos fue rodar im¨¢genes. Y la mayor¨ªa terminaron siendo borradas para siempre¡±.
Babelia
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