Las im¨¢genes tambi¨¦n gimen
¡®Babelia¡¯ propone a fot¨®grafos que escojan una imagen de la que guardan un recuerdo especial. Joan Fontcuberta elige una perteneciente a la serie ¡®Trauma¡¯, de la que trata su ¨²ltimo monogr¨¢fico
¡°?Qu¨¦ sucede cuando una fotograf¨ªa abandona su imagen, cuando entrega su alma y solo nos ofrece aquellos vestigios del material fotogr¨¢fico?¡±, se pregunta Joan Fontcuberta (Barcelona, 1955) tras reflexionar sobre las fotograf¨ªas ¡®enfermas¡¯ o ¡®fantasmas¡¯ que se encuentran en los archivos hist¨®ricos. Rescatar estos materiales fotogr¨¢ficos degradados tuvo como resultado la serie Trauma, a la que pertenece la imagen que aqu¨ª presentamos.
La imagen muestra un retrato de una escultura de mujer. El fot¨®grafo que tom¨® la fotograf¨ªa original fue Josep Mar¨ªa Sagarra, con el fin de documentar las esculturas que se mostraban en la Exposici¨®n Internacional de Barcelona, en 1929. ¡°Cuando la fotograf¨ªa empieza a deteriorarse, a sufrir ese tipo de ¡®gangrena¡¯ que se va apoderando de la imagen, se establece un conflicto entre la parte todav¨ªa visible y reconocible y la parte que va tomando terreno: la emulsi¨®n fotogr¨¢fica que se ve afectada por la descomposici¨®n¡±, describe Fontcuberta. ¡°Para m¨ª, esta serie tiene hoy un componente de actualidad en la medida en que tambi¨¦n puede funcionar como met¨¢fora del contagio. Trauma gira en torno a la idea de que las fotograf¨ªas no solo hablan de los traumas humanos, de las guerras, de los conflictos y las muertes, sino del propio trauma de las im¨¢genes. Tambi¨¦n gimen y se lamentan, porque tienen su propio metabolismo; su propia vida¡±. As¨ª, la fotograf¨ªa deja de ser un documento y se presenta como una realidad tangible que muestra sus propias cicatrices.
¡°Yo trabajo con series, nunca con im¨¢genes aisladas; por lo tanto, seleccionar una fotograf¨ªa siempre es un poco arbitrario. Lo que me interesa es el valor del conjunto¡±, se?ala el fot¨®grafo. ¡°Trauma tiene que ver con las ruinas de lo fotogr¨¢fico. Estamos en un momento de tr¨¢nsito de la fotograf¨ªa anal¨®gica a la fotograf¨ªa digital; de una fotograf¨ªa, tal y como la hemos entendido hasta ahora, defendiendo unos determinados valores de verdad, a otra fotograf¨ªa donde prima la inmaterialidad, la conectividad y otra serie de funciones. Y en este momento de tr¨¢nsito me interesa recabar los restos o vestigios¡±, apunta este artista y te¨®rico, que a lo largo de cuatro d¨¦cadas ha ido creando fabulaciones. Grandes montajes narrativos que incluyen a monjes que levitan, a criaturas fant¨¢sticas o a plantas creadas con objetos encontrados. Realidades ficticias donde lo veros¨ªmil se mide con la ficci¨®n, y cuyo fin es mostrar al espectador las trampas que incorpora la imagen, retando a aquellas disciplinas que promueven el dogma. ¡°Toda imagen es una ficci¨®n que muchas veces entendemos como un substituto f¨ªsico de la realidad¡±, apunta el autor, reconocido con el Premio Hasselblad, Caballero de la Orden de las Artes y las Letras de Francia y Premio Nacional de Fotograf¨ªa, y de Ensayo de Espa?a.
¡°El deterioro de la imagen adquiere un valor para m¨ª en cuanto a que la fotograf¨ªa ha sido siempre entendida como algo hecho para durar, y no hay nada que dure siempre. Nos promet¨ªa una cierta inmortalidad y resulta que con el tiempo sufre deterioros y termina desapareciendo. Y cuando el v¨ªnculo con la realidad que representaba se pierde pasa a convertirse en una especie de fantasmagor¨ªa¡±, dice el artista. ¡°La fotograf¨ªa ha sido concebida como memoria. De ah¨ª lo parad¨®jico: aquellas im¨¢genes fotogr¨¢ficas que se encuentran en un estado de enfermedad han perdido memoria, se vuelven amn¨¦sicas. Funcionan como im¨¢genes que padecen Alzh¨¦imer¡±.
Esta serie, en la que el autor lleva trabajando estos ¨²ltimos a?os, converge en un libro, Kintsugi. Patrocinado por el Ministerio de Cultura del Gobierno de Andorra, ser¨¢ publicado por RM a finales de mes. El t¨ªtulo hace referencia a una t¨¦cnica japonesa artesanal. ¡°Si se rompe un jarr¨®n, o una cer¨¢mica, nosotros la desechamos y la suplimos por otra. Pero el m¨¦todo japon¨¦s, lo que hace es recomponer las piezas, y en vez de disimular las fracturas las enfatiza con hilo de oro. Entiende que estas cicatrices, lejos de afear el resultado, son el testimonio de todo el sufrimiento vivido por ese objeto. Significa dar valor a esa resiliencia, a ese sufrimiento. En el libro lo que hago es un kintsugi, no de los jarrones y las porcelanas, sino de los negativos de placas de cristal antiguos resquebrajadas, rotas, o cuarteadas como las pinturas¡±, explica el fot¨®grafo.
Si antes el autor agitaba la consciencia del espectador, incit¨¢ndole a cuestionar aquello que se presenta como veraz, a trav¨¦s de Trauma nos recuerda que nada permanece, todo es incompleto, tambi¨¦n la memoria de la fotograf¨ªa. Las im¨¢genes tambi¨¦n gimen.
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