Novelas que van a juicio
En Francia, la autoficci¨®n termina a menudo en los tribunales, como demuestran los juicios por difamacio?n o las denuncias en formato literario de casos de agresio?n sexual, que han abierto grandes debates sociales en el pa¨ªs vecino
En un pa¨ªs donde la literatura es casi un asunto de Estado, no es extra?o que una novela termine en los tribunales. Como sucedi¨® con el nuevo libro de Emmanuel Carr¨¨re, gestado tras la firma de un contrato jur¨ªdico con su exmujer, otros personajes se han rebelado contra sus autores, acus¨¢ndolos de mentir o de calumniar y exigiendo derecho a r¨¦plica. ?douard Louis, ni?o prodigio de las letras francesas, describi¨® en Historia de la violencia (Salamandra) su violaci¨®n por parte de Reda, un j...
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En un pa¨ªs donde la literatura es casi un asunto de Estado, no es extra?o que una novela termine en los tribunales. Como sucedi¨® con el nuevo libro de Emmanuel Carr¨¨re, gestado tras la firma de un contrato jur¨ªdico con su exmujer, otros personajes se han rebelado contra sus autores, acus¨¢ndolos de mentir o de calumniar y exigiendo derecho a r¨¦plica. ?douard Louis, ni?o prodigio de las letras francesas, describi¨® en Historia de la violencia (Salamandra) su violaci¨®n por parte de Reda, un joven inmigrante magreb¨ª, pocos a?os antes de que se convirtiera en estrella literaria. El escritor lleva a?os enfrentado a su presunto agresor en un contencioso lleno de giros inesperados. Tras perder un primer juicio por difamaci¨®n, Reda fue declarado inocente por un tribunal que aleg¨® ¡°la inconsistencia de las declaraciones¡± del autor. En diciembre, el acusado fue condenado a tres meses de c¨¢rcel exentos de cumplimiento, pero por intento de robo y no por agresi¨®n sexual. ¡°La culpabilidad no se decreta en las novelas. La justicia ha zanjado¡±, se felicit¨® su abogada. El caso no est¨¢ cerrado, porque Louis piensa recurrir el veredicto.
Es el suceso m¨¢s conocido, pero no el ¨²nico. El escritor y fil¨®sofo Rapha?l Enthoven fue denunciado en 2020 por su padrastro, el psicoanalista Isi Beller, por haberlo descrito como un maltratador en su novela autobiogr¨¢fica Le temps gagn¨¦. Exig¨ªa 70.000 euros y la supresi¨®n de varios pasajes del libro. En enero pasado, la madre de la escritora Virginie Linhart tambi¨¦n intent¨® prohibir, sin ¨¦xito, la publicaci¨®n de L¡¯effet maternel, donde esbozaba un retrato poco embellecedor de su progenitora. Por su parte, el escritor Yann Moix relat¨® en 2019 su turbulenta juventud en un libro titulado Orl¨¦ans. Pon¨ªa en escena a su familia, que se escandaliz¨® ante un retrato literario lleno de supuestas falsedades. Su hermano, acusado por el escritor de frecuentar c¨ªrculos neonazis, tambi¨¦n lo ha llevado ante la justicia. ¡°Se est¨¢ produciendo una ruptura del pacto de verdad que se establece entre un escritor y sus lectores. Todo va bien hasta que un personaje se rebela¡±, se?ala Dominique Dupart, profesora de literatura francesa en la Universidad de Lille. ¡°En realidad, ese pacto es muy fr¨¢gil. basta con la carta de la esposa de un escritor, en el caso de Carr¨¨re, o con el alegato de un abogado, en el caso de Louis, para que aparezca una duda¡±.
La judicializaci¨®n creciente de la literatura francesa tambi¨¦n abarca dos casos de m¨¢xima gravedad. El consentimiento (Lumen), de Vanessa Springora, se convirti¨® en uno de los fen¨®menos de 2020 con su denuncia, en clave de autoficci¨®n, de la pedofilia del escritor Gabriel Matzneff, que mantuvo relaciones con la autora cuando esta ten¨ªa 14 a?os. La actual temporada literaria est¨¢ marcada por un libro publicado un a?o m¨¢s tarde y escrito siguiendo el mismo patr¨®n, La familia grande, de Camille Kouchner, catedr¨¢tica de Derecho que trabaj¨® durante a?os como abogada. Inspir¨¢ndose en su exitosa predecesora, la autora, hija del exministro y fundador de M¨¦dicos Sin Fronteras Bernard Kouchner, desvela un secreto familiar: la relaci¨®n incestuosa que su padrastro, el polit¨®logo Olivier Duhamel, impuso a su hermano cuando era adolescente. La publicaci¨®n de estos dos superventas, que han suscitado un inmenso debate social en Francia, vino acompa?ada de la apertura de sendas investigaciones judiciales contra los acusados. La ilustre editorial Gallimard, que sol¨ªa publicar los diarios de Matzneff antes de que esta pol¨¦mica la obligara a retirarlos de su cat¨¢logo, incluso tuvo que enfrentarse a un registro policial.
Antes de la eclosi¨®n del Me Too, otras autoras hab¨ªan firmado libros parecidos, aunque con menor repercusi¨®n. En 2016, la presentadora Flavie Flament narr¨® en La consolation c¨®mo fue violada a los 13 a?os por el fot¨®grafo David Hamilton, que se suicidar¨ªa poco despu¨¦s. El Gobierno de Fran?ois Hollande le encarg¨® copresidir un grupo de trabajo para ampliar la prescripci¨®n de los delitos sexuales contra menores, que acab¨® pasando de 20 a 30 a?os despu¨¦s de los hechos. Antes, la novelista Tristane Banon hab¨ªa relatado en Le bal des hypocrites la agresi¨®n sexual que sufri¨® por parte de Dominique Strauss-Kahn, mientras que Catherine All¨¦gret acus¨® en Un monde ¨¤ l¡¯envers de tocamientos a su padrastro, el actor Yves Montand, sin beneficiarse de la misma credibilidad que Springora o Kouchner.
¡°No es la primera vez que una novela se convierte en un acontecimiento social. La diferencia es que, antes, los libros que molestaban daban pie a un debate en la esfera medi¨¢tica, no a un arbitraje judicial¡±, se?ala Juliette Joste, directora literaria del sello Grasset y coeditora de El consentimiento, tras haberlo sido de autores como Michel Houellebecq o Fr¨¦d¨¦ric Beigbeder. ¡°Hay una liberaci¨®n de la palabra en todas partes y el texto es un lugar privilegiado de expresi¨®n, por lo que dir¨ªa que este fen¨®meno va a continuar¡±, afirma Joste, que no deja de recibir manuscritos sobre temas parecidos. Esta abundancia de textos de alto voltaje ha provocado cambios en el funcionamiento interno de las editoriales. ¡°Estamos m¨¢s atentos a las cuestiones jur¨ªdicas no solo en los casos de violencia sexual, sino tambi¨¦n de difamaci¨®n o de violaci¨®n de la privacidad¡±, a?ade la editora, que acostumbra a pedir consejo legal o a solicitar que un abogado lea sus libros para blindarse jur¨ªdicamente si los problemas crecen.
Otro factor a tener en cuenta es la proximidad del mundo literario con el poder. Los libros de mayor ¨¦xito acusan a personajes p¨²blicos, lo que hace aumentar todav¨ªa m¨¢s su eco medi¨¢tico. ¡°En Francia, todo lo que sea literario se beneficia de una legitimidad, sea cual sea el valor objetivo de un texto. Cuando un personaje p¨²blico es imputado en la Rep¨²blica de las Letras, a trav¨¦s de una obra literaria, el resultado solo puede ser explosivo¡±, considera Dupart. La profesora apunta que las letras francesas llevan d¨¦cadas funcionando con un sistema de vasos comunicantes entre la actualidad social y su representaci¨®n literaria, como demuestran los folletines de Balzac, George Sand o Eug¨¨ne Sue en el siglo XIX, que se inspiraban en las noticias publicadas en los mismos diarios. ¡°Podemos lamentar que estos libros sean solo golpes medi¨¢ticos o, al contrario, juzgar que su valor literario es considerable, ya que provocan, desde las estanter¨ªas de las librer¨ªas, una transformaci¨®n del espacio social¡±, termina.