?C¨®mo nos ven los robots?
Kazuo Ishiguro publica su primera novela tras recibir el Premio Nobel, la historia de un robot que cuida de una enferma mientras explora la esencia de la condici¨®n humana
Tienda de robots dom¨¦sticos. Cuando salen porque alguien los compra observan c¨®mo somos y nos escrutan mientras conviven con nosotros, que siendo sus creadores somos sus criaturas. Tal vez los hayamos concebido para que nos sirvan de espejo en el que poder reflejarnos y alcanzar a conocer certezas de nuestra condici¨®n humana, y tal vez esta historia en apariencia dist¨®pica pero esencialmente human¨ªstica que nos cuenta la androide Klara cuidando de una jovencita enferma entretanto aprende qu¨¦ nos define, este bildungsroman de un humanoide que cultiva la epistemolog¨ªa y va aprendiendo igual que se carga una bater¨ªa, tenga m¨¢s que ver con las intenciones del naturalismo de Zola que con el futurismo de Asimov o Dick.
Klara no es muy distinta del detective Banks de Cuando fuimos hu¨¦rfanos, que a su vez no es tan disparejo del mayordomo Stevens de Los restos del d¨ªa, la japonesa Etsuko de P¨¢lida luz en las colinas u Ono, el pintor de Un artista del mundo flotante: los protagonistas de Ishiguro son tambi¨¦n narradores de su propia historia, porque se buscan a s¨ª mismos a la vez que escarban en su verdadera identidad. Una vez m¨¢s en la narrativa del Nobel, las apariencias enga?an, los g¨¦neros se confunden y lo ¨²nico que en realidad importa es la construcci¨®n de la genuina personalidad del protagonista, y de la nuestra reflectada en la suya, a trav¨¦s de su proceso mental, descrito con precisi¨®n jamesiana en primera persona, con un notable grado de autoconciencia narrativa y capaz de vertebrar la novela. La Amiga Artificial, la ni?era mec¨¢nica, se pregunta acerca de nuestra identidad y distinci¨®n, al mismo tiempo que indaga con sutileza sobre la soledad, el amor, el bienestar o la muerte, temas por los que el ser humano que la ha creado se siente concernido, y as¨ª como los algoritmos arrojan informaci¨®n sobre nuestros h¨¢bitos de consumo, las benditas AA iluminan nuestra personalidad y revelan nuestro comportamiento: ¡°Como ya he dicho, saqu¨¦ de todo eso lecciones muy ¨²tiles. Las personas sent¨ªan a veces la necesidad de mostrar una cara diferente de s¨ª mismas hacia los dem¨¢s, como har¨ªan ante los transe¨²ntes si estuvieran en un escaparate¡±.
Este ¡®bildungsroman¡¯ de un humanoide que cultiva la epistemolog¨ªa y va aprendiendo igual que se carga una bater¨ªa, tiene m¨¢s que ver con las intenciones del naturalismo de Zola que con el futurismo de Isaac Asimov
Klara es de la familia del humanoide Ad¨¢n que invent¨® McEwan en M¨¢quinas como yo para invitarnos a entrar en el laberinto de la moral humana, y descendiente de ¡®La ni?era autom¨¢tica, patentada por Dacey¡¯ que concibe Ted Chiang en el cuento de Exhalaci¨®n para plantear c¨®mo ser¨ªa posible mejorar la educaci¨®n de los ni?os sirvi¨¦ndose de aut¨®matas convertidos en pedagogos. Y, por lo que el autor ha confesado, pertenece tambi¨¦n al linaje de los cuentos infantiles brit¨¢nicos de mediados del XVIII y comienzos del XIX, que presentaban un mundo feliz sin dejar de insinuar sus sombras. Si bien Klara entronca sobre todo con Kathy, pues la novela que nos ocupa es deudora de Nunca me abandones, aquella sombr¨ªa novela inolvidable en la que la joven confiesa haber descubierto no ser sino el clon enajenado de una persona, un falso humano despojado de libre albedr¨ªo, y que Klara y el Sol revisita con mirada tan esperanzada como alentadora y un extra?o candor envolviendo el relato.
Con la parad¨®jica naturalidad con la que trata siempre lo trascendente, y acariciando una vez m¨¢s las palabras con las que se cuestiona las conquistas de nuestro acelerado mundo tecnol¨®gico de la mano de su delicado y cauteloso estilo, Ishiguro evoca aquel prodigio del Prometeo moderno que concibi¨® Shelley y lo lleva a la sofisticaci¨®n de la inteligencia artificial de nuestros d¨ªas, capaz de hacernos creer que la imitaci¨®n del hombre es hacedera y de hacernos temer que es perniciosa; la tentativa de una definici¨®n del alma como suma de cognici¨®n, memoria, emoci¨®n y empat¨ªa, y la tentaci¨®n de vislumbrar humanos que ya no la tengan. Los entes como Klara son artificiales, pero tambi¨¦n a ellos, como a nosotros, les alimenta el sol¡
Klara y el Sol
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