Todos a la mesa
Se cumplen 50 a?os de la apertura en Nueva York de Food, un restaurante con mucho de espacio creativo que cambi¨® la relaci¨®n de arte y comida para siempre
La historia nos lleva al barrio del Soho, en Nueva York, los ¨²ltimos d¨ªas de verano de 1971. Dos j¨®venes, Carol Goodden y Gordon Matta-Clark, bailarina ella y artista ¨¦l, asumen el alquiler de un fracasado c¨¢tering espa?ol conocido como Comidas Criollas, en la esquina de las calles Prince y Wooster, y lo relanzan bajo el nombre de Food. El espacio funcionaba como una cooperativa de artistas en la que cada d¨ªa cocinaba alguien distinto. El men¨² era barato y utilizaban alimentos de temporada cultivados de forma local, una absoluta vanguardia para la ¨¦poca por donde circulaban de John Cage a Lou Reed. Aunque Food no solo era un negocio. Los domingos, los artistas se pon¨ªan tras los fogones y serv¨ªan un men¨² a veces comestible y otras no. Con lo que ganaban iban capeando sus carreras. Aunque los platos m¨¢s memorables los preparaba el propio Matta-Clark, conocido all¨ª como Matta Bones. Por cuatro d¨®lares te serv¨ªa una ensalada verde, sopa de rabo de buey, huesos rellenos, patas de rana, melocot¨®n en rodajas y caf¨¦. Luego el artista Hisachika Takahashi te hac¨ªa un collar con los huesos limpios a modo de souvenir. Un documental rodado por Robert Frank da testigo de ello y muestra un establecimiento ca¨®tico, pero ut¨®pico: perros bajo los pies, porros en las manos y lubinas sobre las mesas. Algo hab¨ªa all¨ª de Food Theater: la cocina abierta derribaba la cuarta pared entre el chef y el comensal, el artista y el p¨²blico, y lo te?¨ªa todo del esp¨ªritu del happening, hasta que en 1974 ?Goodden se march¨® y Matta-Clark se volc¨® de lleno en sus building cuts y su idea de anarquitectura.
Cincuenta a?os despu¨¦s, Food sigue siendo un referente. As¨ª lo ha celebrado el centro de arte contempor¨¢neo B¨°lit, en Girona, con una exposici¨®n homenaje a esa utop¨ªa de la proximidad que propon¨ªa el proyecto. Adem¨¢s de recuperar parte del diario in¨¦dito de Goodden, con detalles hasta ahora desconocidos, los comisarios de la exposici¨®n, Carme Sais, Harold Berg y Eudald Camps, lo conectan con el trabajo de otros artistas que tambi¨¦n indagan en la comida como material art¨ªstico, como Antoni Miralda, Antoni Muntadas, Francesc Torres, Fina Miralles o ?ngels Rib¨¦. La comida y el arte han ido siempre de la mano de las pr¨¢cticas art¨ªsticas alternativas y conceptuales. Ah¨ª est¨¢ Marinetti y la Taberna del Santo Paladar (1929), en Tur¨ªn, donde se com¨ªan aceitunas con la mano derecha acariciando papel de lija con la izquierda. Yves Klein serv¨ªa en los cincuenta c¨®cteles con tinte azul y, en los sesenta, Joseph Beuys lo llenaba todo de grasa de cerdo hasta volverse rancia. Carolee Schneemann bailaba en 1964 entre salchichas, pescado crudo y pollo, y Adrian Piper empapaba su ropa de vinagre, huevos y leche para recorrer Nueva York en 1970. Poco despu¨¦s naci¨® The Kitchen en la cocina del Hotel Central de Broadway: una respuesta a las especulaciones sobre el inminente impacto del v¨ªdeo que luego se mud¨® a la calle Broome.
Ocurr¨ªa mientras Judy Chicago preparaba su instalaci¨®n The Dinner Party (1974) y Martha Rosler su cortometraje Semiotics of the Kitchen (1975). En los ochenta, Agnes Denes crea una obra de arte que produce mil libras de trigo y, una d¨¦cada despu¨¦s, F¨¦lix Gonz¨¢lez-Torres agolpaba caramelos en sus exposiciones (ahora en el ?Macba), animando a los visitantes a cogerlos y desmontando la obra al tiempo que hablaba de la propagaci¨®n de la enfermedad del sida. Minerva Cuevas lanza Mejor Vida Corp distribuyendo pegatinas de c¨®digos de barras con trampantojos en los paquetes para reducir falsamente los precios en el supermercado. Una cr¨ªtica encubierta al capitalismo que comparte con todo el trabajo de Bene Bergado y su acento sobre la industria alimentaria. Aunque el hito del binomio arte y cocina llega en los 2000, cuando Rirkrit Tiravanija empieza a cocinar en los museos lanzando un buen dilema: ?d¨®nde termina la cocina y d¨®nde comienza el arte cuando artista y comensal hacen el mismo gesto frente a un plato de comida? Lo que persegu¨ªa es esa voluntad de inventar nuevos v¨ªnculos entre la actividad art¨ªstica y el conjunto de actividades humanas, construir un espacio narrativo de un arte tan diferente al tradicional como lo es una fiesta rave de un concierto de rock. Food era exactamente eso. M¨¢s all¨¢ de las an¨¦cdotas, liber¨® las energ¨ªas del artista de los privilegiados confines de la galer¨ªa y las aplic¨® a la interacci¨®n social. Ese es su gran legado: convertir la comida en una ocasi¨®n com¨²n, casi en un lenguaje, como las relaciones humanas.
Lo pone en pr¨¢ctica el artista Alex Ayed con Grandma¡¯s Cooking Recipes: una recopilaci¨®n de recetas familiares como met¨¢fora de la idea de supervivencia entre generaciones. Tambi¨¦n Marta Fern¨¢ndez Calvo en Concierto men¨²: un recital de recetas sonoras que propone la experiencia vital como forma de aprendizaje. En la misma l¨ªnea va Cuidadorxs Invisibles: un proyecto sobre dicho colectivo que comparte con la artista una receta vinculada a las personas que cuidan, y donde arte, cocina y cuidados se unen para dar lugar a espacios de encuentro y compromiso. Por ah¨ª transitan artistas como Anna Dot, proyectos como Campo Adentro, Open Space Contemporary o la mirada del colectivo NyamNyam y Amasijo: ejemplos de pr¨¢cticas que comparten acciones org¨¢nicas como cocinar, comer, caminar y hablar, y que ofrecen un espacio donde extender las posibilidades de entenderse y comunicarse. Los que llevan todo esto a un foco global son Alon Schwabe y Daniel Fern¨¢ndez Pascual, alias Cooking Sections, que exploran la relaci¨®n entre c¨®mo comemos y la emergencia clim¨¢tica. Su proyecto Climavore, que indaga en la industria del salm¨®n de piscifactor¨ªa, es uno de los cuatro nominados este a?o al prestigioso Turner Prize que se fallar¨¢ en diciembre. ?Habr¨¢ premio para el arte men¨²?
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