Rutinas, horrores, intrigas
Hay que mantener el motor (de otros) en marcha hasta la ¡®rentr¨¦e¡¯, que este a?o viene marcada por la peligrosa convocatoria de una edici¨®n extempor¨¢nea de la Feria del Libro de Madrid
1. Regalos
Tiene el sector del libro sus rutinas, sus inercias, sin duda alteradas por un virus que no las respeta, pero que sus actores se esfuerzan en mantener. La irregular celebraci¨®n de Sant Jordi y la suspensi¨®n primaveral de la Feria del Libro de Madrid han provocado cierto descoloque en los calendarios. Desde mediados de junio se produjo, como cada a?o, un goteo cada vez m¨¢s espaciado de novedades que acab¨®, en julio, en su casi total desaparici¨®n; al mismo tiempo, y desde mediados de julio, las editoriales, todas a la vez, como ni?os saliendo al recreo, empezaron a enviar correos con los ¡°avances¡± de sus novedades oto?ales. Y, luego, hechos ya los deberes, casi todo el mundo ech¨® el cierre y se larg¨® de vacaciones, con lo que se ha producido durante varias semanas un estrepitoso silencio editorial, as¨ª que los escaparates de las librer¨ªas parecen congelados en el tiempo. Es tambi¨¦n ahora cuando a los que nos ocupamos de los libros nos llega el ¡°regalo¡± m¨¢s temido: las odiosas ¡°pruebas sin corregir¡± de los t¨ªtulos que aparecer¨¢n en los pr¨®ximos meses. Leer galeradas, por bien encuadernadas que est¨¦n e importantes que sean las ¡°apuestas¡±, es como comer fr¨ªo el pescadito frito. Pero se hace: claro que los propios editores que se apresuran a envi¨¢rnoslas nos se?alan la fecha de publicaci¨®n, por lo que, de alg¨²n modo, te est¨¢n pidiendo que no publiques nada con demasiada anticipaci¨®n, no sea que los ocupados lectores olviden el libro antes de que llegue a las librer¨ªas. Hay que mantener el motor (de otros) en marcha hasta la rentr¨¦e, que este a?o, adem¨¢s de cargad¨ªsima de libros ¡°fuertes¡± desde el punto de vista de sus expectativas econ¨®micas, viene marcada por la peligrosa convocatoria de una edici¨®n extempor¨¢nea de la Feria del Libro de Madrid (septiembre, 10-26); es decir, poco despu¨¦s de que la gente haya vuelto de unas vacaciones en las que, quien m¨¢s, quien menos, se ha dejado hasta el pen¨²ltimo c¨¦ntimo (el ¨²ltimo, y algo m¨¢s, se les ir¨¢ en el pago de los libros para el cole de los ni?os). En fin, ojal¨¢ se equivoquen las Casandras que anuncian que este oto?o el paseo de Coches del Retiro puede convertirse en un peque?o muro de librescaslamentaciones.
2. Deudas
Debo a este Gobierno, entre otros muchos bienes mensurables e inconmensurables a los que me resulta inadecuado referirme, el haberme hecho comprender, por fin, que Espa?a (o, para no ofender: el Estado espa?ol) es una matria multinivel en la que todo/a/e es posible, y ante la que no prevalecer¨¢n las puertas de ning¨²n infierno. Con frecuencia, una buena definici¨®n le cambia a uno su Weltanschauung, anteriormente viciada por la lectura que de la historia hacen los vencedores. Dicho esto (y olvidado hasta mejor ocasi¨®n), leo que, tras a?os circulando de un propietario a otro (psiquiatras, arist¨®cratas y banqueros), el manuscrito de Las 120 jornadas de Sodoma, del Marqu¨¦s de Sade, ha sido adquirido por la Biblioth¨¨que Nationale de France (con ayuda de alg¨²n banquero) por 4,55 millones de euros. El manuscrito, un rollo de 12 metros de largo, escrito con letra diminuta y clar¨ªsima, fue compuesto en la Bastilla en 37 d¨ªas del oto?o de 1785, y consigui¨® salvarse del incendio de la prisi¨®n en 1789. La novela capital de Sade, la m¨¢s sulfurosa, brutal y descarnada sinfon¨ªa de horrores f¨ªsicos y morales que ha dado la literatura, se centra en las sevicias que cuatro arist¨®cratas (uno de ellos tambi¨¦n financiero, vaya por Dios), encerrados en el castillo de Silling, infligen a 42 v¨ªctimas, varones y hembras sometidos a su poder absoluto y que, en su inmensa mayor¨ªa, terminan palm¨¢ndola tras espantosos tormentos. Camille Paglia, una de los muchos que han glosado la obra en el siglo XX, afirmaba que Las 120 jornadas de Sodoma era, en realidad, una respuesta sat¨ªrica y radical a J. J. Rousseau, el que cre¨ªa, contra Hobbes, que somos buenos por naturaleza. Pier Paolo Pasolini adapt¨® la novela en su Sal¨® o los 120 d¨ªas de Sodoma (1975), trasponiendo el escenario sadiano (enriquecido con aportaciones del Infierno, de La divina comedia) al de la Rep¨²blica Social Italiana de Sal¨®, el ¨²ltimo rinc¨®n dominado por la Wehrmacht en la pen¨ªnsula italiana. Si tienen curiosidad (y est¨®mago) pueden leer la novela en espa?ol: Akal, Valdemar y Tusquets, entre otras, la tienen en sus cat¨¢logos.
3. Dos intrigas
Entretener, a pesar de su antig¨¹edad (publicaci¨®n original: 1920), es lo que consigue Las manos de Orlac, la estrafalaria novela (mezcla de thriller y fantas¨ªa) de Maurice Renard, llevada al cine, entre otros, por Karl Freund (con Peter Lorre) en 1935 y por Edmond T. Gr¨¦ville en 1960 (con Mel Ferrer). En un accidente de tren, el pianista Stephen Orlac pierde las manos. El genialoide cirujano Cerral le implanta las de un criminal recientemente guillotinado. A partir de ese momento, alrededor del deprimido m¨²sico se suceden los asesinatos, mientras a trav¨¦s de su esposa, Rosine, se sugieren ciertas pistas sobrenaturales. Al final, golpe teatral, gran gui?olesco, y todo se aclara. M¨¢s contempor¨¢neo y con trama tambi¨¦n original (es lo mejor de la novela) es Donde haya tinieblas, del guionista (y se le nota el oficio) Manuel R¨ªos San Mart¨ªn. El asesino es alguien que desea enmendar los ¡°errores de Dios¡± castigando a las encarnaciones contempor¨¢neas de quienes, en su opini¨®n, el Creador no penaliz¨® suficientemente. Sus v¨ªctimas, cuyos cad¨¢veres aparecen en lugares de culto, recuerdan a Eva (la sin-ombligo), a Ca¨ªn y a otros personajes veterotestamentarios. El inspector (cincuent¨®n, cansado), que estudi¨® en colegio de curas y se da cuenta del delirio religioso del asesino, y su ayudante (moderna y feminista) tienen sus cosas, pero terminan resolviendo el caso. No es Chandler, pero entretiene, no s¨¦ si me explico.
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