Sobrevivir, al fin y al cabo
Entre los retos del cine colombiano, que vive un momento de reconocimiento en todo el mundo, est¨¢ el de mantener su personalidad sin dejarse arrastrar por las corrientes internacionales
Hace 20 a?os, cuando en las entrevistas me preguntaban por el cine colombiano, sol¨ªa contestar que hablar de ¡°cine colombiano¡± era una exageraci¨®n y que mas bien prefer¨ªa hablar de ¡°pel¨ªculas colombianas¡±, que eran pocas pero buenas, y que pod¨ªan enmarcarse en el gen¨¦rico de ¡°cine latinoamericano¡±. Pero las cosas han cambiado dr¨¢sticamente. Con el comienzo del siglo, Colombia puso sus leyes cinematogr¨¢ficas al d¨ªa. La m¨¢s importante de ellas logra reducir la intervenci¨®n del Estado y limitar su papel a la financiaci¨®n del mercado cinematogr¨¢fico. Los proyectos aprobados reciben una ayuda estat...
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Hace 20 a?os, cuando en las entrevistas me preguntaban por el cine colombiano, sol¨ªa contestar que hablar de ¡°cine colombiano¡± era una exageraci¨®n y que mas bien prefer¨ªa hablar de ¡°pel¨ªculas colombianas¡±, que eran pocas pero buenas, y que pod¨ªan enmarcarse en el gen¨¦rico de ¡°cine latinoamericano¡±. Pero las cosas han cambiado dr¨¢sticamente. Con el comienzo del siglo, Colombia puso sus leyes cinematogr¨¢ficas al d¨ªa. La m¨¢s importante de ellas logra reducir la intervenci¨®n del Estado y limitar su papel a la financiaci¨®n del mercado cinematogr¨¢fico. Los proyectos aprobados reciben una ayuda estatal parcial y quedan sujetos a completar sus presupuestos con apoyos publicitarios, de distribuci¨®n y exhibici¨®n, o de alianzas con grupos empresariales, entre los cuales ocupan un lugar preponderante los productores y los canales de televisi¨®n. En fin, una ley que permite que hoy podamos hablar de ¡°cine colombiano¡± y no solo de ¡°pel¨ªculas colombianas¡±.
Gracias a esa ley, en los ¨²ltimos 10 a?os se han estrenado 323 largometrajes. Solo por esa cifra de estrenos, ya se podr¨ªa hablar de un ¡°nuevo cine colombiano¡±. Pero no es solo una cuesti¨®n num¨¦rica. Lo mas importante es que esas pel¨ªculas han tomado numerosos y diversos caminos, y que casi todos se alejan con determinaci¨®n del que en alg¨²n momento fue el sendero principal. Hoy en d¨ªa s¨ª existe un cine colombiano, diferente al que se hace en otras latitudes, que solo puede hacerse en Colombia, pero que simult¨¢neamente puede ser entendido en cualquier rinc¨®n del mundo. Se han hecho muchas buenas pel¨ªculas y seguramente se har¨¢n muchas m¨¢s, pero debemos ser conscientes de que la cosecha siempre llegar¨¢ revuelta, porque no es posible hacer solo pel¨ªculas buenas. El gran Milos Forman dijo una vez que las malas pel¨ªculas son el abono de las buenas. Colombia no puede ser una excepci¨®n.
Con el comienzo del nuevo siglo, nuestro cine se ha reacomodado tem¨¢ticamente. Es evidente que ha existido una tendencia natural, una especie de catarsis para tramitar nuestro propio conflicto, y que esa tendencia ha marcado nuestra producci¨®n. En paralelo, la realidad hist¨®rica que estamos viviendo ha permitido abrir espacio a otras narrativas. La implementaci¨®n de la ley ha sido especialmente cuidadosa a la hora de impulsar el trabajo de grupos minoritarios, de grupos raizales, de historias descentralizadas, narradas por sus propios protagonistas desde los puntos mas apartados del pa¨ªs. Gracias a ello proliferan los cines regionales y ¨¦tnicos, que cuentan historias de grupos minoritarios que emergen y visibilizan la inmensa inequidad que ha servido de base para el conflicto armado. Gran parte de las nuevas pel¨ªculas encuentran en historias de la vida cotidiana de la Colombia profunda el terreno para explorar los conflictos socioculturales de nuestro pa¨ªs. Tambi¨¦n el mundo de la Colombia urbana fuera de Bogot¨¢ est¨¢ generando trabajos significativos, especialmente en el ¨¢rea documental que cada d¨ªa gana espacios m¨¢s importantes.
Pese a los grandes avances que se han logrado gracias a la ley de cine, un reciente intento del Gobierno de modificarla para hacer una reforma tributaria, que gener¨® un masivo rechazo por toda la poblaci¨®n colombiana, ha puesto en peligro el dif¨ªcil equilibrio del sector. La reacci¨®n de todo el sector audiovisual fue un¨¢nime para rechazarla, e incluso llego a convocar a cineastas de otras latitudes. 160 profesionales de mas de 20 pa¨ªses firmaron una carta en la que ped¨ªan reconsiderar la modificaci¨®n de la ley, y aunque el intento de reforma de la ley tributaria fracas¨® y fue retirada, el peligro de que el Gobierno haga otras reformas inconsultas sigue latente.
El surgimiento de esta especie de ¡°industria de cine¡± no se debe exclusivamente a la aparici¨®n de las pol¨ªticas de fomento que facilitan la producci¨®n. La l¨ªnea fronteriza entre la televisi¨®n y el cine es cada vez m¨¢s delgada, y la existencia de una industria de televisi¨®n din¨¢mica y vigorosa es un factor que ha contribuido poderosamente a su desarrollo. Los canales de televisi¨®n han contribuido a crear y estructurar equipos de creadores (productores, guionistas, directores, actores, fot¨®grafos, m¨²sicos, etc.). Tambi¨¦n vale la pena mencionar la incorporaci¨®n de sangre fresca, muchos j¨®venes han llegado despu¨¦s de haberse formado en academias en Colombia o en el extranjero y han elevado considerablemente el nivel t¨¦cnico y art¨ªstico del cine colombiano. Tambi¨¦n ha favorecido a su consolidaci¨®n el ¨¦xito que, con cada vez mas frecuencia, tienen las pel¨ªculas colombianas en los diferentes festivales de cine.
Habr¨ªa que dar las gracias a la llegada de las nuevas tecnolog¨ªas que, por sus bajos costos, han democratizado la producci¨®n cinematogr¨¢fica y han permitido que las c¨¢maras lleguen a nuevos rincones del pa¨ªs. Pero, con ellas, han llegado tambi¨¦n nuevos protagonistas al escenario audiovisual. En Colombia, al igual que en casi todos los pa¨ªses del mundo, cada vez es m¨¢s lejana la ¨¦poca en que los directores, productores y guionistas hac¨ªan lo que quer¨ªan, y ya comienza a sentirse una nostalgia por esos tiempos. M¨¢s que un p¨²blico, hoy tenemos clientes audiovisuales, con cientos de pel¨ªculas a golpe de click, lo que obliga a los creadores a estar atentos a las instrucciones de las plataformas, que no est¨¢n dispuestas a sacrificar ni un cliente por los caprichos de un cineasta experimentador.
Me resulta admirable la forma en que han respondido los cineastas colombianos a estas presiones. A pesar de que las cifras muestran claramente la predilecci¨®n de los espectadores colombianos por las comedias, al revisar las estad¨ªsticas resulta evidente el deseo de los cineastas de apostar por pel¨ªculas que reflejan los grandes conflictos del pa¨ªs y por las peque?as historias que permiten visibilizarlos. Tambi¨¦n est¨¢n cada vez mas lejos los tiempos en los que la complicidad de los creadores con los due?os de las salas permit¨ªa que una pel¨ªcula sobreviviera mas all¨¢ de un mal fin de semana. Hoy las salas no tienen rostro, son algoritmos feroces y despiadados que no tienen escr¨²pulos en sacrificar una pel¨ªcula sin darle tiempo a ser promovida por los mismos espectadores. Al no poder competir con el gigantesco aparato de publicidad y marketing de los grandes estudios, las pel¨ªculas nacionales dif¨ªcilmente pueden pasar la prueba del primer fin de semana. La hegemon¨ªa del cine comercial norteamericano en Colombia es total y los espacios de exhibici¨®n est¨¢n permanentemente ocupados por sus pel¨ªculas.
Los cineastas independientes en el siglo XXI siguen siendo gente sospechosa, ya no por sus ideas pol¨ªticas, sino porque la creatividad conlleva riesgos y, por lo tanto, es peligrosa en t¨¦rminos financieros. Ya quedaron atr¨¢s, espero que para siempre, los tiempos en que los cineastas se dedicaban a dar consejos y confund¨ªan su militancia con su arte. Hoy prima la figura del cineasta autor, independiente y honesto consigo mismo, consciente de su responsabilidad con los productores y por ende con su p¨²blico. Entre los m¨²ltiples peligros que nos acechan hay uno constante y creciente: cada vez se escuchan mas cercanos los cantos de sirena de las multinacionales de Hollywood dispuestas a convertir el pa¨ªs en una maquiladora de sus propias pel¨ªculas. Hay que intentar por todos los medios que el cine colombiano sea sordo a esas sirenas y logre mantener intacta su personalidad, la que durante casi 100 a?os le ha permitido sobrevivir. Malamente, s¨ª, pero sobrevivir al fin y al cabo.
Sergio Cabrera es cineasta colombiano, director de pel¨ªculas como ¡®La estrategia del caracol¡¯, ¡®Ilona llega con la lluvia¡¯ y ¡®Perder es cuesti¨®n de m¨¦todo¡¯.
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