Juzgar un libro por su portada: las mejores cubiertas del oto?o
Un acercamiento desde el dise?o gr¨¢fico a los ¨²ltimos lanzamientos editoriales, de los ¨²ltimos libros de Fernando Aramburu y Sally Rooney a los de Joaqu¨ªn Reyes y Claudio Magris
Que tama?o y calidad est¨¦n o no directamente relacionados es asunto de enconados debates. En el mercado editorial, sin embargo, se ha asentado el principio de que lo peque?o resulta literariamente bueno y lo grande, comercial en un sentido un tanto desprestigiado de la palabra.
El c¨®digo de dise?o aceptado por editores y lectores espa?oles establece que las cubiertas de los libros de ¡°alta literatura¡± tienen letras peque?as. En el lenguaje parad¨®jicamente no verbal de la tipograf¨ªa, aumentar el tama?o de un t¨ªtulo lo degrada de forma casi autom¨¢tica al terreno de la ¡°literatura de consu...
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Que tama?o y calidad est¨¦n o no directamente relacionados es asunto de enconados debates. En el mercado editorial, sin embargo, se ha asentado el principio de que lo peque?o resulta literariamente bueno y lo grande, comercial en un sentido un tanto desprestigiado de la palabra.
El c¨®digo de dise?o aceptado por editores y lectores espa?oles establece que las cubiertas de los libros de ¡°alta literatura¡± tienen letras peque?as. En el lenguaje parad¨®jicamente no verbal de la tipograf¨ªa, aumentar el tama?o de un t¨ªtulo lo degrada de forma casi autom¨¢tica al terreno de la ¡°literatura de consumo¡±. Un vistazo a las mesas de cualquier librer¨ªa muestra que las editoriales m¨¢s tradicionales ¡ªpongamos, por ejemplo, Anagrama, Alfaguara, Seix Barral o Tusquets¡ª tienen en com¨²n una contenci¨®n tipogr¨¢fica que se ha convertido en est¨¢ndar de la industria.
La relaci¨®n entre cuerpo de letra y prestigio literario se aprecia bien en el gran lanzamiento de la estaci¨®n: Los vencejos (Tusquets), de Fernando Aramburu, que aparece en las librer¨ªas por duplicado. En la edici¨®n r¨²stica, lectores y autor se reconocer¨¢n en el dise?o negro caracter¨ªstico de la editorial, ilustrado con un fotomontaje evocador que aparece limpio y enmarcado. Todo es sereno y contenido. En la edici¨®n de tapa dura, la tipograf¨ªa desborda la misma ilustraci¨®n, que aparece ¡°a sangre¡± (es decir, llenando por completo la superficie de la sobrecubierta). Hay bajo las letras (grandes, en may¨²sculas y centradas) una sombra sutil que parece separarlas de la misma superficie impresa. Todo el conjunto, empezando por el cuerpo de texto m¨¢s grande o el trampantojo de la sombra, respira c¨®digos de dise?o compartidos con otros libros superventas. En definitiva: el texto de la novela es el mismo en ambas ediciones, pero el p¨²blico al que van dirigidas no.
Las cubiertas en el mercado anglosaj¨®n se dise?an con mayor libertad, y no respetan el principio de las letras peque?itas y prestigiosas. La edici¨®n original norteamericana de D¨®nde est¨¢s, mundo bello (Literatura Random House), de Sally Rooney, usa colores suaves que tienen un punto cotidiano y feliz; los rostros est¨¢n ocultos y eso a?ade un halo de inquietud y misterio. Habita ah¨ª claramente una historia gr¨¢fica que precede al propio texto. La edici¨®n espa?ola recoge esos elementos en una clara apuesta contra el aburrimiento gr¨¢fico de nuestras librer¨ªas (?bien!) pero cambia la tipograf¨ªa y la adapta a la que es norma en los libros de la editorial (?mal!). El t¨ªtulo Beautiful World, Where Are You est¨¢ cuidadosamente compuesto en Ronda, una tipograf¨ªa de 1970 dise?ada por Herb Lubalin; respira optimismo, elegancia. El t¨ªtulo traducido, por su parte, tiene masas de negro un poco bruscas y un espacio entre las letras forzado que carece de equilibrio. ¡°Traduttore, traditore¡± del dise?o.
Para terminar con el asunto de las letras grandes, dos ejemplos exc¨¦ntricos. Las ¨²ltimas, la recopilaci¨®n de textos teatrales de Luc¨ªa Carballal (La U?a Rota), usa los colores con habilidad: el azul brillante destaca a kil¨®metros de distancia, y el gris a?ade un eco de cuaderno de notas, casi de urgencia y contracultura. Las enormes letras, dibujadas para este t¨ªtulo y este dise?o, tienen un aroma constructivista (la S partida y geom¨¦trica, por ejemplo), pero tambi¨¦n un aire desenfadado y postmoderno; son un despliegue de personalidad gr¨¢fica. Para nota: es interesante como los bloques de texto marcan con precisi¨®n matem¨¢tica una estructura de p¨¢gina dividida en cuatro m¨®dulos horizontales. Esa disciplina se transforma en un juego de texturas impresas para la portada de Mear Sangre (Austsaider), de Dum Dum Pacheco. La autobiograf¨ªa del boxeador se public¨® originalmente en 1976, y el t¨ªtulo de aquella edici¨®n se compon¨ªa en letras rojas que se deshac¨ªan en un goteo sangriento. El c¨®digo de cine gore se sustituye ahora con grandes letras impresas con tipos de madera, masas de color que se superponen y una foto cuya trama de puntos recuerda a las im¨¢genes publicadas por la prensa de hace 40 a?os. El conjunto juega a transpirar lucha, calle y c¨¢rcel, pero es en realidad un artificio gr¨¢fico dise?ado con delicadeza.
Dos de los dise?os m¨¢s llamativos de esta temporada tienen ojos. Los de Subid¨®n (Blackie Books), la primera novela de Joaqu¨ªn Reyes, se aprecian en la versi¨®n impresa. Son dos ojos de pl¨¢stico que perforan la cubierta y se mueven seg¨²n agitamos el libro. Es divertido, animado y refleja el esp¨ªritu humor¨ªstico de la novela. Sobre todo, hace uso de la gran ventaja de lo impreso: se puede tocar, y siempre ser¨¢ m¨¢s graciosos dos ojos de pl¨¢stico que esa misma mirada desde la pantalla de un libro electr¨®nico. La apuesta de El loro de Budapest (Fulgencio Pimentel), de Andr¨¦ Lorant es todav¨ªa m¨¢s radical. No hay t¨ªtulo. No hay autor. Solo el logo de la editorial, el n¨²mero de serie dentro de la colecci¨®n y una mirada de infinita tristeza. Es el propio Lorant, en una foto infantil, y el libro cuenta su infancia y juventud, primero bajo dominio nazi y luego en la Hungr¨ªa socialista. La ausencia de letras es el no va m¨¢s de ese principio de la tipograf¨ªa peque?a: reducci¨®n hasta la desaparici¨®n. La limpieza del conjunto destaca much¨ªsimo.
Aunque la apuesta por la ilustraci¨®n es com¨²n a casi todas las editoriales, algunos sellos peque?os la usan de forma m¨¢s libre y sorprendente. Vatio, de A. J. Uss¨ªa (Coba Fina) usa el color de una forma potente y llamativa, y la ilustraci¨®n refleja el v¨¦rtigo de la noche madrile?a a principios del siglo XXI. El dibujo que presenta El matrimonio anarquista (Hurtado y Ortega), de Bego?a M¨¦ndez y Nadal Suau, se integra limpiamente con el texto y con los autores, en la cubierta y en la vida real: los tatuajes son uno de los pilares del libro, y ese mismo drag¨®n lo llevan cada uno en su espalda. Como nota de dise?o: las sobrecubiertas de esta colecci¨®n son fajas verticales que se pueden separar, y esa textura de capas sorprende y resalta que el libro es un objeto que se puede tocar. Por su parte, la apuesta ilustrada de Anatom¨ªa de la Traici¨®n (C¨ªrculo de Tiza), de Pedro G. Cuartango, es m¨¢s esquem¨¢tica, pero igual de efectiva. La persiana, la mirada oculta, la tipograf¨ªa mecanografiada... Todo nos lleva directamente al turbio mundo del espionaje (tema del libro). En el debe: hubiera sido un detalle de calidad usar letras salidas realmente de una m¨¢quina de escribir cl¨¢sica, y no una digitalizaci¨®n en serie.
Jos¨¦ Manuel Lara, patriarca de la editorial Planeta, llamaba a los libros de Anagrama ¡°la peste amarilla¡±. El color de la colecci¨®n Panorama de Narrativas es reconocible a distancia, y tiene tanta personalidad que es complicado conjugarlo con las ilustraciones cuando no van recuadradas. Es un testimonio a la habilidad de los dise?adores algunos de los ¨²ltimos aciertos gr¨¢ficos de la colecci¨®n, como la portada de Tiempo curvo en Krems (Anagrama), de Claudio Magris. La peque?a superficie de agua se fusiona con el fondo de forma limpia, y dan ganas de pasar un dedo por sus ondas. El color juega aqu¨ª a favor de la propuesta gr¨¢fica, porque a?ade un componente de irrealidad po¨¦tica tremendamente atractivo. La propuesta de Vulnerario (Caniche), de Jon Mikel Euba resulta m¨¢s arriesgada. El amarillo de este libro es duro, luminoso, casi agresivo; la tipograf¨ªa m¨¢s moderna y sus remates m¨¢s pronunciados. Pero la ilustraci¨®n (una sencilla palanca en negro, en la base del dise?o) aparece extra?a y amenazadora como una culebra. Es una portada inquietante que despierta mi curiosidad.
Y para terminar, dos ejemplos de ilustraci¨®n realizada con elementos cotidianos, una especialidad recurrente en las portadas de algunos libros y que funciona si se usa con habilidad. Una historia pop de los vampiros (Arpa), de David Remart¨ªnez somete su portada al limpio y fr¨ªo dise?o de la colecci¨®n, pero hay algo humor¨ªstico, peligroso y magn¨¦tico en la sonrisa de esos colmillos de pl¨¢stico que flotan en el vac¨ªo. Quiz¨¢ el encuentro de letras e imagen resulte levemente brusco, pero a?ade profundidad al conjunto. La portada de Madrid, 1983 (Libros del K.O.), de Arturo Lezcano, se limita a presentar un (falso) calendario de bolsillo de aquel a?o. Es una idea extremadamente sencilla y efectiva que atrae la mirada porque la nostalgia de las cosas peque?as es irresistible, y porque el falso hist¨®rico est¨¢ realizado con finura. Me pregunto si no hubiera sido mejor haber dejado el calendario a su tama?o real, rodeado de un enorme marco rojo. Hubiera sido m¨¢s llamativo y radical... y con letras claramente peque?as.
Algunos cr¨¦ditos: Los vencejos, dise?o de Planeta Arte & Dise?o e ilustraci¨®n de Agust¨ªn Escudero. Beautiful world, Where Are You, dise?o original de Jon Gray y adaptaci¨®n de Penguin Random House Grupo Editorial. Las ¨²ltimas, dise?o de Clara Sancho. Mear sangre, dise?o de Atta Lassalle. Subid¨®n, dise?o de Setanta. El loro de Budapest, dise?o de C¨¦sar S¨¢nchez. Vatio, ilustraci¨®n de Silja G?tz. El matrimonio anarquista, dise?o de Silvio Garc¨ªa Aguirre e ilustraci¨®n / tatuaje de Bara. Anatom¨ªa de la traici¨®n, dise?o de Miguel S¨¢nchez Lindo. Tiempo curvo a Krems, ilustraci¨®n de Diane Parr. Vulnerario, dise?o de Setanta. Una historia pop de los vampiros, dise?o de Anna Juv¨¦. Madrid, 1983, dise?o de Artur Galocha.
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