Despatriada: una memoria personal del exilio
La primera vez que me exili¨¦, en 1975, ten¨ªa 25 a?os. Hoy tengo 72. Por a?os me he opuesto a la entronizaci¨®n de este r¨¦gimen que, paulatinamente, ha venido concentrando el poder y desmantelando la institucionalidad democr¨¢tica
?Me atrapar¨¢n o no me atrapar¨¢n? Esa es la amarga margarita que me toc¨® deshojar. Jam¨¢s pens¨¦ que volver¨ªa a tener que optar por el exilio luego de haber sido part¨ªcipe de una revoluci¨®n que derrot¨® la tiran¨ªa de Anastasio Somoza en Nicaragua en 1979. A 42 a?os de aquello, heme aqu¨ª forzada de nuevo a dejar mi patria, ahora regida por un dictador de la peor especie: el que lucha contra una tiran¨ªa para imponer la propia. Eso es lo que ha hecho Daniel Ortega, secundado por su esposa. Ambos forman un binomio sui generis que ocupa, a pesar de las restricciones constitucionales sobre el nepotismo, los m¨¢s altos cargos del Estado: presidente y vicepresidenta.
La primera vez que me exili¨¦, en 1975, ten¨ªa 25 a?os. Hoy tengo 72. Por a?os me he opuesto a la entronizaci¨®n de este r¨¦gimen que paulatinamente, desde 2007, cuando Ortega retorn¨® a la presidencia del pa¨ªs, ha venido concentrando el poder y desmantelando la institucionalidad democr¨¢tica. Esta labor de zapa se agudiz¨® despu¨¦s de un alzamiento popular en 2018. La rebeli¨®n espont¨¢nea de una poblaci¨®n cansada de abusos de poder fue aplastada a sangre y fuego, con la violencia de las armas. A pesar, sin embargo, de su costo ?¡ªm¨¢s de 328 personas asesinadas¡ª, la poblaci¨®n sigui¨® manifest¨¢ndose aun cuando se prohibieron las marchas o incluso desplegar la bandera del pa¨ªs con el escudo invertido. La resistencia se pag¨® con c¨¢rcel. El pa¨ªs se militariz¨®.
Las elecciones que deb¨ªan realizarse en 2021, y la posibilidad de sacar a Ortega a trav¨¦s de los votos, anim¨® a la oposici¨®n a entregarse a la organizaci¨®n electoral. Varias figuras destacadas, hombres y mujeres, surgieron como posibles candidatos. Hab¨ªa entusiasmo de acudir unidos a la contienda electoral. La pareja se asust¨® y decidi¨® defender su poder a toda costa. Desde junio de este a?o, y asistida por leyes pasadas a la carrera por una Asamblea dominada por Ortega, se inici¨® una redada que condujo a prisi¨®n a todos los aspirantes a candidaturas presidenciales, a las principales figuras de oposici¨®n y a los escritores y formadores de opini¨®n p¨²blica, incluyendo ic¨®nicos l¨ªderes del sandinismo revolucionario, excompa?eros de Ortega en la lucha contra el somocismo. Contra todos ellos se han levantado cargos falsos, ya sea de lavado de dinero por dirigir ONG, ya sea por una ley de diciembre de 2020: la Ley de Defensa de los Derechos del Pueblo a la Independencia, la Soberan¨ªa y Autodeterminaci¨®n para la Paz. Esta ley amplia y ambigua faculta a las autoridades al servicio del r¨¦gimen a declarar ¡°traidores a la patria¡± a cualquiera que, a su juicio, atente contra la naci¨®n, entendida ¨¦sta como el coto privado del presidente y su esposa. El Estado son ellos, y quien est¨¦ en contra de ellos y su poder omn¨ªmodo puede ser acusado de traici¨®n a la patria y condenado a largas sentencias.
De acuerdo a esa ley y su manera de interpretarla, yo ser¨ªa acusada de traici¨®n a la patria por lo que escribo y denuncio y por haber sido presidenta de PEN y luchado por los derechos de los periodistas y la libre expresi¨®n desde 2013, cuando fui elegida para ese cargo. Me atrapar¨ªan, sin duda. Pasar¨ªa a engrosar el n¨²mero de la reciente redada de 36 opositores y de otros 140 prisioneros pol¨ªticos. A los m¨¢s recientes les han impuesto una modalidad carcelaria violatoria de sus derechos humanos en extremo: llevan m¨¢s de 100 d¨ªas incomunicados en celdas, con luces que no se apagan por la noche, con escaso alimento e interrogatorios intempestivos a diario. No les han permitido un libro, ni un papel, ni un l¨¢piz. La mayor¨ªa lucen fam¨¦licos. Han perdido entre 10 y 30 libras. Solo una vez, por media hora, han podido ver a sus familiares y abogados, todo el tiempo vigilados, filmados y acosados por sus carceleros.
Mi opci¨®n por el exilio es tambi¨¦n una condena. Igual que mi compa?ero de letras Sergio Ram¨ªrez, mi situaci¨®n es precaria, pero mientras tenga manos para escribir y aliento para hablar, mientras la comunidad de naciones oiga y decida no dejar sola a Nicaragua y su gente, ni Ortega ni su esposa se librar¨¢n de m¨ª. Escog¨ª las palabras, como digo en este poema.
No tengo d¨®nde vivir
No tengo d¨®nde vivir.
Escog¨ª las palabras.
All¨¢ quedan mis libros
Mi casa. El jard¨ªn, sus colibr¨ªes
Las palmeras enormes
Las apodadas Bismarck
Por su aspecto imponente.
No tengo d¨®nde vivir.
Escog¨ª las palabras.
Hablar por los que callan
Entender esas rabias
Que no tienen remedio.
Se cerraron las puertas
Dej¨¦ los muebles blancos
La terraza donde bailan volcanes a lo lejos
El lago con su piel fosforescente
La noche afuera y sus colorines trastocados.
Me fui con las palabras bajo el brazo
Ellas son mi delito, mi pecado
Ni Dios me har¨ªa trag¨¢rmelas de nuevo.
All¨ª quedan mis perros Macondo y Caramelo
Sus perfiles tan dulces
Su amor desde las patas hasta el pelo.
Mi cama con el mosquitero
Ese lugar donde cerrar los ojos
E imaginar que el mundo cambia
Y obedece mis deseos.
No fue as¨ª. No fue as¨ª.
Mi futuro en la boca es lo que quiero
Decir, decir el coraz¨®n, vomitar el asco y la ranura.
Queda mi ropa yerta en el ropero
Mis zapatos, mis paisajes del d¨ªa y de la noche
El sof¨¢ donde escribo
Las ventanas.
Me fui con mis palabras a la calle
Las abrazo, las escojo
Soy libre
Aunque no tenga nada.
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