Para qu¨¦ sirve la escultura en el siglo XXI
Varias muestras reflexionan sobre el sentido actual de la disciplina, que responde a definiciones cada vez m¨¢s cambiantes y el¨¢sticas
Hay en la Fundaci¨® Mir¨® de Barcelona uno de los dibujos m¨¢s singulares y desconocidos de Federico Garc¨ªa Lorca. Representa el doble rostro de un personaje sobre el que se superpone otro rostro m¨¢s esquematizado, de est¨¦tica cubista y cierto gui?o al estilo de Dal¨ª de ese a?o, 1927. En el conjunto de su obra gr¨¢fica es una rareza. Rompe con su habitual econom¨ªa de l¨ªneas en un sofisticado coqueteo entre los colores rojo y azul. Se dice que el perfil en sombra de la cabeza, con salientes orejas, es el propio Lorca que se incorporar¨ªa secretamente en su propia obra. Un dibujo que pens¨® llamar El espejo, pero que, en realidad, es un beso. En el museo cuelga a unos palmos de otro beso, captado por la c¨¢mara de Wolfgang Tillmans en 2002, y de un momento amoroso, cuando el m¨¦dico Fernando Aiuti besa a la seropositiva Rosaria Iardino para demostrar que el VIH no se transmit¨ªa con el contacto bucal. Es de 1991, pero vista hoy puede leerse sin apenas distancia. A unos metros, esa retah¨ªla amorosa desemboca en dos cabezas del rev¨¦s de Bruce Nauman que tambi¨¦n est¨¢n a punto de darse un beso con lengua. Apenas hay unos cent¨ªmetros entre una boca y otra, pero ese vac¨ªo lleno de tensi¨®n bien podr¨ªa definir El sentido de la escultura, t¨ªtulo del proyecto ideado por David Bestu¨¦, con la colaboraci¨®n de Martina Mill¨¤, en la que se enmarcan estas obras.
Hace tiempo que la Fundaci¨® Mir¨® no viv¨ªa un momento de alegr¨ªa tan expansivo, con una exposici¨®n tan luminosa y tan conectada a muestras de anta?o. David Bestu¨¦, tambi¨¦n artista, ha llenado el museo de referentes no solo suyos como escultor, sino tambi¨¦n de esa Barcelona en la que creci¨® como artista, de la caja de teselas de Sarah Lucas que Vict¨°ria Combalia llev¨® a Tecla Sala en el a?o 2000 al fax de On Kawara a Manel Clot con el latente I¡¯m Still Alive. Adem¨¢s de traer al presente la pr¨¢ctica escult¨®rica de Mir¨®, de una contemporaneidad acuciante, la exposici¨®n teje una serie de correspondencias entre lo antiguo y lo nuevo, lo viejo y lo joven, lo mat¨¦rico y lo simb¨®lico o lo vaciado y lo borrado que ensancha una idea de escultura parecida a un lugar inconsciente en el que algo o alguien, durante unos instantes, entra en contacto con el mundo.
No es la ¨²nica exposici¨®n que ahora mismo reflexiona sobre qu¨¦ es la escultura. La sede del IVAM en Alcoi la llama Escultura infinita, y el CAAC de Sevilla, Escultura expandida. Ambas son muestras que tiran de la definici¨®n que le dio a la escultura la te¨®rica norteamericana Rosalind Krauss en 1979 para hablar de una pr¨¢ctica amasada, extendida y retorcida que pod¨ªa abarcar pr¨¢cticamente cualquier cosa. En aquel momento daba respuesta a una necesidad de huir del historicismo y de la idea de monumento, dando carpetazo a la fidelidad de los materiales y del pedestal. Cuarenta a?os despu¨¦s, esa idea se ha hecho m¨¢s el¨¢stica y mutante, si cabe. La indefinici¨®n que se cierne sobre muchas de las pr¨¢cticas art¨ªsticas contempor¨¢neas encuentra aqu¨ª uno de sus mejores ejemplos. La poca distancia que tiene con la idea de display y de instalaci¨®n tampoco lo pone f¨¢cil.
Hoy por hoy, pocos podr¨ªan ponerse de acuerdo acerca de qu¨¦ significa hacer escultura. Como ¨²nicas certezas, dos ideas. Una tiene que ver con lo simb¨®lico. La escultura hoy es mental: una pulsi¨®n flexible y porosa, asincr¨®nica y algo heterog¨¦nea, capaz de rebasar cualquier idea de representaci¨®n aun a sabiendas de que dicho l¨ªmite nunca puede ser alcanzado del todo. Un ejemplo de ¡°no escultura¡±: cuando Sam Mendes en American Beauty (1999) graba durante 15 minutos el revoloteo de una bolsa blanca ante un muro rojo. La danza de esa bolsa ante el muro como imagen del vac¨ªo. Ese aire cargado de electricidad. La otra tiene que ver con la forma y los materiales. La escritora Sarah Boxer, habitual de la revista Artforum, lo llama ¡°la entonaci¨®n del material, el lugar y el espacio¡±, aunque pongo el foco en otro ejemplo de ¡°no escultura¡±: cuando Rimbaud pon¨ªa sobre la mesa su deseo de dejar atr¨¢s ¡°la literatura pasada de moda¡± para experimentar con una poes¨ªa capaz de jugar con asociaciones imposibles, como escribir silencios o fijar v¨¦rtigos. Esa alquimia.
La escultura hoy es mental: una pulsi¨®n flexible y porosa, asincr¨®nica y algo heterog¨¦nea, capaz de rebasar cualquier idea de representaci¨®n
Seguramente nunca como ahora ha habido tal polifon¨ªa de artistas trabajando con las posibilidades de los materiales y su relaci¨®n con lo corporal. Da igual cu¨¢les. Todo es v¨¢lido y sobre ello revolotean un sinf¨ªn de exposiciones hoy vigentes: el m¨¢rmol para Rodin (Tate Modern, Londres), el bronce seg¨²n Juan Mu?oz (Patio Herreriano, Valladolid), la terracota de Miquel Navarro (galer¨ªa Fern¨¢ndez-Braso, Madrid), la cer¨¢mica para Teresa Solar (Joan Prats, Barcelona), el vidrio soplado de Lara Flux¨¤ (Es Baluard, Palma de Mallorca), el hueso tallado y la escayola de Cristina Mej¨ªas (Palacio del Almirante, Granada), el hierro seg¨²n Bel¨¦n Uriel (The Ryder, Madrid), la ca?a y la madera para Alegr¨ªa y Pi?ero (Musac, Le¨®n)¡ Tambi¨¦n materiales que se resisten a ser forma, como los de Ferm¨ªn Jim¨¦nez Landa en El final de un vac¨ªo es el principio de otro, proyecto para el Museo Oteiza y que forma parte del programa Hazitegia desarrollado junto con el Centro de Arte Contempor¨¢neo de Huarte.
Fiel a su modo de aproximarse de manera perif¨¦rica a los grandes discursos del arte, Jim¨¦nez Landa relaciona el vac¨ªo, elemento central de las esculturas de Oteiza, con elementos afines a su trabajo como caminar o la idea de cartograf¨ªa, vinculando la ra¨ªz com¨²n del t¨¦rmino vac¨ªo (vacuus) con conceptos derivados como vago, vacaciones y vagabundo. A partir de ah¨ª, la trama simb¨®lica se dispara. A ra¨ªz de la medici¨®n escrupulosa del vac¨ªo entre varias de las esculturas de Oteiza, a veces de 50 cent¨ªmetros por 2 metros, otras de 50 cent¨ªmetros por 7.000 kil¨®metros, el artista intenta recorrer esos vac¨ªos fuera del museo, generando una geograf¨ªa ins¨®lita que le ha llevado a cenar con desconocidos o atravesar casas privadas. Algo as¨ª como una deriva entre oteizas. O lo que es lo mismo: conquistar el hueco de los espacios intermedios. La sonrisa de Meursault ante Mar¨ªa cuando se sacude el pelo en El extranjero, de Camus. Esa extrema intensidad de la vida.
El sentido de la escultura. Fundaci¨® Joan Mir¨®. Barcelona. Hasta el 6 de marzo de 2022.
Escultura expandida. CAAC. Sevilla. Hasta el 8 de mayo de 2022.
Escultura infinita. IVAM. Alcoi. Hasta el 24 de octubre.
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