Las mujeres de la alta sociedad vasca que construyeron las iglesias del rom¨¢nico
La investigadora Isabel Mell¨¦n derriba mitos sobre la Edad Media en ¡®Tierra de damas¡¯, un estudio sobre el protagonismo femenino en el planteamiento y gesti¨®n de los templos entre los siglos XI y XIII en el Pa¨ªs Vasco
La Edad Media abri¨® un par¨¦ntesis de oscuridad entre dos periodos de luz; sus mil a?os marcaron una ¨¦poca tenebrosa subyugada bajo el recalcitrante poder de la Iglesia; en sus territorios se abri¨® un espacio reducido y asfixiante donde solo los hombres pod¨ªan hacerse un hueco para moverse; se trat¨® de un periodo ¡ªen fin¡ª transitado de vicios, supersticiones, ignorancia y, cual f¨¦tida materializaci¨®n de todo lo anterior, una ausencia flagrante de conciencia higi¨¦nica.
Poco a poco, los infamantes estereotipos que...
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La Edad Media abri¨® un par¨¦ntesis de oscuridad entre dos periodos de luz; sus mil a?os marcaron una ¨¦poca tenebrosa subyugada bajo el recalcitrante poder de la Iglesia; en sus territorios se abri¨® un espacio reducido y asfixiante donde solo los hombres pod¨ªan hacerse un hueco para moverse; se trat¨® de un periodo ¡ªen fin¡ª transitado de vicios, supersticiones, ignorancia y, cual f¨¦tida materializaci¨®n de todo lo anterior, una ausencia flagrante de conciencia higi¨¦nica.
Poco a poco, los infamantes estereotipos que han definido durante siglos este extenso periodo de la historia van demostrando su desviaci¨®n de la verdad hasta rozar, en ocasiones, las fronteras de lo caricaturesco. La historia y los historiadores contempor¨¢neos quieren enmendar la plana a la tradici¨®n ilustrada, fuente de muchas de estas ideas, y cada vez son m¨¢s las voces que leen y cuentan los hechos del pasado desde una perspectiva divergente.
Enfocada en un espacio y un tiempo concretos, el tramo entre los siglos XI y la primera mitad del XIII en el Pa¨ªs Vasco, la investigadora alavesa Isabel Mell¨¦n ha llegado a la conclusi¨®n de que esa tergiversaci¨®n del relato ha borrado, una vez m¨¢s, el protagonismo de las mujeres. En esta ocasi¨®n, en lo referido a la construcci¨®n y gesti¨®n de las iglesias rom¨¢nicas. Con estudios en filosof¨ªa e historia del arte, Mell¨¦n, profesora en la UNED e investigadora del proyecto ?lava medieval, ha reunido los hallazgos recabados a lo largo de tres a?os de documentaci¨®n y estudio en Tierra de damas (Sans Soleil), que lleva por subt¨ªtulo Las mujeres que construyeron el rom¨¢nico en el Pa¨ªs Vasco.
¡°El tema de las mujeres era algo que me llevaba rondando desde hac¨ªa tiempo¡±, explica la autora por tel¨¦fono desde el santuario de Est¨ªbaliz, cerca de la capital alavesa. ¡°Ya hab¨ªa realizado una investigaci¨®n previa sobre el convento de San Francisco de Vitoria, que fue dinamitado en 1930: se trataba de un edificio medieval que fue construido por mujeres enormemente poderosas, que incluso crearon un enterramiento para ellas en la cabecera¡±.
De aquel estudio, Mell¨¦n extrajo una conclusi¨®n meridiana: a partir del siglo XVIII, esas fundadoras y las mujeres que las siguieron se hab¨ªan desvanecido del relato de la historia. ¡°Y me pregunt¨¦: ?por qu¨¦ nos han enga?ado?¡±. La conclusi¨®n, de manera simplificada, se explica con el ejemplo de aquel juego infantil del tel¨¦fono escacharrado. ¡°Se tergiversa la historia por tradici¨®n y herencia, porque releer las fuentes ¡ªen este caso en lat¨ªn medieval¡ª es un trabajo ingente¡±, abunda Mell¨¦n. ¡°Hay una inercia de basarnos en lo que han dicho otras personas antes¡±.
Contra los prejuicios
A lo largo de los cap¨ªtulos, los hilos que Mell¨¦n va desenmara?ando tiran a su vez de otros prejuicios asociados con el medievo, como que se trat¨® de un periodo dominado por los poderes religiosos y cuyos habitantes viv¨ªan reprimidos sexualmente. Por el contrario, la autora habla en el libro de una ¡°libertad sexual¡± que englobaba tambi¨¦n ¡°las filas de la instituci¨®n eclesi¨¢stica¡±, y que inclu¨ªa pr¨¢cticas hetero y homosexuales.
Esas y otras mimbres sirven para fortalecer la tesis principal, a saber, que fueron mujeres de la alta sociedad quienes promovieron y gestionaron gran parte de las iglesias rom¨¢nicas del Pa¨ªs Vasco. Se trataba, como detalla, de edificios de car¨¢cter privado (y lucrativo) que las damas usaban no tanto con fines piadosos sino como medio para hacer propaganda de su linaje ¡ªuna manera como cualquier otra de ejercer la pol¨ªtica¡ª y a modo de pante¨®n para la gloria y descanso familiar, tareas que les correspond¨ªan bajo los roles de g¨¦nero establecidos en la ¨¦poca.
¡°Ya conoc¨ªa otros casos de matronazgo del rom¨¢nico vasco¡±, explica la autora sobre los or¨ªgenes de la investigaci¨®n, ¡°pero encontr¨¦ que el papel de la mujer era mucho mayor de lo que yo imaginaba¡±. En Tierra de Damas, Mell¨¦n escarba en dos ejemplos irradiadores: la expansiva influencia estil¨ªstica y formal del santuario de Est¨ªbaliz y el poder creciente de la Casa de Haro. Al tratarse del linaje m¨¢s poderoso del medievo vasco, existen numerosos documentos que corroboran las donaciones para iglesias hechas por mujeres de la familia, especialmente tres: Toda y Mar¨ªa L¨®pez, madre e hija, y en menor medida la suegra de esta ¨²ltima, ?ngela Mu?oz.
Un espejo deformante
En esta relectura de la historia con perspectiva de g¨¦nero, Mell¨¦n no solo destaca la preponderancia de las mujeres como promotoras, sino tambi¨¦n su desconocido rol como artistas. ¡°Ahora la idea parece extra?a, pero que las mujeres participaran en la obra era lo m¨¢s normal hasta el siglo XVIII¡±, subraya. Y defiende: si en el caso de una obra como el Peine de los vientos, concebida por Chillida pero materializada por un taller an¨®nimo, se considera que el artista es el escultor vasco, ?por qu¨¦ no hacer lo mismo con las mujeres que ¡°construyeron, usaron, gestionaron y eligieron la iconograf¨ªa¡± de aquellas iglesias?
Aunque el radio de las investigaciones de Mell¨¦n es limitado, la autora cree que ser¨ªa posible extrapolar algunas de estas conclusiones a otros territorios. ¡°El Pa¨ªs Vasco es un lugar muy bueno para este estudio porque, al situarse en la periferia, las clases nobiliarias gobernaban sin injerencias¡±, explica. Ese extremo queda patente en la iconograf¨ªa de las iglesias, donde apenas se representaban im¨¢genes de fe, sino a los nobles locales. Muchas de esas esculturas y pinturas son, de hecho, retratos de damas. Otras muestran, por ejemplo, genitales (masculinos y femeninos) y mujeres desnudas con serpientes, entendidas tradicionalmente como personificaciones de la lascivia y el pecado. ¡°Pero si las mujeres estaban a cargo de las iglesias, esta idea no cuadra¡±, colige Mell¨¦n.
La lectura en clave mis¨®gina de esas im¨¢genes, que para la autora se entienden mucho mejor como plasmaciones de preocupaciones y deseos en torno a la fertilidad o el parto, se remonta, como el borrado del protagonismo femenino, a la ¨¦poca de la Ilustraci¨®n, cuando ¡ªabunda la investigadora¡ª se favorecieron las ideas propias del patriarcado. ¡°Las mujeres ricas del siglo XII viv¨ªan mejor que nuestras abuelas, y eso es una verdad demostrada¡±, recalca. De ah¨ª que la interpretaci¨®n que hacemos a d¨ªa de hoy de la historia hable m¨¢s de lo que somos nosotros que de lo que eran aquella ¨¦poca. ¡°Es como un espejo deformante¡±, remacha la investigadora, ¡°la constataci¨®n de nuestra propia misoginia¡±.
Tierra de damas
Editorial: Sans Soleil, 2021.
Formato: 304 p¨¢ginas, 17,10 euros.
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