¡®Comedia sin t¨ªtulo¡¯: la obra inconclusa de Lorca vuelve a escena
Marta Pazos traslada a im¨¢genes el grito del escritor contra el teatro burgu¨¦s en su puesta en escena de la inacabada ¡®Comedia sin t¨ªtulo¡¯
Solo por la ¨²ltima escena ya merece la pena ver este espect¨¢culo. Es una experiencia est¨¦tica de esas que te transportan a mundos abstractos donde todo confluye y se hace comprensible de repente. Ll¨¢mese revelaci¨®n, nirvana, felicidad o cielo, que es precisamente como se titula la escena: El cielo, tercera parte del montaje que Marta Pazos estren¨® la semana pasada en el Centro Dram¨¢tico Nacional partiendo de La comedia sin t¨ªtulo de Lorca. La directora no se ha limitado a poner en escena el texto qu...
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Solo por la ¨²ltima escena ya merece la pena ver este espect¨¢culo. Es una experiencia est¨¦tica de esas que te transportan a mundos abstractos donde todo confluye y se hace comprensible de repente. Ll¨¢mese revelaci¨®n, nirvana, felicidad o cielo, que es precisamente como se titula la escena: El cielo, tercera parte del montaje que Marta Pazos estren¨® la semana pasada en el Centro Dram¨¢tico Nacional partiendo de La comedia sin t¨ªtulo de Lorca. La directora no se ha limitado a poner en escena el texto que el autor dej¨® inconcluso por su asesinato en 1936, apenas el primer acto de los tres que ten¨ªa planificados, sino que ha imaginado los otros dos para darle un final a la obra, igual que ya hicieron antes Llu¨ªs Pasqual, Alberto Conejero y Sara Molina Doblas. Pero a diferencia de todos ellos, Pazos no propone un desarrollo textual, sino exclusivamente pl¨¢stico. Y ese es el gran atractivo de su propuesta, pues si hay algo que ella domina como nadie es el lenguaje visual. Su gran se?a de identidad como creadora es su capacidad para sintetizar ideas, tramas y emociones en im¨¢genes.
Recordemos lo que Lorca dej¨® escrito: un autor irrumpe en escena para detener la representaci¨®n de El sue?o de una noche de verano, de Shakespeare, porque est¨¢ harto de ficciones pensadas solo para entretener, en lugar de mostrar lo que pasa en la realidad; los espectadores le replican, quieren seguir con su diversi¨®n, pero justo en ese momento estalla una rebeli¨®n en los alrededores y los manifestantes asaltan el coliseo, para gozo del autor. Era el gran grito de Lorca contra el teatro burgu¨¦s de su ¨¦poca. La met¨¢fora de su deseo de derribarlo y erigir otro nuevo despojado de artificios. Todo eso eclosiona en el acto final de Pazos. El escenario, vac¨ªo ya de cuerpos y medio destruidos sus decorados despu¨¦s de la revuelta, se ilumina para dejar a la vista su tramoya: el telar, el peine, las parrillas, las poleas. Escuchamos a la regidora dar ¨®rdenes para levantar un tel¨®n, mover focos, abrir escotillones¡ y m¨¢s cosas que no vamos a desvelar aqu¨ª para no romper el efecto. El teatro se desnuda y muestra la maquinaria con la que monta sus artificios. Es la esencia de Comedia sin t¨ªtulo. Y la m¨¢xima que ha guiado todo el teatro de vanguardia (y posdram¨¢tico) posterior a Lorca.
El acto funciona porque previamente hemos transitado las otras dos partes planificadas por Lorca, aunque de manera muy libre. A la manera de Marta Pazos: m¨²sica tecno, colores fuertes, cuadros vivos. Si Lorca quiso derribar el teatro sagrado de su ¨¦poca, ?por qu¨¦ sacralizarlo a ¨¦l con t¨®picos sobre c¨®mo debe o no debe representarse un lorca? Con su desbordante imaginaci¨®n pl¨¢stica, la directora toma referencias visuales del tiempo del poeta, sobre todo del surrealismo, pero no las asimila tal cual, sino que dialoga con ellas, las absorbe y las reinterpreta para crear otras nuevas. Vestidos imposibles, danzas ecl¨¦cticas, cuerpos desnudos, un eclipse de luna.
El espect¨¢culo empieza con un gran tel¨®n plateado cayendo que deja al descubierto un espacio cuadrangular te?ido de naranja fluorescente en el que se desarrolla toda la obra. Es como un lienzo sobre el que la directora pinta sus escenas. En la primera parte manda el texto del autor. Suena titubeante en boca de los 14 j¨®venes int¨¦rpretes (todos deliberadamente menores de 30 a?os), excepto los m¨¢s experimentados Camila Viyuela y Alejandro Jato. En el segundo acto, que Lorca hab¨ªa pensado situar en una morgue, la palabra cede el protagonismo a los cuerpos, que desarrollan visualmente algunas frases escuchadas en el anterior. ¡°D¨¦ usted gracias que est¨¢ en Espa?a, que es un pa¨ªs aficionado a la muerte¡±. ¡°Me dan ganas de dirigirme al p¨²blico y, en la escena m¨¢s l¨ªrica, gritarles de pronto una palabrota, la m¨¢s soez¡±. Sale tambi¨¦n Lorca, caracterizado con una expresiva gran m¨¢scara que refleja toda la carga simb¨®lica de su asesinato y su huella en la cultura espa?ola posterior. La acumulaci¨®n de tableaux vivants similares hace que esta parte resulte un tanto redundante y larga. Pero enseguida llega el tercer acto. El cielo. ¡°Decid la verdad sobre los viejos escenarios. Clavad pu?ales sobre los viejos ladrones del aceite y el pan. Que la lluvia moje los telares y despinte las bambalinas¡±.
¡®Comedia sin t¨ªtulo¡¯. Texto: Federico Garc¨ªa Lorca. Versi¨®n y dramaturgia: Jos¨¦ Manuel Mora y Marta Pazos. Direcci¨®n: Marta Pazos. Teatro Mar¨ªa Guerrero. Madrid. Hasta el 26 de diciembre.
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