Un fren¨¦tico Javier Cercas se enfrenta a Goliat

A estas alturas, el viejo contencioso entre alta literatura y literatura popular est¨¢ prescrito. La primera se supon¨ªa concebida para paladares exquisitos, altivamente encastillados en su aristocratismo cultural; en sus ant¨ªpodas se encontraba la charca innoble del consumo mayoritario, las ficciones formularias y de g¨¦nero. A¨²n existen esas alas extremas, por supuesto, pero hace mucho tiempo que aquel antagonismo dej¨® de ser operativo porque los escritores menos complacientes y m¨¢s concienzudos, los que conocen desde dentro la tradici¨®n y poseen un bagaje te¨®rico formidable, han sabido incorpo...

A estas alturas, el viejo contencioso entre alta literatura y literatura popular est¨¢ prescrito. La primera se supon¨ªa concebida para paladares exquisitos, altivamente encastillados en su aristocratismo cultural; en sus ant¨ªpodas se encontraba la charca innoble del consumo mayoritario, las ficciones formularias y de g¨¦nero. A¨²n existen esas alas extremas, por supuesto, pero hace mucho tiempo que aquel antagonismo dej¨® de ser operativo porque los escritores menos complacientes y m¨¢s concienzudos, los que conocen desde dentro la tradici¨®n y poseen un bagaje te¨®rico formidable, han sabido incorporar a su equipamiento t¨¦cnico como narradores toda suerte de instrumentos, sin importar su supuesto rango o procedencia (incluidos los medios audiovisuales), y, sobre todo, tienen interiorizado que, al fin y al cabo, la mitad del trabajo que comporta una novela lo debe realizar el lector y ser¨ªa absurdo dificult¨¢rselo o exigirle credenciales. Una prueba de lo que digo la da Javier Cercas en la trilog¨ªa que cierra El castillo de Barbazul con una trepidante brillantez para goce de lectores anteriores y ne¨®fitos.

Como se apuntaba en Independencia, el h¨¦roe de Cambrils, Melchor Mar¨ªn, ha dejado los Mossos d¡¯Esquadra y lleva una pl¨¢cida vida de bibliotecario en el a?o 2035, mientras persevera en su devoci¨®n por la narrativa decimon¨®nica (aqu¨ª es Turgueniev quien va jalonando la trama). Esa placidez se romper¨¢ cuando su hija Cosette, enfadada al descubrir que Melchor le minti¨® sobre la muerte de su madre, desaparece en Mallorca. Desde ese momento, la novela adopta la legislaci¨®n y el ritmo de un thriller fren¨¦tico, esmeradamente urdido, que arrastra al lector a trav¨¦s de sucesivos suspenses, ofreciendo satisfacciones parciales y quebrando la expectativa que generan. A este control narrativo impecable se adaptan dos puntos de vista complementarios, el de Melchor, con su desesperada lucha por averiguar qu¨¦ ha sucedido y luego por enfrentarse, como un peque?o David, al Goliat responsable, y, al comienzo de cada cap¨ªtulo, la perspectiva de la propia Cosette (distinguida en letra cursiva).

Como quiera que la tensi¨®n narrativa, para ser eficaz, debe conocer distensiones, Cercas las introduce a trav¨¦s de un paisaje humano tan minuciosamente singularizado como lo est¨¢ el paisaje natural

Como quiera que la tensi¨®n narrativa, para ser eficaz, debe conocer distensiones, Cercas las introduce a trav¨¦s de un paisaje humano tan minuciosamente singularizado como lo est¨¢ el paisaje natural. Forman parte de ¨¦l el inspector Blai, la sargento Paca Poch, los expolic¨ªas V¨¤zquez y Salom, y el tenaz ex guardia civil Carrasco. Son ellos los portadores de los valores morales que siempre han interesado al autor: cierta forma de hero¨ªsmo an¨®nimo y desentendido de recompensas, la rectitud (aqu¨ª encarnada en un funcionario casi invisible) y la lealtad, la amistad como solidaridad incondicional y consciente, la capacidad de sacrificio sin ostentaci¨®n ni dramatismo y hasta la posibilidad de la redenci¨®n personal. Y frente a ellos se despliega una tormenta de contravalores en el entorno del multimillonario Rafael Mattson (el Goliat de la historia): la depravaci¨®n, la adulteraci¨®n de las causas humanitarias, la corrupci¨®n policial y judicial, el desprecio al sufrimiento ajeno.

M¨¢s all¨¢ de la materia argumental, engranada con suma precisi¨®n, la novela vuelve sobre la eterna y desigual pugna entre los poderosos y los humildes, entre el Mal y quienes tratan ilusa pero heroicamente de atenuarlo o combatirlo. Los amigos de Melchor saben que Cercas, para escribir sobre eso, se lo inventa todo: ellos lo han le¨ªdo, pero Melchor a¨²n no. Tendr¨¢ que apresurarse, porque el Cercas de 2035 ya anda por los setenta y tantos a?os. Pero cuando Melchor lea El castillo de Barbazul se dar¨¢ cuenta de que el tal Cercas ha hecho gran literatura con los instrumentos de la ficci¨®n de aventuras que a ¨¦l tanto le ha ense?ado: una novela f¨¢cil de leer y con doble fondo.

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