Dentro del laberinto de las pinturas de Antonio Rojas
Una exposici¨®n en el CAC de M¨¢laga pone de manifiesto c¨®mo el ilusionismo que define las obras del artista convive con un centro psicol¨®gico y existencial
Desde sus primeras exposiciones de los 80, pasando por las estancias de formaci¨®n en Londres o Roma, hasta sus ya numerosas muestras nacionales e internaciones, el pintor Antonio Rojas ha sido leal a un modo de hacer muy caracter¨ªstico, con pocos vaivenes, casi una monoton¨ªa. Todos los usos y ardides del ilusionismo, para decirlo pronto ¡ªfalsas perspectivas, laberintos, trampas visuales, distorsiones geom¨¦tricas, iron¨ªas¡¡ª le dan a su obra ese perfil de sobra reconocible. Si dejamos a un lado ¡ªque ya es dejar¡ª el extraord...
Desde sus primeras exposiciones de los 80, pasando por las estancias de formaci¨®n en Londres o Roma, hasta sus ya numerosas muestras nacionales e internaciones, el pintor Antonio Rojas ha sido leal a un modo de hacer muy caracter¨ªstico, con pocos vaivenes, casi una monoton¨ªa. Todos los usos y ardides del ilusionismo, para decirlo pronto ¡ªfalsas perspectivas, laberintos, trampas visuales, distorsiones geom¨¦tricas, iron¨ªas¡¡ª le dan a su obra ese perfil de sobra reconocible. Si dejamos a un lado ¡ªque ya es dejar¡ª el extraordinario lujo sensorial de sus superficies y su apelaci¨®n al placer de la mirada, dir¨ªamos que su obra significa una frontal transgresi¨®n de las restricciones m¨¢s o menos cuaresmales que en su d¨ªa impuso a la pintura Clement Greenberg, sobre todo de la que prohib¨ªa cualquier truco con el que sortear la realidad bidimensional del soporte.
Pero hace mucho que esa agua no mueve molino. Sin embargo, la restricci¨®n ha regresado. A pesar de que ya no se manifieste desde una rigidez formal o estil¨ªstica como aquella, lo cierto es que el mandarinato institucional del arte contempor¨¢neo persiste, cincuenta a?os despu¨¦s, en la pretensi¨®n de escribir una historia del presente de direcci¨®n ¨²nica, que, hoy como ayer, sirve para autorizar, seleccionar y prohibir. Al considerar esto es cuando la pintura de Antonio Rojas y una remonta a las fuentes de su estilo pueden contribuir a explicar las cosas, aunque las hagan m¨¢s asombrosas todav¨ªa.
En el cat¨¢logo de su ¨²ltima exposici¨®n madrile?a (Galer¨ªa Fern¨¢ndez-Braso, 2021), Guillermo P¨¦rez Villalta, un pintor que suele poner por escrito sus cavilaciones est¨¦ticas, dec¨ªa que ¡°al Arte le sienta mal la ideolog¨ªa¡±. En esa cortante frase se resume la libertad con la que ¨¦l y los otros pintores ¡ªcultos, voluptuosos, ir¨®nicos¡ª surgidos en Espa?a en los ¨²ltimos a?os setenta contradijeron con su pr¨¢ctica todas las conspicuas condenas que por entonces le impon¨ªan a la pintura las tabarras conceptuales. Ellos llegaban con una idea de la historia del arte que era, por el contrario, inclusiva, abierta a m¨²ltiples lecturas, incluso contradictorias, tan diversas como las maneras de hacer productivo el pasado de la tradici¨®n en el arte del presente. Para Antonio Rojas, sus paisanos Guillermo P¨¦rez Villalta y Chema Cobo estuvieron entre las m¨¢s tempranas fuentes de orientaci¨®n. El tambi¨¦n arquitecto P¨¦rez Villalta y su lectura del c¨¦lebre libro de Robert Venturi Complejidad y contradicci¨®n en arquitectura (que se tradujo en Espa?a en 1972) ayudaron a importar para la pintura los rasgos con los que la arquitectura posmoderna ¡ªheter¨®clita, tambi¨¦n inclusiva¡ª intentaba derogar el rigor monol¨ªtico del vanguardismo anterior (del modernism). Pero lo que esto quiere decir sobre todo es que aquellos arquitectos norteamericanos y estos pintores europeos hab¨ªan decidido trabajar en consonancia con un mundo en el que la historia del arte (como las dem¨¢s) ya no se pod¨ªa seguir escribiendo bajo el supuesto de esa direcci¨®n ¨²nica en la que los movimientos art¨ªsticos se hab¨ªan sucedido hasta entonces a la manera de vectores-fuerza para el progreso del arte.
Pues bien ¡ªy esto es lo asombroso¡ª, a pesar de que algo tan siglo XX como esa escritura lineal y argumental de la historia colaps¨® hace tiempo, los museos del arte contempor¨¢neo oficial ¡ªbajo el ejemplo del Reina Sof¨ªa¡ª han decidido que la realidad forzosamente plural y diversa de la pr¨¢ctica art¨ªstica se le siga sometiendo, si no ya como anta?o en aplicaci¨®n de una ley formal o estil¨ªstica, s¨ª ahora bajo una excluyente visi¨®n pol¨ªtico-ideol¨®gica. El giro decisivo, por lo que ata?e a la comprensi¨®n del tiempo hist¨®rico en el arte, lo marc¨® la famosa Documenta de 1982 y su pionera apertura a la pluralidad en ausencia de movimientos o formas privilegiados. Se trataba, pues, de describir lo que hay, no de prescribir lo que debe haber.
Un pintor, en fin, heredero de aquella emancipaci¨®n de las narraciones lineales que obraron sus hermanos mayores, reclama ahora (junto a muchos otros) su lugar en la historia de la actualidad a trav¨¦s de esta espl¨¦ndida exposici¨®n del CAC de M¨¢laga en su sala de La Coracha, que es lo m¨¢s parecido a una retrospectiva. Junto al exacerbado ilusionismo del modelo villaltiano, coexisten aqu¨ª los ecos de muchas otras referencias de ayer, de hoy y de siempre, como dec¨ªan los viejos programas musicales de la radio. Resuenan las tersas y pulidas cintas de Moebius de Carlos Alcolea, otro de aquellos neopintores. Pero tambi¨¦n la huella de maestros de la abstracci¨®n como Barnett Newman o Frank Stella, a los que algunas pinturas rinden expl¨ªcito homenaje. Y tambi¨¦n est¨¢n convocados, por lo dem¨¢s, el primer Renacimiento, Hogarth, Mal¨¦vich, Magritte, Picasso o la pittura metafisica: las arcadas vac¨ªas, la siniestra amplitud de sus piazze¡ Como la de otros compa?eros de ruta (Dis Berlin, Paco de la Torre, J?el Mestre...) la pintura de Rojas manifiesta as¨ª su implicaci¨®n arquitect¨®nica, porque es en la representaci¨®n del espacio donde a fin de cuentas la ilusi¨®n de la pintura juega sus bazas. Al palimpsesto cabr¨ªa a?adir, finalmente, el ingrediente pop, m¨¢s por el lado Hockney o Ruscha que por el lado Warhol, claro est¨¢.
Con todo, esta comprensi¨®n pluralista no carece en la pintura de Rojas de un centro psicol¨®gico y existencial. Ese n¨²cleo de verdad se hace ver en la melancol¨ªa con la que el pintor trae una y otra vez a sus representaciones imaginarias el puerto y el mar de su Tarifa natal. Todo el repertorio de equ¨ªvocos visuales y espacios parad¨®jicos es invertido en las mil y una variaciones del espig¨®n, el faro, los dientes de sierra en el perfil de los almacenes, el ondulante mar al fondo de un espacio a medias funcional y a medias fant¨¢stico. La mirada se pierde entre los juegos de sombra y luz de los tinglados, los muelles nos hacen recorrer l¨ªneas enga?osas. Pero est¨¢ es la verdad de la ficci¨®n, la realidad de los espejos.
¡®Antonio Rojas. Cuando la memoria se resiste a abandonar el puerto¡¯. CAC de M¨¢laga. Hasta el 27 de marzo.
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