La mesa del rey Salom¨®n ya no est¨¢ en Toledo
El acad¨¦mico Daniel G¨®mez Aragon¨¦s rescata en un ameno ¡®Toledo. Biograf¨ªa de una ciudad sagrada¡¯ a los personajes y edificios que conformaron la milenaria historia de la capital del Tajo
Menos de diez metros, un par de bolardos para impedir que los coches aparquen y un pavimento de adoquines pulido por el incesante paso de los turistas separan el n¨²mero 12 de la calle del Cardenal Cisneros, en Toledo, de los muros de la catedral que orden¨® levantar Fernando III el Santo. El peque?o edificio, de tres plantas, se asemeja a otros tantos cientos que pueblan el casco viejo y cuyas tiendas a pie de calle ofrecen todo tipo de productos a los visitantes. Sin embargo, la ...
Menos de diez metros, un par de bolardos para impedir que los coches aparquen y un pavimento de adoquines pulido por el incesante paso de los turistas separan el n¨²mero 12 de la calle del Cardenal Cisneros, en Toledo, de los muros de la catedral que orden¨® levantar Fernando III el Santo. El peque?o edificio, de tres plantas, se asemeja a otros tantos cientos que pueblan el casco viejo y cuyas tiendas a pie de calle ofrecen todo tipo de productos a los visitantes. Sin embargo, la finca se diferencia del resto por una estrecha puerta en su fachada por la que se accede al denominado Museo de la Espa?a m¨¢gica. La entrada, en contra de lo que pueda parecer, no traslada a los pisos superiores, sino a los inferiores, a unos seis metros de profundidad. Y all¨ª, en su interior, se descubre una bella casa isl¨¢mica, con sus puertas ¨¢rabes de ladrillo, su patio y su pozo. Esa vivienda, a su vez, fue levantada sobre otra romana que la precedi¨® ¨Dy cuyos muros siguen bajo la isl¨¢mica¨D y que posiblemente tambi¨¦n fuese construida sobre otra de origen carpetano, un pueblo celt¨ªbero prerromano. Un submundo urbano que cuenta, en pocos metros cuadrados, la misma historia que Daniel G¨®mez Aragon¨¦s en su Toledo. Biograf¨ªa de la ciudad sagrada (La esfera de los libros).
M¨¢s all¨¢ de los gu¨ªas tur¨ªsticos y de sus apresurados relatos para visitantes, Toledo guarda innumerables secretos, reales o inventados. El acierto del acad¨¦mico G¨®mez Aragon¨¦s (Toledo, 38 a?os) es insuflar vida ¨D¡±el germen de Espa?a¡±, la denomina¨D a una ciudad de dos milenios con la descripci¨®n de su nacimiento (en ¨¦poca carpetana), sus primeros pasos (monte B¨²), su crecimiento (Roma), su esplendorosa juventud (reino visigodo), su exquisita educaci¨®n multiling¨¹e (Escuela de Traductores), su edad adulta (Alfonso VI), sus descendientes (Oviedo), su muerte pol¨ªtica (1561) y hasta sus achaques (invasi¨®n napole¨®nica).
Sin embargo, el ensayo no tiene nada que ver con los libros de viajes ni con las gu¨ªas para turistas, ni siquiera con los cat¨¢logos pormenorizados de los monumentos de una capital. Al contrario, es una narraci¨®n, cuasi novelesca, de las vicisitudes de una urbe monumental ¨Des patrimonio mundial¨D que el autor denomina ¡°nuestra Jerusal¨¦n, nuestra Roma¡±.
Existe un apasionante Toledo m¨¢gico y un no menos cautivador Toledo real. G¨®mez Aragon¨¦s ofrece en cada cap¨ªtulo las dos versiones, para que el lector elija la que prefiera guardar en su memoria. Y as¨ª recuerda que en el 567 la corte goda ya ten¨ªa su sede fija en la capital del Tajo, aunque no ser¨ªa hasta Leovigildo cuando se convirti¨® en una verdadera urbs regia, con su famoso e inmenso tesoro, ¡°esencia de los godos desde los tiempos de las grandes migraciones en el norte y este de Europa y que tuvo que verse desbordado tras el saqueo de Roma del a?o 410 realizado por Alarico I¡± y la llegada de nuevos y preciados objetos a la ciudad. Entre ellos ¡°se encontraba uno de los m¨¢s destacados de la tradici¨®n judeocristiana: la mesa del rey Salom¨®n¡±, cuya ¡°presencia en Toledo es cien por cien historia¡±, una mesa que desapareci¨® en tiempos del al-?ndalus y cuya b¨²squeda se extendi¨® hasta el Tercer Reich con la terrible presencia de Heinrich Himmler en las calles, sinagogas, iglesias y viviendas de la capital castellanomanchega.
Y todo ello acaeci¨® a orillas del Tajo, lo que actualmente es el yacimiento arqueol¨®gico de la Vega Baja. Una ciudad que se convirti¨®, como capital del reino, en acaparadora de concilios, celebrados en un edificio clave: la desaparecida bas¨ªlica palatina de los Santos Ap¨®stoles Pedro y Pablo, ¡°donde reyes y cl¨¦rigos se reun¨ªan y oraban para hacer entrega al soberano de una cruz procesional, s¨ªmbolo que llevaba en su crucero el lignum crucis que el papa Gregorio Magno regal¨® a Recaredo tras su conversi¨®n¡±. ¡°La ciudad en su conjunto se convertir¨ªa en un admirado sol cuya irradiaci¨®n se mantuvo, con mayor o menor intensidad, de manera continua hasta la actualidad¡±, explica el autor.
Pero tras la derrota del 711, ¡°el avance musulm¨¢n, con Rodrigo fallecido y el obispo metropolitano Sinderedo cobardemente huido a Roma, ante la falta de los grandes referentes pol¨ªticos y religiosos, muchos toledanos huyeron hacia el norte. Las tropas mahometanas debieron de quedar extasiadas al ver tanta grandeza y riqueza en la urbs regia y quedar colmadas sus l¨®gicas ansias de bot¨ªn¡±.
Y Toletum se convierte as¨ª en Tulaytula. ¡°Tulaytula es una de las grandes ciudades del al-?ndalus y la pol¨ªtica constructiva de Almanzor no la dej¨® de lado. Sabemos con absoluta seguridad que en el a?o 997 se repar¨® y reconstruy¨® el puente de Alc¨¢ntara, el cual enlazaba con el poderoso recinto amurallado de Alfic¨¦n¡±, erigido durante el califato de Abderram¨¢n III. Fue tambi¨¦n en este tiempo cuando se construy¨® la gran mezquita de Bab al-Mardum¡±. El periodo de la taifa toledana abarc¨® desde los a?os treinta del siglo XI hasta la reconquista cristiana en el 1085 por Alfonso VI, que convirti¨® el templo isl¨¢mico en la iglesia de Santa Mar¨ªa.
Y regres¨® as¨ª el reino cristiano en un momento en que ¡°la estructura urbana continuaba siendo la musulmana, cuya herencia es a¨²n visible, ya que no se realizan grandes construcciones, cosa l¨®gica, pues la toma de la ciudad no supuso la destrucci¨®n de lo existente¡±. Toledo mantendr¨¢ de esta forma cinco grupos de poblaci¨®n: moz¨¢rabes, musulmanes, jud¨ªos, castellanos y francos, estos ¨²ltimos llegados a la Pen¨ªnsula por necesidades repobladoras. ¡°Cinco grupos, tres religiones y distintas formas de entender muchas cuestiones del d¨ªa a d¨ªa, incluso entre los grupos de la misma confesi¨®n¡±, como los moz¨¢rabes (rito cristiano y lengua distinta de los conquistadores), lo que se conoce mundialmente como el Toledo de las tres culturas y que ¡°err¨®neamente algunos asumen como la ciudad de la tolerancia¡±.
¡°El asalto al barrio jud¨ªo en 1391 dej¨® una profunda huella en la comunidad hebrea por su violencia, desconoci¨¦ndose la cifra de muertos. Y multitud de saqueos y robos de bienes, am¨¦n de severos da?os en edificios, como por ejemplo una decena de sinagogas. En resumen, lo da?os humanos y materiales tuvieron que ser cuantiosos, pues no se explica de otra manera que el rey Enrique III ordenase investigar el suceso para esclarecer lo ocurrido y depurar responsabilidad entre toledanos y no toledanos que hubiesen participado en el asalto¡±.
La coronaci¨®n de Carlos I, su agobiante sistema impositivo y la llegada de extranjeros al poder, provoc¨® la rebeli¨®n de las ciudades castellanas. Juan de Padilla encabez¨® la toledana. Pero la derrota de Villalar en 1521 no supuso el fin de la oposici¨®n de la ciudad al emperador. Con Padilla ya decapitado, su esposa, Mar¨ªa Pacheco, organiz¨® la resistencia. ¡°Las casas de Juan de Padilla y Mar¨ªa Pacheco fueron arrasadas y cubiertas por la sal y se coloc¨® una placa en la que se mancillaba su memoria¡±.
El final llega con Felipe II por ser el ¨²ltimo que utiliz¨® la ciudad como sede de la corte. A partir de 1561, Toledo nunca m¨¢s ser¨ªa capital del reino ni centro pol¨ªtico. ¡°Llegaba el momento de Madrid. Sin embargo, jam¨¢s perdi¨® su esencia de urbs regia ni su potent¨ªsimo sentido simb¨®lico, y claro est¨¢, permaneci¨® como la cabeza religiosa del reino¡±.
¡°El paso de unos cuantos a?os sin que la corte volviese a estar en Toledo supuso la toma de conciencia de lo que realmente hab¨ªa sucedido. Los toledanos intentaron reaccionar, pero ya era tarde. Ni las obras que se hicieron para mejorar determinados aspectos de la ciudad, ni las peticiones y proclamas surtieron efecto. El tiempo de Toledo como centro pol¨ªtico y corte hab¨ªa pasado¡±.
El obispo primado Jim¨¦nez de Rada orden¨® en 1226 verter toneladas de tierra sobre las casas que rodeaban el lugar donde se iba a levantar la impresionante catedral y coraz¨®n de la ciudad. Al estar construido Toledo sobre una colina, se necesitaba allanar el terreno para mantener toda la catedral en el mismo plano. As¨ª, la vivienda musulmana del actual n¨²mero 12 de la calle del Cardenal Cisneros termin¨® sepultada. Sobre ella, a partir del siglo XIII se construy¨® otra y la primera cay¨® en el olvido. Hasta que la actual propietaria del inmueble so?¨® que debajo de su casa ¡°hab¨ªa un tesoro¡±. Cuando se excav¨®, se contrast¨® que la predicci¨®n de la mujer era cierta: se trataba del tesoro urbano e hist¨®rico de Toledo, el que G¨®mez Aragon¨¦s cuenta con maestr¨ªa, erudici¨®n y sin aburrir. Al fin y al cabo, es la apasionante biograf¨ªa de una ciudad ¨²nica.
Toledo. Biograf¨ªa de la ciudad sagrada
La Esfera de los Libros, 2022
712 p¨¢ginas m¨¢s 32 de ilustraciones. 33,90 euros.
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