Joel Meyerowitz, pasi¨®n por los pelirrojos
S¨ªmbolo de misticismo en tiempos pasados, la misteriosa aura que desprende el cabello cobrizo sigue cautivando. Una nueva edici¨®n de ¡®Redheads¡¯ el emblem¨¢tico monogr¨¢fico del fot¨®grafo norteamericano, refleja esa fascinaci¨®n y re¨²ne im¨¢genes in¨¦ditas
A principios de los a?os ochenta, el Provincetown Advocate, el peri¨®dico local de Provincetown, un pueblo situado en la punta del cabo Cod, Massachussets, publicaba un discreto pero peculiar anuncio: ¡°?Gente extraordinaria! Si es usted pelirrojo o conoce a alguien que lo sea, estar¨ªa encantado de hacerle un retrato, llame...¡±. No fueron pocos los que respondieron al reclamo. ¡°Comenzaron a llegar a mi porche, aportando su coraje y su timidez, su curiosidad y sus sue?os, as¨ª como sus historias de lo que supon¨ªa ser pelirrojo [a veces un tormento]¡±, recuerda Joel Meyerowitz. La fascinaci¨®n del autor por estas personas tuvo como resultado uno de sus monogr¨¢ficos m¨¢s emblem¨¢ticos, Redheads, reeditado recientemente por la editorial Damiani con 16 retratos in¨¦ditos.
Lo cierto es que el flechazo surgi¨® de forma casi inadvertida. En el verano de 1978, cuando el fot¨®grafo comenzaba a realizar sus primeros trabajos con una c¨¢mara de gran formato, se percat¨® de que de las m¨¢s de cien personas que hab¨ªa retratado a lo largo de un mes, 35 eran pelirrojas (un porcentaje m¨¢s que considerable teniendo en cuenta que se estima que solo aproximadamente un 2% de los m¨¢s de siete mil millones de habitantes de la Tierra tienen el pelo rojo). El hallazgo ven¨ªa a reforzar una de las m¨¢ximas del escritor Julio Cortazar: ¡°Un encuentro casual es lo menos casual de nuestras vidas¡±, sobre todo teniendo en cuenta que detr¨¢s de la c¨¢mara se encontraba uno de los pioneros de la fotograf¨ªa en color. ¡°Los pelirrojos, como la propia pel¨ªcula, se ven transformados por la luz del sol¡±, escribe el fot¨®grafo en el texto que acompa?a a las 70 im¨¢genes que componen el libro.
S¨ªmbolo de misticismo y magnetismo, seg¨²n las creencias paganas de los siglos XVI y XVII, la misteriosa aura de los pelirrojos sigue atrapando con fuerza nuestras miradas. La poderosa presencia de Sarah resultar¨ªa para Meyerowitz tan ¡°ex¨®tica como un pez tropical¡±, la piel de un delicado muchacho a punto de abandonar la ni?ez, ¡°tan transparente como una fruta¡±, los ojos de una ni?a medio desnuda ¡°tan separados como los de una diosa minoica¡±. Por unos breves momentos, Renee, la joven que caminaba entre la vegetaci¨®n, se transformar¨ªa ante la mirada del autor en ¡°la eterna ninfa del bosque¡±. As¨ª, la l¨ªnea del horizonte sirve de fondo a muchos de los retratos que componen la serie, donde el azul del cielo y el mar contribuye a resaltar la resplandeciente mata de pelo cobriza y la sonrosada piel pecosa de los modelos. La mayor¨ªa miran de frente a la c¨¢mara. Como ¨²nico requerimiento, el fot¨®grafo les pide que hagan el esfuerzo de sentirse c¨®modos. En esta ocasi¨®n, a ¨¦l le bastara un solo disparo. Quiere saber qu¨¦ es lo que el mismo siente en ese momento, ¡°sin diluir la experiencia en muchos disparos¡±. Esa econom¨ªa de medios le impedir¨¢ forjar una opini¨®n basada en caracter¨ªsticas superficiales, como pudiera ser una mejor sonrisa o la adecuada ca¨ªda del cabello. ¡°No me interesan las decisiones gr¨¢ficas o de conducta¡±, asegura el artista. ¡°O bien en la fotograf¨ªa resuena la verdad de nuestro encuentro o bien no lo hace¡±.
El libro sirve al autor para indagar en el significado del retrato. ¡°?Qu¨¦ es un retrato? ?De qui¨¦n trata realmente? ?Cuenta la verdad? ?La verdad de qui¨¦n?¡±, se cuestiona mientras alude a naturaleza ambigua de la fotograf¨ªa, capaz tanto de describir con precisi¨®n lo que existe delante de una c¨¢mara ¡°se?alando una verdad¡± como de generar incertidumbres. ¡°Esta dualidad es similar a la que se produce cuando uno est¨¢ cara a cara con otra persona. Detr¨¢s de toda persona hay un gran desconocido¡±, advierte. As¨ª el retrato se plantea como ¡°un trayecto de ida y vuelta¡± durante el cual la realidad del fot¨®grafo y del modelo quedan ¡°desnudas por un momento¡±. Un instante que Meyerowitz describe como ¡°er¨®tico. Por er¨®tico, no me refiero necesariamente a sexual, pero no encuentro otra forma de describir la intensidad de la emoci¨®n que experimento hac¨ªa esa persona. La fuerza de esa conexi¨®n funciona como un poderoso reclamo que me lleva a repetir la experiencia una y otra vez¡±, asegura. Y es precisamente ese instante en el que surge la chispa entre el fot¨®grafo y su modelo el que hace al artista conocerse mejor a s¨ª mismo.
¡®Redheads¡¯. Joel Meyerowitz. Damiani. 112 p¨¢ginas. 50 euros.
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