Las promesas rotas del hormig¨®n
Una exposici¨®n en Tenerife analiza los usos pol¨ªticos del cemento durante el siglo XX y la decadencia de su proyecto de modernidad, con una mezcla de melancol¨ªa y sorna
La cr¨ªtica pavloviana al modelo urban¨ªstico de la modernidad fue acompa?ada, hasta la reciente (y altamente improbable) revalorizaci¨®n del brutalismo, de un rechazo igual de obstinado a su material predilecto, el hormig¨®n armado, percibido como emblema de un fe¨ªsmo que invert¨ªa el sistema est¨¦tico en vigor desde la Antig¨¹edad cl¨¢sica. Y, sin embargo, esa desconfianza no impidi¨® su proliferaci¨®n en todo el mundo, de las autopistas y los aeropuertos a los nuevos barrios racionalistas de viviendas. El hormig¨®n se convirti¨® en s¨ªmbolo de todo nuevo r¨¦gimen pol¨ªtico, de la socialdemocracia europea a las dictaduras, del ?frica subsahariana a los Balcanes, con una carga ut¨®pica que se plasm¨® en el paisaje de urbes surgidas de la nada, de Brasilia o Chandigarh a los new towns erigidos en la posguerra brit¨¢nica, remedos de aquel ¡°nuevo Jerusal¨¦n¡±, pr¨®spero e igualitario, prometido por los laboristas all¨¢ por 1944.
El arte de las ¨²ltimas d¨¦cadas ha observado ese material y su simbolismo con una mezcla de melancol¨ªa y sorna, como demuestra la selecci¨®n de obras presentada por la exposici¨®n Concretos en el Tenerife Espacio de las Artes (TEA). La muestra observa la promesa de modernidad que vehicul¨® el cemento como un proyecto ingenuo y fallido, pero tambi¨¦n fascinante y casi entra?able, y como la alegor¨ªa perfecta de la obsolescencia programada que el capitalismo necesita para seguir expandi¨¦ndose. A ratos, la exposici¨®n parece retomar, en versi¨®n m¨¢s comedida y estimulante, algunas de las ideas de Anselm Jappe en su ensayo Hormig¨®n (Pepitas de Calabaza), diatriba contra un material con una vida ¨²til mucho m¨¢s limitada de lo que nos prometieron, como demuestran los hundimientos accidentales de estructuras s¨®lidas convertidas en castillos de naipes.
Las obras presentadas por la exposici¨®n, comisariada por Gilberto Gonz¨¢lez y Pablo Le¨®n de la Barra, subrayan el estatus de ruina o reliquia que ha adquirido el material. Brasil ocupa un lugar primordial en el recorrido, tal vez por el recelo que sus artistas siguen demostrando por la dimensi¨®n ideol¨®gica del hormig¨®n en el pa¨ªs del ordem e progresso. El joven Talles Lopes, de 25 a?os, reproduce los elementos arquitect¨®nicos de Oscar Niemeyer a escala real, solo que en poliestireno recubierto de mortero. Este trampantojo desmonta varios mitos, como la firmeza material e ideol¨®gica de esa arquitectura, pero tambi¨¦n su funcionalismo recalcitrante: en realidad, sus columnas para el Palacio de la Alvorada eran decorativas.
Tambi¨¦n Marcelo Cidade se toma a guasa el tono ¨¦pico de la obra de Niemeyer en Banco Brasilia (2015), que parodia las estructuras monumentales de la plaza de los Tres Poderes, convertidas en un par de platos y otro par de botellas de cerveza. Pero el ataque m¨¢s feroz se halla en el trabajo de Clara Ianni, que reutiliza una entrevista televisiva a Niemeyer en la que se le interroga sobre la muerte de un centenar de trabajadores a manos de la polic¨ªa durante una huelga acontecida en plena construcci¨®n de la nueva capital. El arquitecto asegura desconocer la masacre e insta a apagar la c¨¢mara con palabras poco exquisitas (¡°desconecte esa mierda¡±). El resultado es una l¨²cida desmitificaci¨®n del car¨¢cter heroico de todo arquitecto moderno, pero tambi¨¦n de unas formas que, pese a anunciar la democracia liberal con rimbombancia, a veces escond¨ªan la misma brutalidad de siempre.
Los artistas observan este material como alegor¨ªa de la obsolescencia programada tan propia del capitalismo
El recorrido dialoga con el edificio de hormig¨®n del museo, obra de Herzog & de Meuron, y tambi¨¦n con la reciente reordenaci¨®n de la colecci¨®n permanente del mismo, que hace sutiles referencias al arraigo del cemento en Canarias, a ra¨ªz del extractivismo de ¨¢ridos y del desarrollo del turismo de masas en el tardofranquismo. A ellos alude el d¨²o P¨¦rez y Requena en Arrife (2022), obra producida para la muestra que se inspira en los tipis de cemento colocados como reclamo a la entrada de una urbanizaci¨®n tinerfe?a que nunca se lleg¨® a edificar. En la reflexi¨®n sobre las prosaicas fuerzas econ¨®micas que subyacen bajo esa arquitectura del deseo tambi¨¦n incide el venezolano Alexander Ap¨®stol ¡ªque estos d¨ªas protagoniza una excelente retrospectiva en el CA2M de M¨®stoles¡ª en Skeleton Coast (2005), que recorre el desarrollo tur¨ªstico en la isla Margarita a finales de los ochenta, en una serie de edificios inconclusos que sirvieron para el blanqueo de capital.
La fosilizaci¨®n de la arquitectura moderna es otro hilo conductor de esta apasionante muestra. El v¨ªdeo The Lake Arches (2007), de Cyprien Gaillard, est¨¢ ambientado en Montigny, suburbio parisiense que Ricardo Bofill quiso convertir en 1981 en ¡°un Versalles para el pueblo¡±, como lo defini¨® un cr¨ªtico de la ¨¦poca. Aun as¨ª, el lago que preside su intervenci¨®n es, una vez m¨¢s, m¨¢s decorativo que funcional y democr¨¢tico, como constata un ba?ista que se lanza de cabeza al agua y termina con la nariz rota. Otra obra de Gaillard, Desniansky Raion (2007), observa el deterioro de distintos barrios brutalistas, que hoy cobran el aspecto de f¨®siles modernos, como variantes de esa ruin lust que sigue suscitando el fascinante espect¨¢culo de la decrepitud arquitect¨®nica, de los templos griegos a la demolici¨®n de torres carcomidas por el amianto.
En un registro parecido, Jane y Louise Wilson reflejan en Monument (2003) el deterioro urban¨ªstico de Peterlee, ciudad ut¨®pica erigida en un antiguo pueblo minero. Su arquitectura retrofuturista fue objeto del escarnio ciudadano y el abandono institucional, como demuestra un v¨ªdeo que vincula su condici¨®n de ruina a la quiebra del Estado del bienestar. Con todo, los ni?os siguen jugando all¨ª, como si insinuaran que la vida no se ha extinguido del todo. La idea enlaza con un brillante v¨ªdeo de Adrien Missika rodado en Tr¨ªpoli (L¨ªbano), donde la construcci¨®n de un pabell¨®n de Niemeyer qued¨® interrumpida por la guerra. Un joven inspecciona el edificio y decide hacer m¨²sica con sus paredes, convirtiendo la c¨²pula de ese espacio abandonado en caja de resonancia, antes de trepar por la sombra de una palmera proyectada sobre el hormig¨®n, en otra imagen atinada sobre el car¨¢cter ilusorio de la modernidad. En realidad, ese lugar nunca lleg¨® a ser inaugurado.
¡®Concretos¡¯. Tenerife Espacio de las Artes. Hasta el 8 de enero de 2023.
Puedes seguir a BABELIA en Facebook y Twitter, o apuntarte aqu¨ª para recibir nuestra newsletter semanal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.