¡®Sangre de horchata¡¯, raro mundo de adultos ricos

Han pasado 17 a?os desde La segunda mujer, la novela con la que Luisa Castro parec¨ªa haberse despedido del g¨¦nero tras ganar en 2006 el Premio Biblioteca Breve. No es as¨ª, como prueba Sangre de horchata, relato sobre una adolescente en la estel...

Han pasado 17 a?os desde La segunda mujer, la novela con la que Luisa Castro parec¨ªa haberse despedido del g¨¦nero tras ganar en 2006 el Premio Biblioteca Breve. No es as¨ª, como prueba Sangre de horchata, relato sobre una adolescente en la estela del Holden Caulfield de El guardi¨¢n entre el centeno, una muchacha incomprendida e incomprensiva para la que el mundo de los adultos es tan abominable como cautivador y que intuye a trav¨¦s de los desoladores Jon Voight y Dustin ?Hoffman de Midnight Cowboy: desencanto, indefensi¨®n, enga?o y ruina. Y debo decir que el relato produce una extra?a sensaci¨®n de desenfoque o borrosidad desde su mismo t¨ªtulo.

Bel¨¦n, la narradora, es una chica de 16 a?os de buen¨ªsima familia (con mansi¨®n modernista en Pedralbes: Villa Alba; casa en el Pirineo: Villa Romana; atendida por sirvientas y nannies¡­), a la que su padre le aconseja que tenga sangre de horchata ante los embates de la vida como si eso significara mantener el autocontrol (la virtud de la sangre fr¨ªa) en vez de ser indolente o ap¨¢tico (el defecto de no tener sangre en las venas). Este desajuste sem¨¢ntico se repite no pocas veces, en expresiones y palabras, a lo largo de la narraci¨®n en la que Bel¨¦n reconstruye, a sus veintitantos a?os, los sucesos familiares que le sirvieron de rito de paso a su condici¨®n de adulta. Lo esencial de tales sucesos es el desvelamiento de lo que permanec¨ªa oculto, que no es poco: la madre ausente, estrella de cine venida a menos, que no hab¨ªa sido sino una voz espor¨¢dica al otro lado del tel¨¦fono provista de una brumosa leyenda de enferma mental; la condici¨®n homosexual de su padre, amarrado a una silla de ruedas tras un accidente de tr¨¢fico, que, previendo su pr¨®ximo deceso, resuelve convertir a su amante, Leonardo, en tutor legal de sus dos hijos; la existencia de una primera esposa de su padre, madre de su medio hermano Ricardo; la sorprendente relaci¨®n conyugal de V¨ªctor, el abogado de la familia ¡ªy tutor antes de la llegada de Leonardo¡ª, con su desequilibrada madre, con la que vive en La Floresta y tiene un hijo, Sergio, aficionado al cine; la tensi¨®n sexual que experimentan V¨ªctor y ella¡­

Algunas incoherencias del relato afectan al punto de vista narrativo, situado en un futuro desde el que los hechos ya son conocidos por Bel¨¦n y eso deber¨ªa condicionar el modo de presentarlos

Estos enredos familiares, con sus revueltas folletinescas, est¨¢n contados de manera arr¨ªtmica, con largos tramos morosos y otros de acusada precipitaci¨®n, como ocurre en el desenlace, donde el relato adquiere tintes bufocriminales que viran r¨¢pidamente hacia la psicopatolog¨ªa (de la narradora, tal vez herencia materna) sin que esos barquinazos est¨¦n justificados de alg¨²n modo. Es la terapeuta que trata a Bel¨¦n quien le sugiere que ponga por escrito sus recuerdos, habida cuenta de que ya no posee los diarios que escribi¨® entonces, y no los tiene porque, aunque empez¨® a escribirlos ¡°desde bien peque?a¡± y con ellos descubri¨® ¡°la bondad y el gozo de la escritura¡±, con perfecta incongruencia permiti¨® que la compradora de Villa Alba se los quedara fingiendo no ser ella la autora. No es la ¨²nica incoherencia que se desliza en el relato y algunas afectan al punto de vista narrativo, situado en un futuro desde el que los hechos ya son conocidos por Bel¨¦n y eso deber¨ªa condicionar el modo de presentarlos.

Tambi¨¦n llama la atenci¨®n, en la misma escritura, la oscilaci¨®n entre pasajes de lirismo inspirado y obvia elaboraci¨®n estil¨ªstica ¡ªah¨ª asoma la poeta, que acaba de publicar la versi¨®n en castellano de Un amor antiguo (La U?a Rota), un libro marcado por la relaci¨®n de los padres¡ª y pasajes descuidados en los que saltos de registro o usos l¨¦xicos an¨®malos estropean la prosa y con ello interfieren la lectura o, como dir¨ªa Bel¨¦n, hacen que saquemos los ojos del libro.

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