El teatro ¨¢spero de Elfriede Jelinek
La puesta en escena de ¡®Viaje de invierno¡¯ por Magda Puyo rebaja la po¨¦tica cruda de la Nobel austriaca
Quien haya le¨ªdo a Elfriede Jelinek o al menos visto la adaptaci¨®n al cine de su novela La pianista, por Michael Haneke, seguro que no se sorprende cuando se alza el tel¨®n de este espect¨¢culo. Hay un piano y el escenario est¨¢ lleno de una espuma blanca que da la impresi¨®n de ser nieve o en todo caso algo fr¨ªo. As¨ª es la escritura de la Nobel austriaca: g¨¦lida. No pretende conmover n...
Quien haya le¨ªdo a Elfriede Jelinek o al menos visto la adaptaci¨®n al cine de su novela La pianista, por Michael Haneke, seguro que no se sorprende cuando se alza el tel¨®n de este espect¨¢culo. Hay un piano y el escenario est¨¢ lleno de una espuma blanca que da la impresi¨®n de ser nieve o en todo caso algo fr¨ªo. As¨ª es la escritura de la Nobel austriaca: g¨¦lida. No pretende conmover nuestros corazoncitos, sino rasparlos. Por eso parece muy adecuado el espacio imaginado por la directora catalana Magda Puyo (con la escen¨®grafa Judit Colomer) para su puesta en escena de Viaje de invierno, obra que Jelinek concibi¨® inspirada en el ciclo hom¨®nimo de composiciones de Schubert sobre poemas de Wilhelm M¨¹ller. Un piano en un paisaje blanco que se va deshaciendo a medida que los int¨¦rpretes lo atraviesan ¡ªcomo se deshace la espuma y se atraviesa el invierno¡ª y vierten sobre ¨¦l sus parlamentos.
Decimos parlamentos porque de eso est¨¢ hecha la obra. No hay un hilo narrativo, sino una sucesi¨®n de consideraciones sobre la memoria personal o hist¨®rica, las relaciones familiares, el amor, la opresi¨®n social. No es f¨¢cil de seguir por su elevada carga literaria, pero la escritura de Jelinek basta como materia prima teatral: porque es oblicua y da calambre. Aqu¨ª empieza con una disertaci¨®n aparentemente ligera sobre el tiempo pero que resuena a lo largo del espect¨¢culo. Despu¨¦s se habla de Natascha Kampusch, la ni?a austriaca que estuvo secuestrada en un s¨®tano durante ocho a?os y fue recibida con recelo por la sociedad cuando logr¨® fugarse: ¡°Es una v¨ªctima. Aqu¨ª no queremos v¨ªctimas. Ya tenemos suficientes v¨ªctimas¡±. Los extranjeros: ¡°?Qu¨¦ se les ha perdido a esos en nuestros s¨®tanos?¡±. Sobre el amor: ¡°La red lo har¨¢ posible, a un clic, y todo saldr¨¢ con un esfuerzo m¨ªnimo por tu parte o por la m¨ªa, s¨ª, quiz¨¢ suceda¡±.
Magda Puyo reparte los parlamentos entre cinco actores, uno de ellos tambi¨¦n pianista (Bru Ferri) que interpreta composiciones de Clara Peya con el eco de Schubert. Se suceden uno tras otro, aunque a veces comparten fragmentos o se los lanzan unos a otros casi como un juego, entremezclados con danza, canciones, m¨²sica y acciones f¨ªsicas con aire de clown. Todo ello parece previsto para ayudar a digerir un texto denso, pero hay momentos excesivos: la fina iron¨ªa de Jelinek se convierte a veces en bufonada. Quiz¨¢ habr¨ªa sido m¨¢s eficaz un mayor aprovechamiento de la poderosa imagen inicial: m¨¢s all¨¢ de que se vaya deshaciendo la espuma, no hay m¨¢s recursos esc¨¦nicos que desarrollen la atm¨®sfera inclemente en la que se desenvuelven las palabras.
Viaje de invierno
Texto: Elfriede Jelinek. Dirección: Magda Puyo. Reparto: Laia Alberch, Pepo Blasco, Rosa Cadafalch, Bru Ferri, Encarni Sànchez. Teatro de la Abadía. Madrid. Hasta el 12 de noviembre.