¡®De campesinos a franceses¡¯, un libro de Eugen Weber para entender c¨®mo una poblaci¨®n analfabeta lleg¨® a ser una civilizaci¨®n con capacidad para votar
De gran influencia para los historiadores, el estudio del investigador estadounidense sobre la modernizaci¨®n y la nacionalizaci¨®n en Francia sigue impresionando medio siglo despu¨¦s
Un inspector escolar visit¨®, en 1864, una escuela del departamento de Loz¨¨re, en la regi¨®n occitana, y no encontr¨® ning¨²n ni?o que pudiera responder esta pregunta: ?eres ingl¨¦s o ruso? Tampoco tuvo suerte con otra: ?en qu¨¦ pa¨ªs se encuentra el departamento de Loz¨¨re? Un a?o antes, seg¨²n datos oficiales, m¨¢s de una quinta parte de los habitantes de Francia no entend¨ªa ni hablaba el franc¨¦s. Y no eran pocas las referencias, en las d¨¦cadas anteriores, a muchas partes del pa¨ªs como tierras de salvajes, b¨¢rbaros, atrasados o bestias ¡°que viv¨ªan con sus bestias¡±. No hab¨ªan sido, al fin y al cabo, civilizados, lo que significaba, en esencia, no estar integrados en la civilizaci¨®n francesa. A mediados del siglo XIX, seg¨²n el periodista Eug¨¨ne Bonnem¨¨re, hab¨ªa dos Francias; exist¨ªan, aseguraba el economista Adolphe Blanqui en 1851, ¡°dos pueblos distintos que viven en el mismo pa¨ªs una vida tan diferente que parecen extranjeros¡±.
Las anteriores referencias no resultan excepcionales, como argumenta el historiador Eugen Weber en un libro extraordinario, De campesinos a franceses, que vio la luz en 1976 y que ahora, casi medio siglo despu¨¦s, acaba de publicarse traducido en Espa?a. Hasta el ¨²ltimo tercio del siglo XIX, una parte muy importante de la Francia rural ¡ªoeste, centro, sur y sudoeste hexagonales¡ª vivi¨® en un mundo propio, desconectado de la modernidad y de la cultura oficial ciudadana y, especialmente, parisiense. No s¨®lo en los terrenos econ¨®mico y pol¨ªtico, sino tambi¨¦n en las formas de vida y pensamiento. Entre 1870 y 1914, en los primeros tiempos de la Tercera Rep¨²blica, sostiene el autor, tuvo lugar en dichas zonas un aut¨¦ntico proceso de aculturaci¨®n e integraci¨®n. Y, evidentemente, de impulso para la construcci¨®n de una naci¨®n y de una cultura nacional, que la Gran Guerra apuntal¨® con solidez.
Tres agentes resultaron decisivos en los cambios: las carreteras y ferrocarriles, la escuela ¡ªva a ser la ¨¦poca floreciente de los instituteurs republicanos, ense?antes de la naci¨®n¡ª y el servicio militar
Tres agentes resultaron decisivos en los cambios: las carreteras y ferrocarriles, la escuela ¡ªva a ser la ¨¦poca floreciente de los instituteurs republicanos, ense?antes de la naci¨®n¡ª y el servicio militar. Las comunicaciones, en particular, permitieron conectar zonas remotas e inaccesibles, salir de la autarqu¨ªa cultural y econ¨®mica y mejorar la situaci¨®n de numerosos campesinos. Estos, adem¨¢s, accedieron a la pol¨ªtica moderna a trav¨¦s de la experiencia ¡ªelectoral, entre otras¡ª y del aprendizaje de la abstracci¨®n. Las comunidades tradicionales, apunta Weber, renunciaron a las formas tradicionales cuando las condiciones dejaron de ser tradicionales. La nueva ¡°civilizaci¨®n¡± comport¨® el abandono m¨¢s o menos progresivo de algunos h¨¢bitos, canciones, bailes, charivaris, veladas, miedos, creencias y, a fin de cuentas, modos de vida. La destrucci¨®n de estas costumbres, sin embargo, afect¨® e inquiet¨® m¨¢s a los folcloristas que a los propios interesados. La naci¨®n-Francia provino, como todas, de un largu¨ªsimo proceso.
La influencia de este libro en las historiograf¨ªas europea y estadounidense ha sido enorme y ha servido de inspiraci¨®n o modelo para un buen n¨²mero de investigaciones. Nuevos datos han sido aportados. L¨®gicamente, de una obra tan le¨ªda y discutida como la de Weber, con casi cinco d¨¦cadas de presencia en el mercado historiogr¨¢fico, se han discutido o matizado algunas de sus tesis fundamentales. En primer lugar, la pertinencia de la cronolog¨ªa. Frente a 1870-1914 como periodo clave, algunos historiadores han insistido en la importancia, en Francia, de 1848 y la Segunda Rep¨²blica: los franceses Vigier y Agulhon o el australiano McPhee. M¨¢s que pareceres opuestos, sin embargo, se trata de observaciones basadas en regiones distintas. Weber eligi¨® las zonas m¨¢s retardatarias o arcaicas. La modernizaci¨®n unidireccional, en segundo lugar. Junto con los tres grandes agentes del Estado (comunicaciones, escuela, ej¨¦rcito) y la v¨ªa descendente hacia las masas rurales, algunos autores, como Caroline Ford, han demostrado que tuvieron lugar otros procesos en direcci¨®n contraria, desde abajo y a partir de las movilizaciones locales.
El libro capital de Weber destaca por sus datos, deducciones y reflexiones y, por encima de todo, por una cierta heterodoxia que todav¨ªa conserva
Comoquiera que sea, el libro capital de Weber, le¨ªdo medio siglo despu¨¦s, sigue impresionando por sus datos, deducciones y reflexiones y, por encima de todo, por una cierta heterodoxia que todav¨ªa conserva. Su influencia en los estudios sobre el largo siglo XIX europeo se me antoja comparable a la de otro texto de referencia: La persistencia del Antiguo R¨¦gimen. Europa hasta la Gran Guerra (1981), de Arno J. Mayer. Aunque De campesinos a franceses sea la obra cumbre de Eugen Weber (1925-2007), no es, ni mucho menos, la ¨²nica. En la d¨¦cada de los a?os sesenta vieron la luz un par de trabajos muy destacables: uno dedicado a Acci¨®n francesa (1962) y Satan franc-ma?on (1964). En 1986 apareci¨® un libro delicioso: Francia, fin de siglo, traducido en Espa?a. Con posterioridad, Weber se ocup¨® de la d¨¦cada de 1930 en Francia (The Hollow Years, 1994) y dio a la imprenta la recopilaci¨®n My France: Politics, Culture, Myth (1991) y Apocalypses (1999). Formado universitariamente en Par¨ªs, acab¨® asent¨¢ndose, como profesor, en Estados Unidos. La traducci¨®n de De campesinos a franceses merece, sin duda, aplausos sinceros.
De campesinos a franceses. La modernizaci¨®n del mundo rural (1870-1914)?
Traducci¨®n de Jordi Ainaud i Escudero?
Taurus, 2023. 798 p¨¢ginas. 42,90 euros
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