Cerrado por defunci¨®n: una historia art¨ªstica del r¨®tulo comercial
El colectivo de artistas Paco Graco recolecta desde 2017 las gr¨¢ficas comerciales de los negocios que cierran sus puertas. Dos exposiciones en Madrid recogen su investigaci¨®n
En una nave de Santa Cruz de la Zarza, provincia de Toledo, el colectivo Paco Graco, fundado por cuatro artistas en 2017, conserva almacenados cientos de r¨®tulos comerciales de los que van al tacho cuando al establecimiento le llega la hora del cierre. Como eso ocurre de manera cada vez m¨¢s acelerada, no es raro que las exposiciones en las que podemos ahora contemplar algunos de esos rescates ¡ªen ...
En una nave de Santa Cruz de la Zarza, provincia de Toledo, el colectivo Paco Graco, fundado por cuatro artistas en 2017, conserva almacenados cientos de r¨®tulos comerciales de los que van al tacho cuando al establecimiento le llega la hora del cierre. Como eso ocurre de manera cada vez m¨¢s acelerada, no es raro que las exposiciones en las que podemos ahora contemplar algunos de esos rescates ¡ªen CentroCentro y La Casa Encendida, ambas en Madrid¡ª incluyan carteler¨ªas que d¨¢bamos por a¨²n vivas en la calle. En su mayor¨ªa lo estuvieron hasta los a?os noventa, o m¨¢s, y pueden producir ¡ªentre jubilados, sobre todo¡ª una dulce melancol¨ªa. Sin embargo, su mayor inter¨¦s no proviene del reencuentro con las cosas viejas, sino de una invitaci¨®n al pensamiento.
Que las muestras se celebren en dos centros de arte; que la segunda, aunque bastante m¨¢s modesta, se presente no obstante como instalaci¨®n (¡°iteraci¨®n¡±, dicen en su jerga los papeles informativos), y que el propio colectivo llame a su colecci¨®n, algo ostentosamente, ¡°patrimonio gr¨¢fico madrile?o¡±, apunta a la clave del intr¨ªngulis.
Tambi¨¦n se puede contemplar en Soria, la capital m¨¢s peque?a de Espa?a, otra exposici¨®n titulada El Collado. Paseo comercial a pie de calle, hilvanada a partir de la colecci¨®n de fotos, carteles, facturas y prospectos reunidos por el coleccionista Tom¨¢s P¨¦rez Fr¨ªas. El p¨²blico ha sido constante, han sido recordados los abuelos, la vuelta del tiempo ha sido revivida ilusoriamente. Pero ?alguien ha pensado que estaba contemplando una exposici¨®n de arte? Esta es la cuesti¨®n que suscitan tambi¨¦n las exposiciones madrile?as.
Una cuesti¨®n cl¨¢sica. Al comienzo de Los peque?os burgueses, una novelita inacabada que iba a formar parte de las Escenas de la vida parisiense, Balzac lamenta que del Tourniquet Saint-Jean, arrasado por la construcci¨®n del nuevo H?tel de Ville, no quede m¨¢s existencia tipogr¨¢fica que el propio r¨®tulo de la calle, cuando anta?o ¡ª¡±el viejo Par¨ªs¡±¡ª las muchas cartelas comerciales repet¨ªan su imagen. ¡°La odiosa especulaci¨®n, desenfrenada¡¡±, escribe Balzac. Y, en este aspecto, nada nuevo, si acaso la aceleraci¨®n hist¨®rica, cuya mec¨¢nica explic¨® Koselleck. Pero lo que importa es la soluci¨®n, si se puede decir as¨ª, que propone Balzac: ¡°Ciertamente, de 10 a?os a esta parte, los gritos de la literatura no han sido vanos: el arte comienza a cubrir con sus flores las innobles fachadas¡¡±. As¨ª pues, la salvaci¨®n a trav¨¦s del arte. Es decir, lo que antes formaba parte de las calles, de la realidad, es transmutado ahora en ¡ªcomo ¨¦l mismo lo llama¡ª el ¡°cuadro de costumbres¡±, una f¨®rmula literaria que ni pintada, por cierto, para lo que nos muestra Paco Graco. Se trata en ambos casos de una segunda vida. A cambio, claro, de modificar la naturaleza o la condici¨®n misma de los objetos.
Este cartelismo artesano y an¨¢rquico est¨¢ a a?os luz de las tipograf¨ªas de vanguardia que reflejaron una sociedad reformada
La cr¨ªtica Rosalind E. Krauss tambi¨¦n estudi¨® a fondo la c¨¦lebre operaci¨®n conceptual, convalidada finalmente por el MoMA, que convirti¨® en arte ¡ªen arte surrealista¡ª el ingente trabajo, en principio puramente documental, llevado a cabo por Eug¨¨ne Atget en el viejo Par¨ªs, sus callejas medievales, sus tienduchas, las viviendas apretadas, justo antes de que desapareciera a favor de los anchos bulevares. Pero fue Jos¨¦ Luis Pardo quien, a mi juicio definitivamente, en su libro Nunca fue tan hermosa la basura, acab¨® de explorar la cuesti¨®n. En el ensayo que daba t¨ªtulo al volumen, constataba, enmendando una frase marxiana, que la riqueza capitalista, m¨¢s que presentarse como ¡°una inmensa acumulaci¨®n de mercanc¨ªas¡±, lo hace como ¡°una inmensa acumulaci¨®n de basuras¡±. Y todo lo que es desechado por la m¨¢quina de la producci¨®n y el consumo, ven¨ªa a decir Pardo, se acumula m¨¢s velozmente que lo que cuesta hacerlo desaparecer o, al menos, encontrarle un lugar apartado, neutral o invisible donde no nos ahogue.
Y ese ¡ªel lugar¡ª es el aut¨¦ntico eje sobre el que han de pivotar cuantas lecturas podamos hacer de todo esto que ha guardado y reunido encomiablemente Paco Graco y de lo que, en efecto, como dice el t¨ªtulo de CentroCentro, ¡°no va a quedar nada¡±. ?Qu¨¦ hacer con todo este material desechado por el tiempo y la producci¨®n irrefrenable? ?D¨®nde lo ponemos? Hay una soluci¨®n, ven¨ªa a decir Pardo, consistente en dejar de considerar basura a la basura. Y las exposiciones lo sirven en bandeja: podr¨ªamos considerarlo, por ejemplo, arte, es decir, trasladarlo a ese nuevo lugar, o ese nuevo contexto en el que, una vez ingresado el objeto hasta ahora desahuciado, su ruina y su obsolescencia podr¨ªan quedar condonadas. Era la soluci¨®n de Balzac.
Sin embargo, son los propios recicladores quienes salen al paso para desmentir esa intenci¨®n dignificante. ?Y entonces? La jerga cursi que todo lo envuelve en los templos art¨ªsticos (¡°gentrificaci¨®n¡±, ¡°crianza¡±, etc¨¦tera) insertar¨¢ las palabras en una interpretaci¨®n sociol¨®gica previsible, mucho m¨¢s yerta que la profunda sustancia de vida ¡ªla ilusi¨®n, el dolor, la memoria¡ª que duerme con este arsenal. El due?o de la charcuter¨ªa no se propuso nunca ¡°hacer barrio¡± o ¡°hacer ciudad¡± cuando coloc¨® el metacrilato m¨¢s chulo que encontr¨® como talism¨¢n de su ¨¦xito. Y el grafista, menos a¨²n. Esto es la anti-Bauhaus, vulgar, artesana y an¨¢rquica, a a?os luz de las tipograf¨ªas finolis que, en sus buenos tiempos de vanguardia, y con mayor o menor pretensi¨®n ordenancista, quisieron reflejar el advenimiento de una sociedad reformada.
En el espacio imposible del palacio de Cibeles, sede de CentroCentro, nos dejamos ir por recovecos que simulan pasajes y costanillas en los que destellan los nombres de las tiendas de revelado, las corseter¨ªas, los cines, las ¡°carnecer¨ªas¡± (qu¨¦ gran palabra perdida, con sus ¨ªnfulas y todo). Pero, en realidad, nadie querr¨ªa, sospecho, quedarse una noche encerrado aqu¨ª en solitario, entre las pasarelas, los luminosos pr¨®ximos a fundirse, su parpadeo espectral. Nadie quiere volver a ninguna parte. Y se dir¨¢: en alg¨²n sitio hab¨ªa que exponerlo. Y es verdad. Y tambi¨¦n es verdad que algo habr¨¢ que hacer con todo esto, ahora que ha sido rescatado.
¡®No va a quedar nada de todo esto. Patrimonio gr¨¢fico madrile?o¡¯. CentroCentro. Madrid. Hasta el 10 de marzo de 2024.
¡®Los r¨®tulos de Paco Graco¡¯. La Casa Encendida. Madrid. Hasta el 31 de marzo de 2024.
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