¡®Conciencia o colapso¡¯, de Jordi Pigem: ?La basura cognitiva es reciclable o hay que cargar con ella?
El saber ocupa lugar. El exceso de informaci¨®n es un estorbo y tiene un coste energ¨¦tico. Ante la inflaci¨®n de datos y la invasi¨®n algor¨ªtmica, el ensayo de Jordi Pigem propugna un ascetismo mental
No hay que verlo todo. Hay un episodio de la Bhagavadg¨©t¨¡ en el que el dios Krishna muestra a Arjuna todo. El h¨¦roe queda horrorizado. De hecho, la idea de una sensibilidad total es contraria a la vida. La vida es precisamente una sensibilidad reducida, un filtro particular, un modo espec¨ªfico de ignorancia. Hay peces ciegos. El mineral y los ...
No hay que verlo todo. Hay un episodio de la Bhagavadg¨©t¨¡ en el que el dios Krishna muestra a Arjuna todo. El h¨¦roe queda horrorizado. De hecho, la idea de una sensibilidad total es contraria a la vida. La vida es precisamente una sensibilidad reducida, un filtro particular, un modo espec¨ªfico de ignorancia. Hay peces ciegos. El mineral y los gusanos simplemente tocan. La planta siente, pero no se desplaza. El mono salta, el caballo galopa. Nosotros vemos, o¨ªmos, tocamos, gustamos y olemos, y la mente elige.
No hay que saberlo todo. No hace falta. Nos dificulta la vida. Saberlo todo nos impedir¨ªa vivir, como lo har¨ªa recordarlo todo. Cuando la informaci¨®n es excesiva deja de ser ¨²til y se convierte en un estorbo. El saber ocupa lugar. Hay que cargar con ¨¦l y tiene un coste energ¨¦tico. No est¨¢ en la nube, eufemismo para edificios de acero que consumen ingentes cantidades de energ¨ªa. Hay ciertas cosas que es mejor no saber. No quiero saber el tiempo en Letonia si no viajo all¨ª. Sin embargo, alguien me lo cuenta. Reclama mi atenci¨®n, quiere que lo sepa. Ese es nuestro mundo de hoy. Ante tanta basura cognitiva urge un ascetismo cognitivo. No saber. Las personas m¨¢s libres y creativas que conozco nunca est¨¢n al d¨ªa. Chesterton dec¨ªa del periodismo: ¡°Consiste en decir lord Jones ha muerto a personas que nunca han o¨ªdo hablar de lord Jones¡±. Lo mismo con la IA, que Jordi Pigem sugiere traducir como ¡°Invasi¨®n Algor¨ªtmica¡±.
No hay que tenerlo todo. Tenerlo todo es un trabajo inmenso. La vida sencilla es la mejor. Las cosas no te dejan respirar. Desde Walter Benjamin sabemos que el tecnocapitalismo es la nueva religi¨®n. Responde a las mismas inquietudes, tormentos y obsesiones que las religiones tradicionales. En el centro del nuevo culto, la deuda y la culpa. Un culto que no es expiatorio sino culpabilizante. Tiene tambi¨¦n su promesa: el crecimiento ilimitado. Crecer a costa del aumento de la deuda y la culpa (la misma palabra en alem¨¢n, tambi¨¦n en arameo, la lengua de Jes¨²s). El becerro de oro ha vuelto. Las multinacionales tecnol¨®gicas son los nuevos se?ores feudales, fomentan la desigualdad y la opresi¨®n. Impulsado por la mente algor¨ªtmica, aboca a la cosificaci¨®n, la alienaci¨®n y un control ficticio. La obsesi¨®n por el control produce cat¨¢strofes.
La naturaleza habla innumerables lenguajes. Responder¨¢ en aquel que le preguntemos. Puede hacerlo matem¨¢ticamente, pero tambi¨¦n filos¨®fica o po¨¦ticamente
Un silogismo puede ser formalmente perfecto, estar correctamente ejecutado, y ofrecer una conclusi¨®n falsa. Todo depender¨¢ de las premisas. Y nuestra premisa de lo que es la naturaleza me temo que es falsa. La estableci¨® Galileo en El ensayador: ¡°La naturaleza habla el lenguaje de las matem¨¢ticas¡±. Descartes convenci¨® luego a los modernos de que para hacer ciencia hab¨ªa que matematizar. Y eso hicieron la psicolog¨ªa o la antropolog¨ªa (que lleg¨® a ser ¡°estructural¡±). Niels Bohr corrigi¨® el desaguisado, pero nadie le hizo mucho caso a pesar del ¨¦xito de la teor¨ªa cu¨¢ntica. La naturaleza habla innumerables lenguajes. Responder¨¢ en aquel que le preguntemos. Puede hacerlo matem¨¢ticamente, pero tambi¨¦n filos¨®fica o po¨¦ticamente. Ella es as¨ª de atenta. Bohr llam¨® a este principio, tan oriental, principio de complementariedad. Mientras, el tecnocapitalismo reduce la naturaleza al lenguaje del algoritmo. Y as¨ª, la cercena, y, al hacerlo, nos cercena a nosotros, nos aliena. Ese es el riesgo de las inteligencias mec¨¢nicas. Hace falta una nueva insurgencia. Otra ilustraci¨®n. El lector podr¨¢ encontrar aqu¨ª diferentes alternativas, Goethe, Humboldt, Leibniz, Minkowski, McGilchrist. Otros modos de acercarse a la naturaleza.
El libro recoge las monumentales teor¨ªas de Iain McGilchrist sobre los dos hemisferios. Si el cerebro produjera la mente, si fuera su causa, no ser¨ªa posible cambiar el cerebro mediante la mente, que es lo que llevan haciendo las sabidur¨ªas orientales durante milenios, buscando una experiencia pura, libre del velo de la representaci¨®n. Recientemente, la ciencia ha confirmado la plasticidad neuronal. Lo que hacemos con la mente (meditar, imaginar) puede cambiar la configuraci¨®n del cerebro. Ya lo dec¨ªan las upanishad, uno se convierte en aquello que piensa.
Los datos son producto de la imaginaci¨®n humana. El dato, como cualquier tipo de representaci¨®n que nos hagamos de la realidad, es nieto de la imaginaci¨®n
Desde hace un tiempo, ante la avalancha de datos que amenaza con anegarnos, ante la er¨®tica y la ceguera del dato que produce la IA (sumo sacerdote del dato), vengo defendiendo que los datos no son algo que est¨¢ ah¨ª fuera, como representantes de lo real. Los datos son producto de la imaginaci¨®n humana. El razonamiento es sencillo. Para obtener un dato necesitamos un instrumento de medida. Un bar¨®metro, por ejemplo, nos dar¨¢ la presi¨®n. Para construirlo necesitamos una teor¨ªa termodin¨¢mica o de mec¨¢nica de fluidos. Esa teor¨ªa nace de la imaginaci¨®n humana, que baraja o inventa conceptos de la f¨ªsica. Es decir, que el dato, como cualquier tipo de representaci¨®n que nos hagamos de la realidad, es nieto de la imaginaci¨®n.
Pigem escribe un libro breve, sint¨¦tico e inspirador. Utiliza fuentes diversas y heterodoxas que sabe sintetizar y exponer de modo elegante. La vida no es programable, sino espont¨¢nea. La m¨¢s alta bondad es como el agua, dice el Tao te ching. Muy recomendable.
Conciencia o colapso?
Fragmenta, 2024
192 p¨¢ginas, 19,50 euros
Consci¨¨ncia o col¡¤lapse?
Fragmenta, 2024 (en catal¨¢n)
192 p¨¢ginas, 19,50 euros
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