¡®Los nuevos leviatanes¡¯, de John Gray: profec¨ªas de nuestra Casandra

John Gray es uno de los grandes aguafiestas contempor¨¢neos: en cierto modo, es nuestra Casandra. L¨²cido y heterodoxo, su tema es el exceso de confianza: de la raz¨®n, del humanismo, del liberalismo. Tras la ca¨ªda del comunismo, el liberalismo crey¨® que su ¨¦xito era irremediable. Eso le llev¨® a repetir los errores de otros proyectos ideol¨®gicos, y a socavar los presupuestos que eran su condici¨®n de posibilidad. Esa es la historia que, de una manera u otra, cuenta en sus ¨²ltimos libros.

En Los nuevos leviatanes sig...

John Gray es uno de los grandes aguafiestas contempor¨¢neos: en cierto modo, es nuestra Casandra. L¨²cido y heterodoxo, su tema es el exceso de confianza: de la raz¨®n, del humanismo, del liberalismo. Tras la ca¨ªda del comunismo, el liberalismo crey¨® que su ¨¦xito era irremediable. Eso le llev¨® a repetir los errores de otros proyectos ideol¨®gicos, y a socavar los presupuestos que eran su condici¨®n de posibilidad. Esa es la historia que, de una manera u otra, cuenta en sus ¨²ltimos libros.

En Los nuevos leviatanes sigue a Thomas Hobbes, a quien considera el ¨²nico autor liberal que todav¨ªa se puede leer. Para Gray, Hobbes tambi¨¦n fue un te¨®rico de la absurdidad, que desmontaba las falacias de nuestros razonamientos. (Naturalmente, Hobbes es demasiado optimista para nuestro autor: su confianza en el impulso de la autopreservaci¨®n muestra que en el fondo era una visionario ut¨®pico, dice).

Gray cree que el experimento liberal ha terminado y volvemos a un estado de naturaleza, pero esta vez artificial. Combina filosof¨ªa, geopol¨ªtica, historia y literatura, y rastrea excesos dogm¨¢ticos: las experiencias totalitarias del siglo XX ocupan buena parte de sus p¨¢ginas, adem¨¢s del liberalismo vencedor de la guerra fr¨ªa (el hubris de la globalizaci¨®n, del progreso inevitable, de las aventuras imperiales) y un fen¨®meno irritante pero incruento: lo woke, que define como hiperliberalismo. Para Gray, tiene que ver con una idea ilimitada de la libertad (y con una secularizaci¨®n mal digerida): el proyecto hiperliberal consiste en emancipar a los seres humanos de las identidades heredadas (...), que termina en ¡°un estado de naturaleza artificial de pugna entre identidades autodefinidas¡±. Se trata de una ¡°revuelta de la burgues¨ªa profesional¡±, obedece a la lucha por el poder y la inseguridad, y oculta los conflictos econ¨®micos. El discurso woke sobre la raza proyecta el diagn¨®stico de un problema estadounidense al resto del mundo y es un s¨ªntoma de la enfermedad que pretende remediar.

El autor rastrea excesos dogm¨¢ticos como los totalitarismos del siglo XX y un fen¨®meno irritante pero incruento: lo ¡®woke¡¯

Gray es incisivo y brillante, afor¨ªstico y divertido. La interpretaci¨®n de la historia de Hegel es tan amplia que siempre se cumple: al menos ¡°la de Fukuyama tiene la virtud de ser directamente falsa¡±. ¡°La humanidad es una ficci¨®n peligrosa. (...) La llegada de la humanidad siempre viene precedida de los asesinatos de masas¡±. ¡°La genialidad del totalitarismo, por as¨ª llamarla, es que convierte a sus v¨ªctimas en c¨®mplices de sus cr¨ªmenes¡±. ¡°El mundo del futuro ser¨¢ como el del pasado, con reg¨ªmenes dispares, interactuando unos con otros en un contexto de anarqu¨ªa global¡±. ¡°Por fuerza, toda utop¨ªa es dist¨®pica¡±. Cree que en Occidente se ha cancelado la palabra decadencia, y que no nos estamos suicidando, porque no tenemos ni la conciencia necesaria para eso: nuestra civilizaci¨®n solo padece pulsi¨®n de muerte. Escribe que ¡°la l¨®gica de la libertad ilimitada es el despotismo ilimitado¡±.

El libro es estimulante y deslavazado. Por una parte tiene la referencia constante a Hobbes, gu¨ªa de un diagn¨®stico pesimista de nuestra ciudad. Por otra, es una galer¨ªa de lecturas de autores que apuntaron problemas a los que nos enfrentamos: Dostoievski, Koestler, Babel, Roz¨¢nov, Nadezha Teffi, Czapski, Beckett. Sus vidas son fascinantes y las citas y episodios que Gray escoge son excelentes, aunque no siempre queda clara su relaci¨®n con el argumento principal. Pese a su reivindicaci¨®n del escepticismo, los pron¨®sticos del autor son contundentes: tiene suerte de que no venga un Gray a pasarle luego la cuenta. Hay un elemento de arbitrariedad e inconclusi¨®n en el libro, pero incluye muchas observaciones perspicaces y siempre conviene tener un cenizo a mano, sobre todo si es tan inteligente como Gray.