¡®El buen mal¡¯, de Samanta Schweblin: una extra?a tensi¨®n entre el aislamiento y la necesidad de v¨ªnculo
Los relatos de la escritora argentina son un cat¨¢logo de soledades, con el a?adido doloroso de que las presencias que deber¨ªan curar dicha soledad est¨¢n tan cerca
Ya que Samanta Schweblin suele afirmar que las historias que cuenta nacen de una primera imagen que asalta su imaginaci¨®n, se me ocurre que yo tambi¨¦n podr¨ªa desarrollar la rese?a del ¨²ltimo y estupendo libro de cuentos de la autora argentina, El buen mal, a partir de las dos instant¨¢neas que se me han quedado m¨¢s grabadas de estas doscientas p¨¢ginas. En la primera, un narrador que respira a trav¨¦s de una traqueotom¨ªa explica que tocarse adentro con el dedo, a trav¨¦s del agujero, es lo ...
Ya que Samanta Schweblin suele afirmar que las historias que cuenta nacen de una primera imagen que asalta su imaginaci¨®n, se me ocurre que yo tambi¨¦n podr¨ªa desarrollar la rese?a del ¨²ltimo y estupendo libro de cuentos de la autora argentina, El buen mal, a partir de las dos instant¨¢neas que se me han quedado m¨¢s grabadas de estas doscientas p¨¢ginas. En la primera, un narrador que respira a trav¨¦s de una traqueotom¨ªa explica que tocarse adentro con el dedo, a trav¨¦s del agujero, es lo ¨²nico que le permite establecer contacto con su padre, y eso a pesar de tenerlo al lado en el lecho de muerte. La segunda nos presenta a un hombre que est¨¢ trabajando sobre una tabla, limpiando los cristales de la fachada de un hotel, cuando de pronto se reconoce a s¨ª mismo al otro lado del vidrio, en el interior de una habitaci¨®n, y tarda varios segundos en comprender que en realidad est¨¢ viendo a su padre, el mismo padre que le abandon¨® unos a?os antes.
Mientras escrib¨ªa el p¨¢rrafo anterior me he dado cuenta de que ambas escenas hablan de un padre y de un hijo, y eso me lleva a pensar que, en efecto, las relaciones paterno (o materno) filiales abundan en El buen mal. Sin embargo, no es eso a lo que quiero referirme, y dir¨ªa que la selecci¨®n revela tanto o m¨¢s de m¨ª que del libro (no en vano, la autora sabe que los buenos relatos exigen huecos por los que pueda colarse la imaginaci¨®n activa del lector). No, lo significativo de esos dos momentos, que riman ¨ªntimamente con otros muchos, es la paradoja de unos personajes que se sienten a una distancia sideral y casi insalvable de aquello que, al mismo tiempo, llevan en el interior o es su perfecto reflejo. Schweblin nos muestra la condici¨®n humana contempor¨¢nea como el resultado de una extra?a tensi¨®n entre el aislamiento y la necesidad de v¨ªnculo, entre el reconocimiento y el extra?amiento respecto del otro, y su principal talento consiste en saber condensar estas dualidades en narraciones que parecen suspender el tiempo, sostenerlo en slow-mo.
La intimidad es infestada por una extra?a sensaci¨®n de amenaza, a menudo difusa, aunque, incluso cuando toma una forma muy concreta
La prosa de El buen mal es sint¨¦tica, concisa, y se las arregla sin ornamentos para perturbarnos de un modo muy ¨ªntimo. No es por jugar con el t¨ªtulo m¨¢s conocido de la autora (esa magn¨ªfica Distancia de rescate que ahora rescata Seix-Barral en nueva edici¨®n), pero de verdad creo, e insisto, que las distancias son un tema central en estos cinco cuentos, no por casualidad, plagados de llamadas telef¨®nicas y largos viajes por carretera. La intimidad es infestada por una extra?a sensaci¨®n de amenaza, a menudo difusa, aunque, incluso cuando toma una forma muy concreta (como en el ¨²ltimo de los cinco, un peculiar ejemplo del subg¨¦nero home invasi¨®n), la resonancia de fondo tiene que ver con la dificultad para conectar con aquello que deber¨ªa sernos m¨¢s propio y cercano.
Tambi¨¦n la relaci¨®n entre los vivos y los muertos es una cuesti¨®n de cercan¨ªa o lejan¨ªa, y el primer cuento del conjunto, ¡®Bienvenida a la comunidad¡¯, es una de las aproximaciones m¨¢s sorprendentes y elegantes al tema de la revenant que recuerdo en la narrativa reciente. Pero, adem¨¢s, es una contribuci¨®n esencial a la coherencia interna del conjunto, con su perversa (pero muy resonante en la vida de cualquiera) idea del apego como un juego imposible de crueldad y culpa. Todo empieza con un cuerpo que se sumerge en el agua, muy profundo, muy pesado. Luego, ocurre algo imprevisto, incre¨ªble, y la narraci¨®n arranca. Luego, historia tras historia, vendr¨¢n padres aterrorizados o enrabiados o consumidos por la p¨¦rdida, hijos en fuga o descarriados, parejas cortocircuitadas¡ Un cat¨¢logo de soledades, si bien se mira, con el a?adido doloroso de que las presencias que deber¨ªan curar dicha soledad est¨¢n tan cerca¡
Alguien zarandea a los personajes, y luego pasa el tiempo y ese alguien se convierte en una sombra permanente o en un peso apagado y seco
Pero estos cinco cuentos lo son (cuentos, quiero decir) porque en todos ellos irrumpe alguna presencia inesperada, o bien alguna ausencia m¨¢s tangible que la mayor¨ªa de las presencias, para desencadenar algo. Alguien zarandea a los personajes, y luego pasa el tiempo y ese alguien se convierte en una sombra permanente o en un peso apagado y seco, y a la violencia le cuesta estallar, pero nunca despeja, convertida en una abstracci¨®n que lo vuelve todo m¨¢s pesado, y toda la realidad parece sostenerse por los pelos, y la literatura de Samanta Schweblin adopta poco a poco la textura de una llamada en la noche que atendemos sabiendo que al otro lado no hablar¨¢n, y, sin embargo, habr¨¢ alguien cuya voz en silencio nos apelar¨¢ hasta la ra¨ªz.
El buen mal
Seix Barral, 2025
208 p¨¢ginas. 19,90 euros