Concejales en la sala de batalla
C¨®mo la antigua Casa de Correos se transform¨®, con la ayuda de un cond¨®n, en la flamante nueva sede del Ayuntamiento
Una caja de cart¨®n y un cond¨®n lleno de agua. Con estas herramientas los arquitectos de Arquim¨¢tica fabricaron la primera maqueta de la tecnol¨®gica b¨®veda que cubre el antiguo patio de coches del Palacio de Comunicaciones. En la tapa de la caja recortaron la planta del patio (que tiene forma de pistola) y luego la cerraron sobre el preservativo hinchado de l¨ªquido. La presi¨®n hizo el resto: la parte del cond¨®n que sobresal¨ªa por el hueco dio la primera visi¨®n de c¨®mo quedar¨ªa la cubierta de vidrio. "Luego lo pasamos al ordenador e hicimos los c¨¢lculos y las recreaciones 3D pertinentes", asegura Francisco Rodr¨ªguez Partearroyo, director de la obra que ha convertido el edificio en sede del Ayuntamiento. A m¨¢s de 20 metros sobre su cabeza, cuatro hombres caminan sobre el cristal limpi¨¢ndolo con fregonas. Aguantar, aguanta.
Palacio de Comunicaciones
- Autores: Antonio Palacios y Joaqu¨ªn Otamendi.
- Obra: 1904 - 1919. Reformado por el estudio Arquim¨¢tica (2005 - 2011).
- Ubicaci¨®n: Plaza de Cibeles.
- Estilo: Ecl¨¦ctico.
- Funci¨®n original: Casa de Correos y Tel¨¦grafos.
- Funci¨®n actual: Sede del Ayuntamiento y espacio cultural Centro Centro
Cien a?os antes de la caja y el cond¨®n, otro arquitecto, casi reci¨¦n salido de la escuela, par¨ªa la maqueta en escayola de este monumental edificio de la plaza de Cibeles. Antonio Palacios y su socio Joaqu¨ªn Otamendi ten¨ªan 30 a?os cuando ganaron en 1904 el concurso de la Casa de Correos y Tel¨¦grafos. "Por fuera crearon una piel decorativa convencional; pero por dentro dise?aron una estructura muy avanzada", dice Partearroyo. Bajo su apariencia de tarta, el recargado edificio (mezcla de estilos neoplateresco, modernista, art d¨¦co y secession vienesa) esconde un planteamiento funcional, sincero y vanguardista que la reforma ha querido desnudar tirando a?adidos, desenterrando suelos originales y retirando falsos techos para dejar a la vista la viguer¨ªa de hierro (hoy recubierta de 10 capas de pintura intumescente para adecuarse a la normativa antiincendios). "Ahora se parece m¨¢s a c¨®mo era originalmente que en los sesenta", dice Partearroyo mostrando en su iPad las fotos en blanco y negro. Igual en la forma, pero distinto en la funci¨®n. En el actual patio cubierto (que se alquila para saraos por 36.000 euros) se cargaban los camiones de cartas y en los antiguos despachos con terraza se ubica el flamante restaurante Palacio Cibeles. La llamada sala de batalla, donde los carteros distribu¨ªan la correspondencia, aloja el sal¨®n de plenos reci¨¦n inaugurado. Los asientos se distribuyen en hemiciclo (en vez de a la inglesa, en dos bancadas, como en la antigua Casa de la Villa, por expreso deseo del alcalde) y las mesas est¨¢n te?idas de azul. ?Azul PP? "No, azul Reichstag", dice Partearroyo, "al alcalde le gustaron las im¨¢genes del Parlamento alem¨¢n dise?ado por Norman Foster". Sobre las mesas hay instrucciones plastificadas para que los ediles aprendan a usar los nuevos micr¨®fonos.
El equipo de Partearroyo ha pasado seis a?os enfrascado en esta obra de 124,5 millones de euros. Palacios y Otamendi se gastaron unos 10 millones de pesetas en 12 accidentados a?os de obra (15 si contamos desde el proyecto) marcados por la inestabilidad pol¨ªtica de principios del siglo XX. El edificio fue pol¨¦mico desde antes de la primera piedra, pues se ubic¨®, en contra de la opini¨®n p¨²blica, en los jardines del Buen Retiro. Luego, los arquitectos que perdieron el concurso denunciaron que hab¨ªa sido ama?ado levantando un esc¨¢ndalo medi¨¢tico. Y, una vez acabado, hubo a quien le pareci¨® demasiado grandilocuente... Cuenta la leyenda que Le¨®n Trotski, de visita en Madrid, fue quien lo bautiz¨® Nuestra Se?ora de las Comunicaciones por su grandeza catedralicia.
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