Un explorador polar sin tapujos
Se cumplen 100 a?os de la conquista del Polo sur y 150 del nacimiento de Nansen
El centenario de la conquista del Polo Sur me ha dejado fr¨ªo. No por falta de entusiasmo, qu¨¦ va, sino porque estaba en Oslo. No se me ocurre mejor sitio para celebrar el ¨¦xito de Amundsen excepto quiz¨¢ el propio Polo Sur, lugar, hay que convenir, mucho m¨¢s a desmano y en el que a la que te descuidas acabas como Scott: tiritando con escorbuto y dejando notas para la posteridad.
Con los exploradores polares pasa como con la gente en general: cuanto m¨¢s los conoces m¨¢s fisuras les encuentras. A lo largo de los a?os, cada vez que he hecho de uno de ellos mi h¨¦roe favorito ¡ªincluido Lincoln Ellsworth, el pijo aviador polar que llevaba las aut¨¦nticas pistoleras de Wyatt Earp colgadas en su aeroplano¡ª ha acabado mostr¨¢ndome un lado oscuro que lo hac¨ªa caer del pedestal. Bueno, en el fondo es como mirarse al espejo. No mencionar¨¦ a esos tramposos compulsivos que eran Peary y Cook, pero qu¨¦ triste fue descubrir las bajezas de Shackleton, de Scott y del pusil¨¢nime y autocompasivo Cherry Garrard (los tres fueron en su d¨ªa mis admirados modelos). Incluso Oates, el valiente Oates, a very gallant gentleman (pens¨¢bamos), que se sacrific¨® por sus compa?eros saliendo a la intemperie polar en calcetines (¡°voy a dar una vuelta¡±, etc¨¦tera) result¨® haber dejado embarazada a una ni?a de 12 a?os...
Llegu¨¦ a Oslo tras los pasos de Amundsen cargado con mucha ropa de abrigo y todo el peso de mi escepticismo. El bueno de Roald hab¨ªa sido mi ¨²ltima estrella polar. Al cabo fue el ganador, parec¨ªa s¨®lido, era pr¨¢ctico y vers¨¢til, profesional y carec¨ªa de la pulsi¨®n melodram¨¢tica y sentimentaloide, los valores rancios y el acusado sentido del honor ¡ªtodas esas cosas que tanto da?o nos hacen¡ª de Scott. Pero claro, Amundsen ten¨ªa sus propios pecadillos. Enga?¨® a todo el mundo en 1911 haciendo creer muy poco deportivamente que se dirig¨ªa ?al Polo Norte! antes de poner, pill¨ªn, proa al sur; ridiculiz¨® a Scott e insult¨® mortalmente a los brit¨¢nicos llam¨¢ndoles ¡°malos perdedores¡± cuando cinco de ellos yac¨ªan muertos sobre la nieve tras su ¨¦pica, extenuante y desdichada marcha ant¨¢rtica. No despertaba simpat¨ªa. Sobre todo, le faltaba la dimensi¨®n espiritual que alienta en los grandes hombres, esa inasible calidad que los que no creen en nada m¨¢s all¨¢ de la carne denominan poes¨ªa.
Carente de h¨¦roes polares pues, desembarqu¨¦ en Oslo. Y all¨ª me aguardaba Nansen. Nunca hab¨ªa prestado mucha atenci¨®n al que en puridad est¨¢ considerado el padre de la exploraci¨®n polar moderna, el maestro de ambos, Scott y Amundsen. Y mira que hace a?os que Evelio P. me lo dice, siempre ante un combinado con hielo: ¡°Nansen, Nansen es nuestro hombre¡±. ¡°Un personaje much¨ªsimo m¨¢s completo e interesante, lo preferimos a Amundsen, m¨¢s limitado al perfil de aventurero¡±, me recalcaron todos los noruegos (y noruegas) con los que habl¨¦. Fridtoj Nansen es omnipresente en el pa¨ªs. Forma parte de la identidad nacional, tanto como la Kon-Tiki, Grieg, Ibsen, los h¨¦roes de Telemark y esa preciosa bandera que sin duda han copiado de la etiqueta de Napapijri. A la faceta de legendario explorador polar suma las no menos importantes de cient¨ªfico (ocean¨®grafo y neur¨®logo), pol¨ªtico, humanitarista y padre del esqu¨ª moderno. Premio Nobel de la Paz (1922), creador del pasaporte Nansen para los desplazados,... ?vaya tipo! Y era guapo, que siempre ayuda, no con esa pinta de enfurru?ada casta?era en anorak de Amundsen.
Noruega celebra este a?o no solo la conquista del Polo Sur sino los 150 a?os del nacimiento de Nansen, conmemoraci¨®n en la que participa Angelina Jolie, y no digo m¨¢s, que me pierdo. En Oslo pude ver varias exposiciones, la principal en el museo Fram en el que, como en todas partes, la memoria de Nansen domina la de Amundsen. Seguro de haber dado por fin con un h¨¦roe intachable, estaba yo tan contento cuando mi anfitriona me dijo: ¡°?Ya has visto la foto de Nansen ense?¨¢ndole el pito a su novia?¡±. Pens¨¦ que me fallaba el noruego, pero Lotte hablaba en castellano. Y as¨ª he descubierto otra faceta del personaje: exhibicionista.
Resulta que Nansen, mujeriego de aqu¨ª te espero, se fotografi¨® a s¨ª mismo en pelota polar picada (ppp) con 67 a?os para solazar (?) visualmente a Brenda Ueland, una escritora de Minneapolis, 30 a?os m¨¢s joven, con la que tuvo un affair en 1929, un a?o antes de su muerte. A la vez le escribi¨® unas cartas capaces de fundir el ?rtico, publicadas ahora en un libro (Nansen siste kjaerlighet, Brenda, my darling, en la traducci¨®n inglesa), que se vende como churros en las librer¨ªas de Oslo ¡ªincluye las fotos¡ª. Las instant¨¢neas provocaron controversia en Noruega. Y se lleg¨® a opinar apasionadamente no solo sobre las latitudes del explorador sino, vaya por Dios, sus longitudes.
En la estela del asunto he sabido otras cosas curiosas de Nansen: tuvo de colaborador a Quisling (antes de que este deviniera un monstruo) y se lo mont¨® con la esposa de Scott, Kathleen ¡ªuna chica a la que obviamente le gustaban los hombres fr¨ªos¡ª, mientras el marido estaba perdido en la Ant¨¢rtida... ?Ay, Nansen!
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