Gitanos y senegaleses escenifican la paz mientras los recelos siguen en el Bes¨°s
La llegada de delincuentes ha degradado el barrio y ha da?ado la convivencia
Las asociaciones de gitanos y senegaleses de Catalu?a mostraron ayer su rechazo a la violencia y su apuesta por la convivencia tras el asesinato a tiros, el pasado martes, de Ibrahima Dyey. Las entidades coincidieron en exigir justicia ¡ªlos cuatro detenidos son miembros de una familia de etnia gitana¡ª y negaron que haya problemas entre los dos colectivos. Pero las cosas son m¨¢s complicadas en las calles del barrio barcelon¨¦s de Bes¨°s, donde ocurri¨® el crimen. En una zona marcada por la exclusi¨®n social, el tr¨¢fico de drogas y la lucha por el espacio p¨²blico, los recelos y las acusaciones de racismo se mantienen.
Las entidades interpretan el suceso de la misma forma que lo hacen la Generalitat y el Ayuntamiento de Barcelona: la muerte de Ibrahima es un "hecho puntual" que no ha destapado ning¨²n conflicto social latente, ni siquiera tensi¨®n racial en el barrio. "No ha habido enfrentamientos entre los colectivos", dijo el presidente de la coordinadora de senegaleses catalana, Amadou Boka Sam, en una rueda de prensa.
Desde su patio en una casa de planta baja, Carmen vio a escasos tres metros el cuerpo de Ibrahima sobre el asfalto junto al casquillo de la bala que impact¨® en su t¨®rax y le mat¨®. Naci¨® en un pueblo de Sevilla, pero desde 1952 vive en el Bes¨°s. Como otros vecinos arribados a Barcelona en los a?os del franquismo, siente nostalgia por el pasado: "Antes estaba esto lleno de ¨¢rboles enormes. Sac¨¢bamos las sillas a la calle, hac¨ªamos nuestras fiestas... Pero desde hace 10 a?os, todo se ha deteriorado".
Una d¨¦cada de degradaci¨®n y de extra?amiento en la vida de esta peque?a comunidad ¡ª "¨¦ramos como una familia", recuerda Carmen¡ª que se explica, dicen los vecinos, por dos fen¨®menos: la llegada masiva de inmigraci¨®n y, sobre todo, el aterrizaje de unas cuantas familias de delincuentes desde el vecino barrio de La Mina. Entre ellos se cuentan los cuatro detenidos por el asesinato de Ibrahima ¡ªun padre y tres de sus hijos¡ª, que acumulan m¨¢s de 60 antecedentes policiales por tr¨¢fico de drogas, robos y peleas. Hoy pasar¨¢n a disposici¨®n judicial; mientras, los Mossos buscan a¨²n el arma homicida.
"Espero que est¨¦n en la c¨¢rcel mientras yo viva¡±, dice un vecino
"Se han apoderado de la calle. Dejan sus perros sueltos y en verano montan su piscina. En cuanto abres la puerta, sube un olor a marihuana... Y eso s¨ª: ?mejor no les digas nada!", dice Francisco, vecino del bloque donde viv¨ªan los detenidos, frente a unas viviendas de protecci¨®n oficial okupadas desde hace dos a?os por familias gitanas. ¡°Esto era insoportable. Espero que est¨¦n en la c¨¢rcel mientras yo viva, a?ade Molina.
Los vecinos son comprensivos con los extranjeros que se instalaron de alquiler en el barrio en condiciones muy duras; a menudo, en pisos sobreocupados. La renta familiar de un vecino del Bes¨°s es la mitad que la media de Barcelona. Es un barrio de aluvi¨®n donde desde la d¨¦cada de 1950 se instalaron miles de personas de otras partes de Espa?a. Ahora solo quedan los m¨¢s viejos. La inmigraci¨®n ¡ªde paquistan¨ªes, magreb¨ªes, senegaleses y sudamericanos¡ª ha cambiado el paisaje humano.
El asesinato de Ibrahima tras una absurda disputa por un partido de f¨²tbol callejero ha abierto una brecha. Los senegaleses recuerdan que uno de los detenidos hab¨ªa reiterado sus amenazas de "matar a un negro". Y los gitanos que viven en el Bes¨°s insisten en que el padre solo "defendi¨® a sus hijos". "Tenemos que convivir todos, pero ellos tienen que saber comportarse. La culpa la tiene la polic¨ªa, por permitir que se quemen casas", dice un gitano que prefiere no identificarse. El mi¨¦rcoles, alguien prendi¨® fuego a una habitaci¨®n de los detenidos.
Aunque la tensi¨®n se rebaj¨® ayer, tambi¨¦n en la calle ¡ªquedan las velas y fotos de Ibrahima sobre el asfalto¡ª las heridas abiertas tardar¨¢n en cerrarse bastante m¨¢s de lo que han tardado las asociaciones en estrechar sus manos y lanzar un mensaje de unidad.
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