Los amor¨ªos de CiU y el PP
La transici¨®n nacional va para largo, pero hay miedo a decirlo. Se prefiere cultivar la ambig¨¹edad para que no flaquee la fe
Mientras la izquierda siga ausente, todav¨ªa aturdida por el estrepitoso final del tripartito, la pol¨ªtica catalana quedar¨¢ reducida a la comedia del tira y afloja permanente entre el Gobierno de CiU y el PP. La confirmaci¨®n ha llegado con la decisi¨®n de CiU de votar a favor de las primeras medidas de ajuste del PP. Una decisi¨®n dif¨ªcilmente comprensible para el sector soberanista de su electorado y dif¨ªcil de explicar a la totalidad de sus votantes, que hab¨ªan o¨ªdo como Duran Lleida criticaba sin matices la subida de impuesto que ahora ¨¦l mismo acaba de votar. ?No es el d¨¦ficit fiscal el centro de todas las reivindicaciones de CiU? La coalici¨®n acaba de votar una subida de impuestos que, como explic¨® el propio consejero de Econom¨ªa, aumentar¨¢ el d¨¦ficit fiscal de Catalu?a.
El voto de CiU a las medidas del PP es un regalo, en el sentido de que el Gobierno de Rajoy no lo necesitaba porque tiene mayor¨ªa absoluta. No era la situaci¨®n de mayo de 2010, cuando CiU, con su voto, salv¨® el ajuste de Zapatero y evit¨® probablemente que la econom¨ªa espa?ola fuera intervenida. Esta vez el voto de CiU no cambiaba nada, las medidas habr¨ªan salido igualmente adelante. Fue un simple gesto de amistad para que el PP no ande solo ante la opini¨®n p¨²blica. Las recompensas pueden venir a plazos y acompa?adas de otras exigencias de galanter¨ªa.
CiU empieza a sentir la angustia de que los esfuerzos por ser el primero de la clase no tengan recompensa. El presidente Mas se siente fuerte en la medida en que tiene frente a s¨ª, en el Parlament, una oposici¨®n dispersa, en la que solo dispone de fuerza real quien cuenta con el Gobierno de Madrid. La izquierda est¨¢ en reconstrucci¨®n, ha hecho del tripartito un tab¨², no hay por tanto ninguna perspectiva a medio plazo de una alianza que pudiera desafiar a la actual mayor¨ªa. Al rev¨¦s, todos, excepto IU, giran en torno al sol del poder. Pero el presidente se siente d¨¦bil porque necesita dinero que depende de Madrid. Y su evaluaci¨®n de las relaciones de fuerzas le hace desconfiar de cualquier planteamiento soberanista en esta coyuntura, porque duda de la disposici¨®n de los catalanes para asumir determinados riesgos.
El PP sabe perfectamente que, practicando la estrategia del palo y la zanahoria, tiene una oportunidad para consolidar su legitimaci¨®n en Catalu?a. Acudir a salvar al Gobierno catal¨¢n cuando est¨¢ en apuros ¡ªcon el argumento de la responsabilidad¡ª no le impide herir sin miramientos la sensibilidad nacionalista con ataques a lo m¨¢s simb¨®lico de su ideario (empezando por la cuesti¨®n de la lengua) El PP se siente fuerte. Y cree que, reforzando la alianza econ¨®mica con el Gobierno catal¨¢n, aleja del orden del d¨ªa las propuestas soberanistas y debilita el flanco m¨¢s nacionalista de CiU.
Mas y Rajoy est¨¢n hermanados en el juramento de obediencia debida a las ¨®rdenes que emanan de la ortodoxia alemana
Desde que Artur Mas ha ido desplazando las pol¨ªticas econ¨®micas de CiU del pathos socialcristiano del pujolismo a un cierto liberalismo contenido, la sinton¨ªa con el PP en materia econ¨®mica es muy grande. Mas y Rajoy, adem¨¢s, est¨¢n hermanados en el juramento de obediencia debida a las ¨®rdenes que emanan de la ortodoxia alemana. CiU y el PP viven entre los amores econ¨®micos y los desamores identitarios, lo cual exige mucha fineza a la hora de representar p¨²blicamente sus relaciones. No todos los partidarios de cada lado son capaces de separar tan n¨ªtidamente los problemas del dinero y las cuestiones del coraz¨®n como los dirigentes pol¨ªticos. De modo que Artur Mas tiene que decir que CiU ha hecho un gesto a cuenta, pero que puede caducar si el PP no cumple. Y Alicia S¨¢nchez-Camacho tiene que correr a anunciar el pago: el apoyo a los presupuestos, aunque sea con matices. El tira y afloja forma parte del rito porque la boda perjudicar¨ªa a los dos, especialmente a CiU. Sus amores est¨¢n condenados a ser semiclandestinos, pero ser¨¢n duraderos.
La prueba llegar¨¢ con el famoso pacto fiscal, Rajoy dir¨¢ que no, CiU desplegara el ruido de ritual y al final habr¨¢ un acuerdo econ¨®mico ¡ªotro m¨¢s¡ª que se acabar¨¢ justificando por un m¨ªnimo recorte del d¨¦ficit fiscal. Con el monopolio de poder que tiene en Espa?a, al PP le es m¨¢s pr¨¢ctico alimentar a CiU con apa?os que permitan ir aplazando la cuesti¨®n de fondo, que buscar un enfrentamiento de consecuencias imprevisibles. As¨ª se entiende que Mas insista en que las pol¨ªticas de su Gobierno tienen sentido, pero que no nos explique cu¨¢l. La transici¨®n nacional va para largo, pero hay miedo a decirlo. Se prefiere cultivar la ambig¨¹edad para que no flaquee la fe.
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