Weill y Brel, de vacaciones en Buenos Aires
A Ute Lemper le gustan los desaf¨ªos. El primero: actuar en noche de Madrid-Bar?a, pero eso ni ella ni los organizadores pod¨ªan preverlo y, la verdad, tampoco se not¨® demasiado: el Palau ofreci¨® una magn¨ªfica entrada.
El segundo, y mucho m¨¢s importante, subirse al escenario con el solo acompa?amiento de un piano y un bandone¨®n. As¨ª, casi totalmente despojada, fue a¨²n mucho m¨¢s Ute Lemper, consigui¨® que todos los focos apuntaran a ella y solo a ella, y acab¨® ascendiendo hasta lo m¨¢s alto rodeada de calor y entusiasmo.
UTE LEMPER. Last tango in Berlin.
Palau de la M¨²sica. Barcelona. 18 de enero.
Podr¨ªamos a?adir un tercer reto: atreverse a cantar en castellano sin dominar la pronunciaci¨®n, en realidad convirtiendo en un galimat¨ªas cada canci¨®n, pero hasta eso se le puede perdonar por el fuego que desprend¨ªan todas y cada una de sus interpretaciones, que hac¨ªa reales aunque no se entendieran bien.
El mi¨¦rcoles comenz¨® su periplo personal en Berl¨ªn y ya inmediatamente se cobij¨® bajo el ala protectora de Kurt Weill y Bertold Brecht, y casi sin respiro se convirti¨®, una vez m¨¢s, en la P¨ªcara Lola. Y sabido es que cuando Lemper se pone en la piel de Lotte Lenya o Marlenne Dietrich es capaz de incendiar cualquier audiencia. Y lo hizo, su fuerza atraves¨® toda la platea y conquist¨® uno a uno a todos los presentes.
Pod¨ªa haber seguido en su querido Berl¨ªn de entreguerras, pero el t¨ªtulo del espect¨¢culo y la presencia del bandoneonista Marcello Nissinman apuntaban en otra direcci¨®n. Y Lemper cogi¨® sus b¨¢rtulos, un bomb¨ªn negro y un pomp¨®n rojo, y se fue hasta Buenos Aires para encontrarse con Astor Piazzolla. Y una vez all¨ª ya todo era posible, un Jacques Brel con acompa?amiento de bandone¨®n o un Kurt Weill todav¨ªa m¨¢s arrabalero. Che tango, Mar¨ªa de Buenos Aires, Ne me quitte pas, Amsterdam... Fueron como una cortas e intensas vacaciones que sin soluci¨®n de continuidad nos devolvieron (todas las vacaciones se acaban en alg¨²n momento) al Viejo Continente con un soberbio Makie Messer redondeado con secciones de escat en la mejor tradici¨®n de las vocalistas de jazz. Ute Lemper puede con todo. Incluso el p¨²blico, ensimismado, silb¨® con ella. Apoteosis final y a¨²n le quedaron fuerzas para recurrir a Edith Piaf en la tanda de bises.
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