Los ¨²ltimos de la calle de Wellington
La Universidad Pompeu Fabra derriba finalmente la pen¨²ltima manzana de las antiguas viviendas militares para ampliar el campus de la Ciutadella
Solo se oyen algunos graznidos de animales del zoo. Al margen de eso, reina la calma total en un piso de uno de los edificios que tiene los d¨ªas contados en la ¨²ltima manzana que queda en pie de las antiguas viviendas militares de la calle de Wellington. En los cinco bloques viven 10 familias, las ¨²ltimas de las m¨¢s de 100 que se vieron afectadas por un convenio que firmaron hace 24 a?os el Ministerio de Defensa y el Departamento de Ense?anza de la Generalitat para la cesi¨®n del acuartelamiento de Jaume I y Roger de Ll¨²ria. La Universidad Pompeu Fabra (UPF) adquiri¨® finalmente todo el complejo en 1992 y lo transform¨® en su campus Ciutadella.
La universidad derrib¨® el pasado mes de diciembre una manzana de viviendas ¡ªentre las calles del Doctor Trueta y Ramon Turr¨®¡ª y ya tiene las licencias de obras para construir en ese solar los dos edificios del futuro parque de investigaci¨®n de Ciencias Sociales y Humanidades. Los que residen en los ¨²ltimos pisos de la otra manzana saben que se acerca la recta final de un proceso que no les deja de angustiar: ¡°Vine aqu¨ª con 14 a?os y esto es muy duro¡±, explica Mar¨ªa, nombre ficticio de una de las afectadas que no quiere que se desvele su identidad por la incertidumbre del proceso.
Los bloques de pisos se levantaron en 1886 como compensaci¨®n al ej¨¦rcito, que cedi¨® terrenos en el interior de la Ciutadella para levantar pabellones de la Exposici¨®n Universal. Sus moradores siempre fueron militares y guardias civiles. Las 10 pisos a¨²n ocupados lo est¨¢n, en su mayor¨ªa, por viudas de militares, que no est¨¢n satisfechas con el trato recibido de la UPF y adivinan que en breve instar¨¢n su desahucio. Pagan un canon anual muy bajo, muy lejos de los precios de los alquileres.
Los diez inquilinos que quedan son, en su mayor¨ªa, viudas de militares
Pese al estado de abandono de los edificios, los pisos habitados est¨¢n bastante bien conservados y las galer¨ªas traseras, de columnas y hierro forjado, son un peque?o tesoro escondido. Nunca han tenido gas ni ascensor, y las escaleras ¡ªcon puertas tapiadas con planchas de aluminio para evitar que sean ocupadas¡ª todav¨ªa conservan un aroma de lo que debieron de ser.
¡°Aqu¨ª hemos vivido muy bien, y eso que en la calle hab¨ªa de todo¡±, recuerda Mar¨ªa. La parte trasera del parque, antes de la gran transformaci¨®n de la zona con los Juegos Ol¨ªmpicos, era oscura, estrangulada entre las v¨ªas y el muro de industrias de la avenida de Ic¨¤ria que hasta la transformaci¨®n de 1992 ocultaba el mar. ¡°Recuerdo el mercado del pescado y el traj¨ªn de camiones por el paseo de la Circumval¡¤laci¨®¡±, explica Mar¨ªa. El mercado cerr¨® en 1983. Esa actividad, junto a la prostituci¨®n y el zoo, es lo que tienen grabado en la memoria quienes todav¨ªa viven all¨ª. ¡°Hab¨ªa mucho travestido. La mayor¨ªa era buena gente. Incluso uno de ellos vigilaba que no le pasara nada a mi hija, que llegaba tarde de la universidad. Pero a veces se pasaban y a plena luz del d¨ªa, dentro de los coches aparcados, se ve¨ªa cada cosa¡ hasta que les llamamos la atenci¨®n¡±, a?ade.
Aunque la prostituci¨®n no se ha eliminado totalmente, la zona no tiene nada que ver con lo que fue y ahora Wellington es una extra?a calle en Barcelona. Sin coches, solo se oye el paso del tranv¨ªa. Y la orquesta animada del otro lado de la tapia del zoo. Naturalmente, los afectados se han resistido a irse todo lo que han podido.
La UPF construir¨¢en el solar el Parque de Investigaci¨®n de Ciencias Sociales
¡°La gran mayor¨ªa marcharon en la d¨¦cada de 1990, cuando la universidad ofreci¨® el realojamiento en pisos protegidos de la Vila Ol¨ªmpica¡±, dice el abogado Ricardo de la Rosa, que ha intervenido en gran parte del proceso. El centenar largo de familias estaban sujetas a un r¨¦gimen particular, el de cesi¨®n de las viviendas en uso a miembros de las fuerzas armadas. De entrada, los afectados constituyeron una asociaci¨®n ¡ªde defensa de los usuarios y ocupantes de los pabellones militares¡ª que impugn¨® la cesi¨®n inicial de Defensa a la Generalitat. No lograron ganar las acciones judiciales.
Lo que obtuvieron buena parte de los afectados que se fueron en los noventa y que ahora viven en la Vila Ol¨ªmpica fue indemnizaciones para hacer frente a la entrada de un piso de protecci¨®n. ¡°Se ha ido negociando caso por caso¡±, explican portavoces de la UPF. ¡°El problema es que los residentes se han ido haciendo mayores y as¨ª es m¨¢s dif¨ªcil que les den hipotecas o que puedan asumir alquileres de mercado con las indemnizaciones que plantean¡±, precisa el letrado, que se queja de la ¡°arbitrariedad¡± de la universidad a lo largo del proceso porque algunos afectados han tenido mejores condiciones que otros.
La UPF dispone de financiaci¨®n para construir el Parque de Investigaci¨®n de Ciencias Sociales y Humanidades. Concretamente, 4 millones de euros del Ministerio de Educaci¨®n y 4,5 del desaparecido de Ciencia e Innovaci¨®n. Las obras empezar¨¢n en febrero. Lo formar¨¢n, en una primera fase, tres edificios, uno de los cuales, obra del arquitecto Juan Navarro Baldeweg, ya est¨¢ terminado. Los otros dos tendr¨¢n 8.500 y 4.300 metros cuadrados.
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