Memoria del general Batet
Mola lo protegi¨®, pero Franco no solo lo hizo condenar a muerte, sino que lo someti¨® a vejaciones y humillaciones
Tengo apenas esbozadas unas Vidas paralelas de tres catalanes de la tercera Espa?a, de los que no cab¨ªan ni en la roja ni en la azul: un eclesi¨¢stico, el cardenal Vidal i Barraquer; un pol¨ªtico, el nacionalista cat¨®lico Carrasco Formiguera, y un militar, el general Domingo Batet Mestres. El 18 de febrero se cumplen 75 a?os del fusilamiento de este ¨²ltimo. Por haber permanecido en octubre de 1934 fiel a la Rep¨²blica, a la que hab¨ªa jurado fidelidad, le fue concedida la laureada; por hacer lo mismo en julio de 1936 fue fusilado.
El novelista y tambi¨¦n notable historiador Luis Romero me hab¨ªa dicho que en la muerte de Batet se escond¨ªa un misterio, y el misterio no era que lo fusilaran (porque esta fue en principio la suerte de todos los militares que no se sumaron a la rebeli¨®n), sino que se tardara siete meses en hacerlo. Cuando a?os m¨¢s tarde conoc¨ª a don Francesc Carb¨® i Batet, celoso vindicador de la memoria de su abuelo, el general, y puso en mis manos su precioso archivo documental, se me desvel¨® el misterio: mientras en el norte mand¨® Mola, lo protegi¨®, pero en cuanto Franco asume el poder supremo, pone en marcha la m¨¢quina implacable de la justicia militar y no solo lo hace condenar a muerte, sino que lo somete a una serie de vejaciones y humillaciones hasta hacerlo ejecutar con una excepcional solemnidad p¨²blica.
Mola apreciaba a Batet y hubiese querido que se sumara al alzamiento. Cuando los insurrectos de Burgos le comunican que ya han triunfado y que tienen preso al general, les dice: ¡°Que lo traten bien¡±. Quer¨ªa impedir que le dieran el paseo, como hicieron con su coronel ayudante y tantos otros. Adem¨¢s, le estaba agradecido. Cuando un mes antes del alzamiento Batet fue nombrado jefe de la VI Divisi¨®n Org¨¢nica, con sede en Burgos, de la que depend¨ªa Pamplona con la brigada que mandaba Mola, Esquerra Republicana, que no perdonaba a Batet la victoria sobre Companys en el 34, protest¨® y amenaz¨® con retirarse del Gobierno, como si aquel destino fuera una bicoca, cuando el general hab¨ªa aceptado por disciplina, plenamente consciente de que se met¨ªa en el m¨¢s enrabietado avispero de la Pen¨ªnsula. Entonces Mola escribi¨® a Batet solidariz¨¢ndose con ¨¦l, pues dec¨ªa acordarse de que cuando, al caer la dictadura, fue procesado por su actuaci¨®n como director general de Seguridad, Batet hab¨ªa sido el ¨²nico general republicano que le defendi¨®. Pero el agradecimiento de Mola no era tanto como para enfrentarse a Franco por la vida de Batet.
Franco ten¨ªa contra Batet que no le hab¨ªa obedecido cuando la noche del 6 de octubre, puesto por el ministro Diego Hidalgo al frente de la represi¨®n de la rebeli¨®n, le orden¨® que asaltara a sangre y fuego la Generalitat. Paul Preston ha puesto de relieve la importancia que en la vida del futuro Caudillo tuvo aquella designaci¨®n: proclamado el estado de guerra en toda Espa?a, las autoridades civiles quedan sometidas a las militares, y a la cabeza de estas est¨¢ de hecho Franco, que incluso manda a aviones y barcos (?su viejo sue?o incumplido de entrar en la Marina de guerra!). Batet, vali¨¦ndose de que el cargo de Franco no era formal, pues Hidalgo hab¨ªa prescindido del jefe del Estado Mayor Central, general Masquelet, no le obedeci¨® y apel¨® al ministro de la Guerra, Hidalgo; al presidente del Gobierno, Lerroux, y al presidente de la Rep¨²blica, Alcal¨¢ Zamora, haci¨¦ndoles ver que la operaci¨®n nocturna ocasionar¨ªa una matanza de civiles y militares de ambos bandos, y en cambio lo ten¨ªa todo dispuesto para, en cuanto amaneciera, forzar la rendici¨®n. Los tres confiaron en ¨¦l y en la madrugada del 7, al primer ca?onazo, Companys se rindi¨®, y cuando lleg¨® flota de guerra con un Tercio de la Legi¨®n que Franco hab¨ªa enviado a Barcelona, Catalu?a estaba en paz y se libr¨® de la represi¨®n sangrienta que padecer¨ªa Asturias. Franco se sinti¨® desairado y, para mayor inri, tuvo que tragarse que se concediera la laureada, que ¨¦l tanto ambicionaba, a Batet por Catalu?a y a L¨®pez Ochoa por Asturias. Tendr¨ªa que autoconced¨¦rsela al t¨¦rmino de la Guerra Civil.
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