Una historia que se repite
La prolongaci¨®n de Blasco Ib¨¢?ez puede encallar como la Torre Pelli de Sevilla
?Le podr¨ªa pasar a Valencia? La construcci¨®n de un rascacielos de m¨¢s de 174 metros de altura en pleno casco hist¨®rico de Sevilla ocupa y preocupa al ayuntamiento andaluz hace un tiempo. La Torre Pelli, proyectada como sede emblem¨¢tica de Cajasol, amenaza con sacar a la capital sevillana de la lista de ciudades declaradas patrimonio de la Humanidad.
Con el apoyo del anterior alcalde de Sevilla, el socialista Alfredo S¨¢nchez Monteseir¨ªn, el rascacielos quebraba esa ley no escrita que sostiene que ning¨²n edificio de la capital puede superar en altura a la Giralda, con 97 metros de alzada. El regidor defendi¨® en 2006 que el PGOU de la capital permit¨ªa estos hitos en altura ¡°que simbolicen la pujanza econ¨®mica y urbana de Sevilla¡±, afirmaba el alcalde en 2006. Hoy, la torre, dise?ada por el arquitecto C¨¦sar Pelli, est¨¢ a mitad construir y en revisi¨®n tras la censura de la Unesco. Este organismo internacional ha pedido que se paralicen las obras de la torre y se rebaje su altura para suavizar el impacto sobre el paisaje hist¨®rico de Sevilla. El Ministerio de Cultura tiene sobre la mesa esta patata caliente.
Sevilla apost¨® por
Salvando las distancias, la torre Pelli guarda m¨¢s de un parecido con la proyectada prolongaci¨®n de la avenida de Blasco Ib¨¢?ez, sobre todo, porque son proyectos avalados por los respectivos Ayuntamientos, que amenazan el patrimonio cultural e hist¨®rico de ambas ciudades y tienen una dif¨ªcil justificaci¨®n en un momento de crisis econ¨®mica e inmobiliaria como la actual. Si la torre no recorta su altura, el l¨ªo est¨¢ servido.
En Valencia solo la Lonja de la Seda es bien patrimonio de la Humanidad, y est¨¢ claro que el Cabanyal est¨¢ lejos del singular edificio hist¨®rico y es imposible argumentar que el derribo de parte del barrio marinero es un impacto inasumible para la Lonja. Es obvio. ¡°Pero cualquier ciudad que tiene un bien distinguido por la Unesco, est¨¢ obligada a dar un trato exquisito a su patrimonio, est¨¦ donde est¨¦¡±, opina V¨ªctor Fern¨¢ndez Salinas, profesor de Geograf¨ªa de la Universidad de Sevilla y secretario general de Icomos, entidad consultiva de la Unesco. Icomos fue una de las entidades a las que el Ministerio de Cultura que dirig¨ªa ?ngeles Gonz¨¢lez-Sinde pidi¨® informes antes de dictar la orden de diciembre de 2009, con la que se paraliz¨® el Pepri y se evitaron nuevos derribos de casas en el barrio. El argumento esencial, entonces y ahora, es que este barrio de pescadores es caracter¨ªstico por su estructura en ret¨ªcula, que tiene su origen en la alineaci¨®n de donde se ubicaban las antiguas barracas y sobre las que se desarrolla una arquitectura popular ¡°de clara raigambre eclecticista¡±, dijo entonces la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Su casco hist¨®rico est¨¢ protegido, por lo que la destrucci¨®n de seis manzanas completas, necesaria para prolongar la avenida, romper¨ªa la trama protegida.
En el Cabanyal, la iniciativa privada se desvincul¨® en 2008 del plan urban¨ªstico aprobado por el Ayuntamiento de Valencia. Y, pese a todo, la alcaldesa de Valencia Rita Barber¨¢, sigue empe?ada en llevarlo adelante. Poco importa que no tenga de su lado a inversores privados, que el mercado no acepte m¨¢s oferta inmobiliaria o que en estos nuevos tiempos importe m¨¢s conservar y rehabilitar la trama urbana, que abrir grandes avenidas como se hac¨ªa en el siglo XIX. ¡°Los bulevares t¨ªpicos de Par¨ªs no se justifican ahora¡±, a?ade Fern¨¢ndez Salinas, que habla a t¨ªtulo personal. ¡°Las ciudades deben aprender del pasado. En cualquier caso, estar en la lista de ciudades patrimonio de la Humanidad no es una obligaci¨®n. Valencia ha hecho mucho, pero digamos que la calidad, la sensibilidad, no solo hay que demostrarla intramuros sino tambi¨¦n fuera¡±, concluye el ge¨®grafo.
Al igual que sucede con la Torre Pelli de Sevilla, el Ministerio de Cultura tiene pendiente una decisi¨®n sobre el Cabanyal. Debe decidir si retira la orden de protecci¨®n del anterior Gobierno, avalada por el Consejo de Estado e inspirada por una sentencia del Tribunal Supremo, o la deja. En este ¨²ltimo caso, el Tribunal Constitucional tendr¨¢ la ¨²ltima palabra sobre quien es competente para poner o quitar protecci¨®n al Cabanyal.
Mientras tanto, varias organizaciones han incluido este barrio de pescadores en su lista de espacios patrimoniales amenazados. Es el caso de la fundaci¨®n norteamericana World Monuments Fund (WMF), que acaba de colarlo en su lista vig¨ªa.
Se trata de aprender de los errores de otros. En el caso de Sevilla se da un alcalde que se empe?a en construir un rascacielos en pleno casco hist¨®rico, los promotores se embarcan y ahora el proyecto est¨¢ en el aire. ¡°Abrir una calle de 40 o 50 metros de anchura en una zona donde la mayor¨ªa de v¨ªas tienen ocho, lo destrozar¨¢¡±, concluye Pablo Longoria, portavoz en Espa?a de WMF.
Un barrio suspendido en el limbo
El Cabanyal lleva a?os en el limbo. Mientras las Administraciones p¨²blicas y los tribunales deciden su futuro a cara o cruz, sus gentes se consumen con la espera. La Universitat de Val¨¨ncia resum¨ªa en su informe reciente c¨®mo languidece un espacio mar¨ªtimo con grandes posibilidades econ¨®micas de hallarse en la costa estadounidense.
Este barrio, declarado Bien de Inter¨¦s Cultural (BIC) por la Generalitat, est¨¢ en regresi¨®n demogr¨¢fica. En los ¨²ltimos 40 a?os, la poblaci¨®n se ha reducido un 35%. Son unos 12.000 vecinos, muy lejos de los 21.000 de 2009 y de los 32.000 del a?o 1970. En solo dos a?os, el Cabanyal-Canyamelar ha perdido por el camino unos 9.000 residentes. Con la marcha de vecinos a otras ¨¢reas de la capital, las viviendas se abandonan.
Es un barrio envejecido. El ¨ªndice de dependencia, recoge el estudio de la Universitat, es de 55,8 ¡ªla media en la ciudad es del 48¡ª y el ¨ªndice de envejecimiento de la poblaci¨®n, del 150 (la media de la ciudad es del 121). La tasa de mortalidad es del 12,1% frente al 8,3% de media. La poblaci¨®n joven se va y el n¨²mero de familias sin menores es del 76%.
Las labores tradicionales t¨ªpicas de un barrio de pescadores como ¨¦ste han desaparecido y casi el 75% de la poblaci¨®n est¨¢ en el sector terciario. En este sentido, el barrio no se ha beneficiado de los grandes eventos que se celebran a pocos metros de sus calles, como lo fue en su d¨ªa la Copa del Am¨¦rica o ahora el Gran Premio de F¨®rmula 1.
La cohesi¨®n social en el barrio se ha roto por culpa del plan urban¨ªstico. ¡°El Cabanyal padece una crisis de identidad que se debe al abandono de las actividades tradicionales, a la p¨¦rdida de potencia comercial y a la proyectada prolongaci¨®n de la avenida¡±, sentencia el informe. El descontento social es evidente, contin¨²a la comisi¨®n universitaria que lidera el vicerrector Jorge Hermosilla. ¡°Se aprecia un sentimiento un¨¢nime entre los vecinos y colectivos del barrio, que reclaman una actuaci¨®n por parte de la Administraci¨®n P¨²blica para cambiar la actual situaci¨®n de incertidumbre¡±.
En la rec¨¢mara existen varios colectivos (dise?adores, artistas...) y empresas (residencias para universitarios, locales comerciales...) interesados en instalarse en la zona, pero en tanto no se aclare la situaci¨®n jur¨ªdica del Cabanyal, nadie da el primer paso.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.