?xodos y equidad intergeneracional
"Mientras el salario m¨ªnimo se congela, las pensiones, con independencia de sus cuant¨ªas, aumentan. En este pa¨ªs se ¡°recompensa¡± antes a las clases pasivas..."
Una de las constantes de las medidas que han ido adoptando los diferentes gobiernos, tanto estatales como auton¨®micos (sean los de ahora, sean los de antes) es que se ha venido haciendo cargar con una parte tanto m¨¢s dura del ajuste a quienes en peor condici¨®n est¨¢n. Es una constante en todas las crisis, claro. Nada que comentar, pues. ?O s¨ª? Porque en Espa?a, sistem¨¢ticamente, esta situaci¨®n est¨¢ generando un grav¨ªsimo efecto generacional al que casi nadie atiende y sobre el que conviene hacer algo de luz.
Mientras el salario m¨ªnimo se congela, las pensiones, con independencia de sus cuant¨ªas, aumentan. En este pa¨ªs se ¡°recompensa¡± antes a las clases pasivas, aunque est¨¦n mejor posicionadas y dispongan de m¨¢s renta, que a quienes est¨¢n trabajando con sueldos verdaderamente ajustados. Es cuando menos curioso. Pero la cosa no queda ah¨ª. Valga el ejemplo, en clave valenciana, de los ajustes en el sector p¨²blico, que est¨¢n siendo soportados, sobre todo, por interinos. Gente formada y joven que ve c¨®mo las oportunidades de estabilizaci¨®n en el empleo que generaciones anteriores tuvieron son ahora inexistentes. O el de las reformas laborales pasadas, presentes y futuras, que se parecen siempre en lo mismo: precarizan a los que vienen detr¨¢s como precio inexcusable para blindar situaciones consolidadas. Y la lista sigue, es interminable. Incluso la burbuja inmobiliaria, si bien se piensa, ha provocado, al final de la historia, una transferencia de rentas (presentes y futuras, a cuarenta a?os vista, pues eso es precisamente una hipoteca) donde las generaciones m¨¢s j¨®venes (y con perspectivas laborales m¨¢s negras) han pagado (y pagar¨¢n) a precio de oro bienes acumulados por generaciones previas a precios rid¨ªculos si los comparamos con los de ahora.
No resulta extra?o, ante este panorama, que se est¨¦ produciendo desde hace meses en Espa?a un constante ¨¦xodo de j¨®venes preparados que se marchan a otros pa¨ªses de Europa, de Asia, de Am¨¦rica. La sangr¨ªa humana que Portugal y Grecia llevan padeciendo a gran escala desde hace cuatro o cinco a?os ha comenzado ya en nuestro pa¨ªs y adquiere velocidad de crucero. Se marchan m¨¦dicos, arquitectos, ingenieros, especialistas con t¨ªtulos superiores, gente creativa y activa... Se quedan quienes tienen menos formaci¨®n, que en la Comunidad Valenciana, como es sabido, son muchos dadas las altas cifras de fracaso escolar que padecemos, para atender un sector servicios propio de un pa¨ªs subalterno y que dif¨ªcilmente puede, con esos mimbres, aspirar a estar en el primer mundo.
La verdad es que nos lo tendr¨ªamos que hacer mirar. Y, sobre todo, corresponde a quienes en mejor posici¨®n estamos y a las generaciones que han controlado y siguen manejando los resortes de poder, empleo y gesti¨®n en nuestra sociedad, analizar si de verdad el pa¨ªs que queremos es ¨¦ste. Si no valdr¨ªa la pena abandonar esta senda, ciertamente extravagante, donde los costes se reparten de una manera tan asim¨¦trica de modo que quienes menos tienen m¨¢s deben poner. No ya por nuestros hijos, ni por el pa¨ªs, ni por nada. Por ego¨ªsmo puro y duro. Porque esas pensiones generosas y bien blindadas las tendr¨¢ que pagar alguien. Y no parece f¨¢cil que generaciones de precarios y mileuristas vayan a ser capaces de hacer frente a la factura. L¨®gico que, ante el atraco que se avizora, opten cada vez en mayor n¨²mero por huir del pa¨ªs.
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