Salvador Porter
Fulgor infinito, bonita pieza de Javier Costa que combina atm¨®sferas distintas en un marco donde las diversas secciones aparecen h¨¢bilmente cohesionadas
La Orquesta de Valencia dedic¨® su sesi¨®n del viernes a la memoria de Salvador Porter, fallecido el 25 de diciembre de 2011. Hasta esa fecha fue miembro activo de la misma, incluso en momentos de enfermedad. Ingres¨® en ella en 1969, ocupando el cargo de primer viol¨ªn desde 1971 hasta 1994. Su actividad como profesor en el Conservatorio de M¨²sica fue de 1977 a 1986, aunque la labor docente, en diferentes ¨¢mbitos, llen¨® muchas otras etapas de su vida, participando asimismo en varias formaciones de c¨¢mara.
ORQUESTA DE VALENCIA
Director: Yaron Traub. Obras de J. Costa, W.Walton y S. Prokofiev. Palau de la M¨²sica. Valencia, 17 de febrero de 2012.
Viejo conocido de todos los aficionados, le recordamos tambi¨¦n como uno de los primeros en reivindicar ante la prensa, al inicio de los a?os ochenta, la necesidad de unas condiciones que mejorasen el rendimiento de la orquesta, sobre todo en lo referente a un local digno donde ensayar. Sus compa?eros le ofrecieron como homenaje una pieza fuera de programa: el aria de la Suite en re de Bach.
Con esta excepci¨®n, a?adida a posteriori, todo el programa estaba integrado por obras del siglo XX. No es lo m¨¢s habitual, aunque esta vez parec¨ªan seleccionadas con tiento para evitar las deserciones del p¨²blico, muy dado a mecerse en el repertorio del XVIII y el XIX.
Para empezar, un estreno absoluto: Fulgor infinito, bonita pieza de Javier Costa que combina atm¨®sferas distintas en un marco donde las diversas secciones aparecen h¨¢bilmente cohesionadas. Le sigui¨® el Concierto para violonchelo de William Walton, obra donde la expresividad y destreza del solista (Iv¨¢n Balaguer) no consiguieron disimular lo vacuo del acompa?amiento orquestal. La partitura, a pesar del esfuerzo de los int¨¦rpretes, son¨® endeble y anticuada. Compuesta en 1957, era, eso s¨ª, la primera vez que se escuchaba en Valencia.
La ¨²ltima obra, por el contrario, figura entre las muy conocidas: Romeo y Julieta, de Prok¨®fiev. Se hizo una selecci¨®n de piezas a partir de las suites I y II, extra¨ªdas estas del ballet completo por el propio compositor. En su interpretaci¨®n, la orquesta dio una lectura convincente en los momentos m¨¢s vigorosos o intensos (por ejemplo, la Muerte de Tibaldo, Romeo ante la tumba de Julieta o las secciones extremas de Montescos y Capuletos), falt¨¢ndole quiz¨¢s un punto de dulzura en la secci¨®n central de este n¨²mero, o el marcado e inconfundible tono de danza que debe tener el Minuet.
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