Colores
"Cuando el hematoma cede poco a poco, acudes solo o en comanda colectiva al juzgado de guardia, firmas la denuncia y te guardas la copia en el bolsillo"
El primer color es el rojo. Un hematoma en la cresta iliaca izquierda de la regi¨®n lumbar por agresi¨®n con objeto contundente provoca de inicio un agolpamiento de la sangre y todo se torna rojo: tu rabia, tu cerebro, tus ansias y tu relaci¨®n con la vida. Observas la acera de Luis Vives, cruce con J¨¢tiva, y la ves encarnada. Observas tu pasado, digamos siglo y medio m¨¢s o menos, y te identificas con sus reflejos dorados: el Manifiesto de 1848, la Comuna de Paris de 1871, el palacio de Invierno de 1917...fechas y efem¨¦rides que cre¨ªas superadas pero que vuelven a golpearte en la sien, porque hay un embotellamiento en el fluido de tu espalda, en el m¨¢s atr¨¢s, y todo eso vuelve a estallarte en la cabeza como diciendo aqu¨ª estoy, nunca me fui del todo.
A los pocos d¨ªas, cuando miles de estudiantes han pasado de ser dem¨®cratas a ser antisistema por mera constataci¨®n de hechos y visionado de im¨¢genes, tu herida de guerra cambia de color y se vuelve morada. Nadie puede tocarte en un radio de treinta cent¨ªmetros alrededor del morat¨®n. Ninguna caricia, ninguna cosquillita, todo es dolor en la zona del golpe. El desgarro por los cuentos que te han contado para camuflar este no funciona. El shock de compartir tu ciudad con qui¨¦n te ha agredido. La decepci¨®n al sentirte indefenso y maltratado mientras el duque de Palma acude como un dandy ante el juez. La certeza de que la mayor¨ªa de la sociedad todav¨ªa prefiere la injusticia al desorden, en contra de lo que ocurr¨ªa en 1873 o 1931, por ejemplo.
Siete d¨ªas despu¨¦s de la carga, todo se vuelve negro. En la zona del impacto la sangre se ha coagulado, como asumiendo todos los excesos de la historia. Los tejidos han entrado en necrosis y no entienden la existencia si no es con dignidad. Ya no sufres. El futuro es negro, pero tambi¨¦n tus banderas son negras y crees que llevas un mundo realmente nuevo en tu coraz¨®n, como en la Semana Tr¨¢gica de 1911, como en la revoluci¨®n de 1936, como en los mayos de 1968 y 2011. Y entonces...
Entonces, cuando el hematoma cede poco a poco, acudes solo o en comanda colectiva al juzgado de guardia, firmas la denuncia y te guardas la copia en el bolsillo. Es de color rosa como la piel que comienza a normalizar esa parte golpeada de tu cuerpo. Sientes que has hecho lo que debes hacer. Para perder el miedo. Para enlazar con quienes antes que t¨² hicieron lo mismo. Para que no se repita en el futuro. Porque amas la libertad.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.