Esperando al coronel Jim¨¦nez
Quien se encargar¨¢ de hacerles la ¡®agitprop¡¯ a los partidarios de la independencia es la delegada del Gobierno central
Indulgente consigo mismo a la hora de suavizar casi un punto y medio (del 4,4% al 5,8%) el objetivo de d¨¦ficit espa?ol fijado por Europa para 2012, el Gobierno de Mariano Rajoy se ha mostrado de una severidad inflexible, de un rigor calvinista, en el momento de imponer a las comunidades aut¨®nomas que, este mismo a?o, reduzcan su d¨¦ficit a un m¨¢ximo del 1,5% del PIB cuando ¡ªpor ejemplo¡ª la Generalitat de Catalu?a ped¨ªa que se admitiese hasta un 1,7%. Ello obligar¨¢ a las autonom¨ªas a una reelaboraci¨®n presupuestaria inmediata y humillante que convierte su autogobierno financiero en una broma de mal gusto. Pero, sobre todo, les va a imponer una (en nuestro caso, otra) oleada de recortes devastadora para el Estado de bienestar cuando es notorio que el 66,9% del gasto auton¨®mico se destina a sanidad, educaci¨®n y servicios sociales.
Diga lo que diga el ministro Montoro, la falta de equidad de la posici¨®n del Ejecutivo central resulta tan flagrante que, para evidenciarla, basta un ejercicio elemental. Supongamos que el pasado martes, a la salida del Consejo de Pol¨ªtica Fiscal y Financiera, o al d¨ªa siguiente desde Barcelona, el consejero Mas-Colell o, mejor a¨²n, el presidente Mas hubiese anunciado que el d¨¦ficit catal¨¢n para 2011 ser¨ªa del 1,7%, y a?adido: ¡°No tengo por qu¨¦ pactar ni no pactar. Yo hago lo que me parece razonable y luego se nos evaluar¨¢. Uno hace lo que cree sensato y l¨®gico. Estoy muy tranquilo. Nuestros socios conocen nuestro compromiso firme con la consolidaci¨®n fiscal¡±. Si esos argumentos le sirvieron a Rajoy para saltarse a la torera las constricciones presupuestarias de Bruselas, ?no valen para que la Generalitat haga lo propio con el diktat de Madrid?
La materia es vol¨¢til y explosiva, lo s¨¦. Pero incluso alguien tan serio y competente como el profesor Andreu Mas-Colell no parece haber excluido del todo la insumisi¨®n presupuestaria, y la mayor¨ªa de los partidos catalanes ¡ªexcepto el PPC, cuyas ¨ªnfulas de autonom¨ªa respecto de Madrid duran como mucho 24 horas¡ª la han reclamado expl¨ªcitamente. Despu¨¦s de todo, cabe preguntarse con qu¨¦ represalias, con qu¨¦ medidas de retorsi¨®n castigar¨ªa el poder central una hipot¨¦tica rebeli¨®n de la Generalitat en materia de d¨¦ficit. ?Bloquear¨ªa la hacienda estatal determinadas transferencias financieras a Catalu?a? ?Pero si a d¨ªa de hoy, sin castigo alguno, ya nos debe m¨¢s de 2.000 millones de euros!
Tal vez el Gobierno de Rajoy, como el Gabinete de Lerroux-Gil Robles en octubre de 1934, suspendiese la autonom¨ªa y nos mandase a un ¨¦mulo del coronel Jim¨¦nez
Puesto que, a estas alturas del siglo XXI, enviar otra vez a una bandera de la Legi¨®n, cabra incluida, a acampar en el edificio del Parlament parece poco probable, tal vez el Gobierno de Rajoy, como el Gabinete de Lerroux-Gil Robles en octubre de 1934, suspendiese la autonom¨ªa y nos mandase a un ¨¦mulo del coronel Jim¨¦nez. Francisco Jim¨¦nez Arenas, coronel del cuerpo de Intendencia, fue quien el 7 de octubre de aquel a?o, por orden de Madrid, se instal¨® en el despacho principal del Palau de la Generalitat y ejerci¨® durante tres meses como presidente de facto bajo el r¨®tulo de gobernador general accidental de Catalu?a. Ni que decir tiene que una medida de este tipo, incluso si el interventor no llevara uniforme, convertir¨ªa el sentimiento independentista en un clamor masivo.
De momento, y a la espera de si aparece o no un coronel Jim¨¦nez, todo induce a pensar que quien se encargar¨¢ de hacerles la agitprop a los partidarios de la independencia es la delegada del Gobierno central, do?a Mar¨ªa de los Llanos de Luna. Si, como ha anunciado, se empe?a en imponer la ense?a rojigualda en todos los Ayuntamientos catalanes, ello nos asegura meses o a?os de guerrilla simb¨®lico-identitaria, de incidentes, plenos municipales inflamados, pintadas, concentraciones, gestos de insumisi¨®n vexilol¨®gica (relativa a las banderas, quiero decir) y, en definitiva, un largo protagonismo medi¨¢tico de la confrontaci¨®n Catalu?a-Espa?a en su dimensi¨®n m¨¢s visceral.
La se?ora De Luna y el ministro Fern¨¢ndez D¨ªaz sabr¨¢n. Pero quiz¨¢ deber¨ªan preguntarse, al modo cl¨¢sico, qui prodest. ?A qui¨¦n van a beneficiar?
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