El futuro del PSPV, en manos de Puig
El problema al que se enfrenta la nueva direcci¨®n es inmenso
Para el PSPV que, salvo notables excepciones, cuenta las victorias de sus secretarios generales en los congresos por un pu?ado de votos, la elecci¨®n de Ximo Puig con el apoyo de m¨¢s del 60% de los delegados no deja de ser una buena noticia. Que ese respaldo se haya obtenido a trav¨¦s de un pacto entre cabecillas que se guardan una cordial enemistad desde hace lustros indica que el rechazo hacia Jorge Alarte y la ambici¨®n por el poder eran mucho mayores que las diferencias que les han enfrentado a lo largo de la historia.
Las razones de esa inquina nunca han quedado claras. De los debates p¨²blicos mantenidos por los candidatos a lo largo de la campa?a previa al congreso no se derivaron nunca diferencias sustanciales que justificaran el voto en contra a la gesti¨®n del ex secretario general. Otra cosa son los enfrentamientos personales ¡ªque los hay¡ª o las descalificaciones que se hayan producido en el seno de las agrupaciones locales que, en muchos casos, han rozado el insulto, cuando no directamente la falsedad.
En cualquier caso, esa es agua que no mueve molino. Jorge Alarte a lo largo de su mandato al frente del PSPV no ha conseguido empatizar con la militancia y tampoco ha logrado construir un discurso pol¨ªtico lo suficientemente s¨®lido que superara las carencias emocionales con sus compa?eros. Dos motivos que a los delegados del XII Congreso les han parecido suficientes para votar en contra de su gesti¨®n, primero, y votar mayoritariamente, despu¨¦s, a Ximo Puig.
Alarte y ?ngel Luna, durante su etapa de portavoz del grupo parlamentario socialista en las Cortes Valencianas, dejan el inmenso legado de su lucha contra la corrupci¨®n, a pesar de todas las trabas que encontraron entre muchos de sus compa?eros, algunos de los cuales forman parte de la facci¨®n con la que se identifica al actual secretario general de los socialistas valencianos. El ninguneo que de este combate se hizo durante el debate es, sencillamente, miserable. El alcalde de Morella, aunque solo sea por dignidad democr¨¢tica, tiene la obligaci¨®n de mantener y ampliar este legado.
Puig carga con una enorme responsabilidad sobre sus hombros. El PSPV es un partido desconectado de la sociedad, sin un discurso s¨®lido que ofrecer a los sectores progresistas y visto por los j¨®venes como una antigualla cuyo lugar natural ser¨ªa un museo de ciencias pol¨ªticas. El problema al que se enfrenta la nueva direcci¨®n es inmenso. Y ser¨¢ a¨²n mayor si el nuevo secretario general, como ha ocurrido hist¨®ricamente con todos sus antecesores, se fijara como urgente el control de la organizaci¨®n cuando lo prioritario deber¨ªa ser recuperar a la ciudadan¨ªa progresista con un proyecto socialdem¨®crata y moderno.
A caballo entre Madrid, Morella y Valencia, Puig no lo va a tener f¨¢cil. Necesitar¨¢ lealtad (la que su facci¨®n no tuvo con Alarte cuando este ofreci¨® integraci¨®n y paz interna a cambio de puestos en las candidaturas de las municipales y las generales), generosidad (la que no han querido tener con el ex secretario general al que se le quiso humillar proponi¨¦ndole que siguiera como portavoz en las Cortes Valencianas), inteligencia emocional y capacidad para entender las claves de la sociedad actual. Solo as¨ª evitar¨¢ que germine la idea de que en este congreso nadie gana y es el PSPV el que va perdiendo lentamente.
La configuraci¨®n de la ejecutiva dar¨¢ una idea de si Puig apuesta por lo urgente frente a lo prioritario. Pensar que la crisis econ¨®mica y los esc¨¢ndalos van a ser suficientes para derribar a Alberto Fabra sin ofrecer una alternativa favorecer¨¢ el crecimiento de Comprom¨ªs y la consolidaci¨®n de Esquerra Unida.
El desenlace del congreso tiene algunas consecuencias colaterales. La victoria de Puig, firme puntal de Carme Chac¨®n, debilita internamente a¨²n m¨¢s a Rubalcaba. Jos¨¦ Blanco ¡ªesta vez s¨ª acert¨® en Alicante¡ª es uno de los vencedores de este fin de semana. El ex secretario federal del PSOE, decisivo en el papel jugado por Francesc Romeu, demuestra que sigue controlando el aparato socialista pese a estar en un segundo plano y deja claro que su apoyo a Alarte era puramente coyuntural.
Paradojas de la pol¨ªtica. El futuro del PSPV est¨¢ en manos de Ximo Puig, un veterano.
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